El sol empezaba a descender y el paisaje ofrecia una luz especial, con el brillo de la hierba amarilla que aun no ha recibido las primeras lluvias de la temporada.
Caminando por el polvoriento y seco paisaje me encontre con esta mujer Herero. A pesar del calor estan acostumbradas a portar estos pesados ropajes, que las transforman en princesas. La mujer llevaba un ninño a la espalda, de al menos ya dos anños, y a su lado caminaba otro de unos seis. Me mando parar.
No se como lo vio, pero me pidio la pasta que llevaba colgando de las alforjas. Abri la bolsa y le di la mitad de su contenido. Ya se alejaba rumbo a su humilde casa de lata y carton, pero le pedi que volviera.
No podia dejar escapar su sonrisa.
Ese dia, al prepararme la pasta, pense que posiblemente esa mujer estaria cenando lo mismo.
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