No tengo que ir corriendo a buscar a mis niños a la escuela, no tengo hora en la peluquería, no debo dar vueltas a la manzana para encontrar aparcamiento, no he de ir al super a llenar un carrito de comida, no he quedado con nadie en el gimnasio…, al atardecer, tan sólo he de buscar un lugar en el que dormir. Imitando a los pájaros que a esa hora regresan a su nido, yo he de buscar el mío. Casi cinco años (si cómputo también el año y medio pedaleando en Sudamérica), que mi mundo no tiene ventanas ni puertas, y que mis responsabilidades son mínimas. Un poco de aceite en la cadena, aire a las ruedas, vigilar los coches que quieren acortarme la vida por la espalda, tratar de buscar un lugar en el que actuar, actualizar la web, responder los correos de los amigos y…, SER FELIZ¡¡¡: una gran responsabilidad.