sirenas

Una de sirenas

Pero el dentista no acabó conmigo sino que me aconsejó que me instalara una corona en unos meses. Ahora he llegado a Estambul y he conocido un dentista que puede hacer el trabajo. Es otro soñador que ha cumplido su sueño. Hace unos años abandonó la clínica y se subió a un velero con la intención de dar la vuelta al mundo en solitario y ser así el primer turco en conseguirlo. Pero una sirena se lo impidió. Cuando llevaba tan sólo seis meses de travesía, justo antes de cruzar el Atlántico, Sophie le abordó cual famoso Drake y juntos continuaron la vuelta al mundo: esta vez sin record pero con mucha pasión.

Hakan ha regresado hace poco a Estambul y ha retomado su actividad como dentista poco antes de que yo llegara a la ciudad. Hace tan solo unos días Jeroem y David han abandonado Estambul. En los días que ha durado su visita hemos grabado diez horas para el documental del biciclown que Filmina está preparando y hemos dejado la bici como nueva. Con el nuevo cuadro y sobre todo con los consejos de Jeroem no pienso tendré ahora ningún problema. Hemos cambiado el aceite del buje Rohloff tras cinco mil kilómetros y también los cables, aunque más por precaución que por necesidad. Asimismo hemos cambiado las pastillas de los frenos y hemos ajustado mejor las alforjas al portabultos. Y sobre todo hemos metido un diente más en el piñón trasero pues me costaba un poco mantener la cadencia con 16 dientes en las subidas con viento de cara.

Además hemos grabado un saludo virtual que será emitido en las interesantes Jornadas de Viajes en bicicleta que se celebran cada viernes del mes de Abril en Burgos. Esas jornadas reúnen cada viernes a más de setecientas personas que asisten maravilladas a las charlas de otros viajeros que han recorrido medio mundo con sus bicis.

En Estambul ahora trabajo a jornada continua en la nueva web. Los detalles de última hora no son pocos y con la imprescindible colaboración de Fernando en Treelogic estamos haciendo lo posible porque vea la luz cuanto antes. Curiosamente una de las secciones que falta por montar es la de los Foros.

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Y a pesar de que el Foro de la web no tiene tanta actividad como Cristina de Rosario quisiera, me consta que hay mucha gente que entra cada día para leer los comentarios aunque se corten un poco a la hora de escribir los suyos propios. Ojala algunos de los mails que me llegan hubieran sido reflejados en el foro. Uno de ellos quiero copiarlo aquí, pues me parece uno de los más tiernos y simpáticos que he recibido últimamente. Está escrito por un padre al dictado de su hijo de cinco años. Parece que a este último su padre le leía el libro por las noches antes de acostarse. Dice así:

Me llamo Vera , y tengo 5 años, y el que me ayuda es mi papá, que tiene alguno más que yo. El es que me ayuda a escribir pero la idea de mandarte la carta fue mía. Te digo que tengo 5 años pero en realidad cuando te llegue esta carta igual tengo ya seis años, porque cumplo ahora este mes. Nos ha encantado tu historia, hemos mirado mil veces las fotos de tu libro, yo nunca había visto tantos negros juntos, y no conseguía entender porqué no podías volver a tu casa después de ir con la bici un rato. Te hemos visto en calzoncillos en tu foto del hospital, y dice mi papa que tengo ya de una vez que aprender a andar en bici con solo dos ruedas para poder pedalear como tú?

He escrito a todos los medios de comunicación de Estambul tratando de mover un poco el árbol y de que caiga algún contacto para los espectáculos pero nada se ha movido en las ramas. Como ya he dicho en muchas ocasiones no es fácil gestionar los espectáculos. El último fue en Beirut, Líbano, y trato de sacar al payaso de las alforjas pero no es sencillo. De todas maneras no me falta actividad. Pasó al día más de 9 horas delante de mi pequeña computadora, visito al dentista, reviso el material de la bici, respondo a los mails, y?, a veces me olvidó hasta de comer. Pero menos mal que está Azra por aquí para ayudarme. Nos conocimos en Urgup y me invitó a su casa en Estambul. Vivimos en una casa de una directora de cine que se la ha alquilado por unas semanas. A las tardes salimos a recorrer esta magnífica ciudad cruce de continentes. Los turistas ya se han retirado a sus hoteles y en la calle solo quedan hinchas del Fenerbache o vendedores de Simit un pastelillo de pan y sésamo que, junto con el yogur salado llamado Ayran, es la fast food de Estambul. Aún no he tenido tiempo siquiera de visitar el hamman o baño turco. Lo haré en breve, una vez termine con Hakan y mis paseos a Asia. Para ir a su consulta debo tomar un barco y cruzar a Asia. Ahora estoy viviendo en Europa y el concurrido estrecho del Bósforo sirve de separación entre ambos continentes.

Sorprende recorrer la calle y ver pasar un carguero a no más de doscientos metros que parece saltarse un semáforo.
Desde Estambul partiré en breve hacia Ankara, donde interrumpí mi viaje hace unas semanas y volveré a enfilar hacia el Este, dejando atrás nuevos amigos y con el corazón un poco encogido. Día 1235, Paz y Bien, el biciclown.

1 comentario en “Una de sirenas”

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