Reflexiones antropológicas de una mañana de lunes. Si le preguntaras a un calcetín que acaba de salir da la lavadora qué experiencia ha sacado de ese «viaje», te diría algo así: «alucinante, ha sido un subidón de energía, estábamos todos juntos, tan cercar unos de otros…, sentía que estaba en otro espacio, fuera de mí, viviendo sensaciones únicas, jamás antes conocidas».
Días más tarde, si acudes al armario y buscas en el cajón a ese calcetín, te contará lo siguiente: «aquí estoy, desmotivado, deseando tener otra oportunidad de meterme en la lavadora, y sentir ese chute de adrenalina. Mientras tanto voy apagándome, en contacto con otros calcetines, que me contagian su apatía. Y encima ahora con ese problema añadido de no saber cuándo podremos volver a viajar. Siento que la vida no tiene mucho sentido la verdad. Nunca había estado así. No pensé que podía deprimirme, yo, que siempre he estado tan alegre…»
¿Qué sentido tiene apostar tu alegría a un viaje, temporal, y por esencia limitado? ¿Quién eres? ¿Por qué te anulas y solo te animas cuando algo extraordinario, y por ello excepcional, ocurre en tu vida? Tus compañeros de centrifugado son los mismos que los que están en el cajón del armario. Los mismos.
Lo que cambia es la acción, el lugar en el que se desarrolla y, sobre todo, tus ganas de vivir una experiencia única.
Si el calcetín fuera un cantante de ópera, no podría estar continuamente dando un Do de pecho. Se ahogaría. Nos olvidamos que no podemos estar continuamente de «subidón». Ni con viagra se consigue una erección permanente. Más pronto que tarde «la cosa» se baja.
Si el estado habitual del ser humano es ese cajón. ¿No será más fácil construir nuestra alegría allí dentro, sin depender de viajes al centro de la lavadora?
Una visión práctica de la vida así me lo hace ver. Subiendo puertos de montaña de más de cuarenta kilómetros, en los Himalayas o en los Andes, la alegría no podía circunscribirse al momento de llegar a la cima. Sería tan estúpido como limitar el acto de amar a la eyaculación o e orgasmo, como reducir una ópera al Do de Pecho.
La vida se construye antes y después de las grandes erecciones. La vida es lo que ocurre antes de cruzar la meta. Y es, sobre todo, lo que sentimos dentro del cajón rodeado de otros calcetines. Es ahí, y no en el momento de mayor éxtasis, donde debemos mantener la sonrisa (y no solo la calma ????).
Que ahora no se pueda viajar, no se pueda abrazar, no te puedas reunir, no puedas ir a un bar…, no le quita a la vida un ápice de emoción y de milagro.
Las situaciones de desánimo que se ven hoy en día son, a mi modo de ver (en su mayoría y por supuesto con excepciones en los que no voy a entrar) situaciones de egoísmo, de insatisfacción con lo que tenemos, de ambición de tener, y en resumen, de absoluta desconexión con nuestro Ser.
La falta de continuidad en la narrativa de nuestra vida, donde las pequeñas partes de lo que vamos contando en las redes sociales son piezas de un puzzle jamás reconstruido, siempre inacabado, no ayuda a consolidar nuestra identidad. Buscamos siempre aprobación y likes. No queremos críticas, solo subimos fotos en las que salimos guapos/as, atléticos/as, triunfantes…
Si a la falta de contacto humano, le añades exceso de contacto tecnológico y ausencia de contacto interior, con uno mismo, el resultado es una pérdida de motivación.
Si tu Ser (calcetín) solo se siente realizado dentro de lavadora, en esas experiencias alienadoras, tienes un problema. Y tarde o temprano te explotará en las manos, o más bien, ese tipo de problemas explotan de dentro hacia afuera. Son como granos subcutáneos.
Mi consejo es el siguiente: apaga unos días tus relaciones exteriores tecnológicas y escucha lo que hay dentro de ti. Sea lo que sea, incluso un eco de tu propia soledad; es mejor que te enteres antes de que el sonido sea demasiado aterrador.
Para contar algo hay que vivir mucho, igual que para tener un vaso de zumo hay que usar muchas naranjas. Vive más, cuenta menos. Y disfruta de tu tiempo en el cajón. La vida es lo que ocurre mientras tu vas haciendo planes de que ocurra algo (que tu crees importante).
Paz y Bien, Álvaro el biciclown.
P.D. Tal vez te sirva ver las lecciones del Curso online Vivir con propósito. Aquí te las dejo.
Cuanta razón tienes, hace falta más mirar dentro, hay demasiada exposición de cosas superfluas que aburren.
Aunque a veces se encuentra gente, como tú, que hace que valores y pienses. Gracias Alvaro
Hay que mirar adentro. Desde luego
Gran clase
Ojalá en la universidad hubiera clases como estas y también profesores que hayan vivido así
Es difícil esa combinación de teoría y vivencias. No en vano ya tengo medio siglo, jajaja.
Me encanta la parábola del calcetín 🙂 Ahora siento que empiezo a recoger todo lo sembrado durante este año diferente. Apagar la TV, aparcar relaciones que nada o poco me aportaban, austeridad en todo… Ha sido un tiempo lleno de descubrimientos, de atreverme con retos que en otras circunstancias jamás me hubiera planteado. Un paréntesis rico en oportunidades para crecer. Al igual que los árboles después de la poda noto cómo están brotando ramas nuevas y más fuertes. Solo necesito un poco más de tiempo. Ya casi es primavera.
Si que es una palabra molona. Ánimo
Así parece ser, y tu curso on line VIVIR CON PROPOSITO ayuda a entenderlo mejor.
GRACIAS POR ESTE ARTÍCULO!!
Gracias a ti Ana.