Tarnow (Polonia). Todo empezó mal, muy mal. O en realidad empezó bien. Si has leído mi último libro, Abrazar la incertidumbre, sabrás que los del Walkie-Talkie lo tienen todo organizado. Primer la compañía canceló el vuelo por cuatro días (sin pagar alojamiento ni comidas ni tan siquiera un triste espeto en Málaga) y luego lo suspendió por  otras 24h. Por fin nos llevó a Katowice pero…, extravió una maleta que contenía tres alforjas.

La ruta del Wístula en Polonia

Unos desconocidos, ahora amigos, nos alojaron en su salón. No digo casa, porque era tan pequeña que solo nos pudieron abrir su sofá y su corazón. Esto último es lo único que debes tener bien dispuesto cuando quieres ayudar. Lorena desgastó el sofá durante dos días seguidos, porque aunque la maleta llegó el lunes, su salud se esfumó el domingo por la tarde.

Y así fue que nos vimos obligados a pedir a nuestros amigos un poco de paciencia para que se recuperará. Ellos tenían paciencia, pero la salud de Lorena necesitaba algo más que cariño y un sofá.

El miércoles por la mañana, con 38 grados y medio, la chica, Gozia (que es médico) decidió que había que ir al hospital. De ese hospital Lorena no saldría en tres días. Menos mal que teníamos un seguro de Iati. Aquí puedes pedir el tuyo con descuento.

Por fin la rescaté de las manos de un Profesor del Hospital que no me dejaba visitarla. Eso fue viernes. El domingo ya estábamos en ruta. Su Covid fue severo, con principio de neumonía, pero chica fuerte y cabeza dura son un buen remedio.

Nuestros amigos nos acompañaron un día y nos dejaron con la boca abierta por su generosidad.

Ya estábamos siguiendo el río Wistula. Polonia tiene algunos carriles bicis pero la mayoría no terminados. Y eso dificulta el camino pues no te imaginas que el sendero acaba ininterrumpidamente.

Pero cuando el carril no se para, el pedaleo es hermoso, sin coches, en plena libertad. Los coches es otro capítulo en Polonia. No hay el respeto aquí que hay en España. Y eso lo escribo hoy que dos ciclistas han sido asesinados por un conductor en Almería esta mañana. Descansen en paz.

Aquí en Polonia si existe lo del 1,5 metros para adelantar nadie lo conoce. Hace unos días una furgoneta se me tiró encima de forma voluntaria, para indicarme así que me fuera de la carretera. Eso hace que muchas veces acabemos pedaleando por las aceras que conectan los pueblos, que cuando hay, son grandes y pedaleables. Una ventaja.

La falta de paciencia de los polacos en ruta puede tener conexión con un pasado histórico lleno de limitaciones. Ahora que el comunismo se ha acabado no van a aguantar que nadie les diga lo que tienen que hacer.

De ahí que cuando puedes recorrer una ruta en bici para ti solito disfrutes viendo los bosques y las cigüeñas en sus nidos.

Los Tatras

Y rumbo al sur, con la salud de Lorena cada vez más mejorada, nos despedimos de Polonia para entrar en Eslovaquia y dar la vuelta a las montañas conocidas como Tatras. Majestuosas moles, que, sin embargo, están llenas de osos. Por las noches al acampar teníamos que colocar la comida en el algún árbol, como tuve que hacer en Alaska durante la vuelta al mundo.

No cambiaron mucho las cosas con los conductores aquí y también hay que andar mirando por el espejo todo el día. Cuando veo ciclistas sin espejo retrovisor en la bici pero con casco pienso que tal vez se creen seguros. Es el espejo lo que evita el accidente. A mí me ha salvado la vida varias veces.

Atravesando la parte alta de la ruta, pudimos disfrutar de noches en pleno bosque, sin más ruidos que el de algunos pájaros nocturnos. Los ciervos se retiraban al vernos y los zorros se escapaban corriendo transformándose en esculturas de madera en la lejanía.

La Velo Dunajec

De vuelta a Polonia recorrimos otro río el Dunajec. Ahí nos bañamos al atardecer y en sus aguas descansamos la mirada al atardecer. Un lugar mágico. Esperemos que terminen pronto la ruta que es parte de la Eurovelo 11.

Las noches al bajar de 400 metros son menos frías, pero sigue siendo necesario un poco de calor. Y qué mejor que el calor humano.

Con Lorena recorrimos juntos el año pasado durante tres meses España y parte de Portugal y Andorra. Subimos puertos como el Tourmalete, el Aubisque, Aspin…, y ahora nos hemos venido hasta el centro de Europa para adentrarnos en la belleza de los bosques polacos. Aquí todo es casi perfecto, no perfecto como en Suiza, sino casi perfecto.

Los carriles bici no están terminados, los conductores no tienen paciencia, la gente saluda poco o nada, pero la cerveza vale menos de un euro.

Terminaremos este viaje en Zurich, visitando una familia que conozco desde el 2007 en Cairo (Egipto). En aquélla época Danu y Corine no tenían compromiso ni hijas. Ahora Sina y Nora son su compromiso más firme y hermoso.

El amor cuando da frutos es como una tormenta que da un arco iris. Fecunda luz de colores.

Lo de viajar en pareja

Durante más de 15 años he viajado en solitario. A veces he encontrado compañeros de viaje pero por poco tiempo. Ahora viajo con Lorena. Todo es más bonito compartido, pero no en el sentido tradicional de partir con alguien, sino crear con alguien. Ser a veces bufón y otras espectador. En el amor el reparto de papeles estanca las personalidades. Los compromisos, sino son del estilo de Sina y de Nora, son papel mojado que constriñe.

Amar es dejar, soltar, aceptar. Ir mientras vamos, hacer mientras reímos.

Ser lo que eres debe ser tu única responsabilidad en este mundo. Algo más fácil de escribir que de hacer. Ser lo que eres, significa estar en observación permanente. Estar en el instante que vives, sea de sol o de lluvia.

Cada día que pasa, y cuantas más conversaciones tengo con jóvenes que quisieran vivir mil vidas en una, más me reafirmo en aquélla vieja intuición; la vida son dos días. Y no vale la pena vivirla rascándose las heridas, lamentándose por la ropa mojada. Vivir es un verbo que se conjuga en infinitivo, no en pasado ( he vivido) ni en futuro (viviré). Vivir es construir algo con tus manos (escribir por ejemplo), diseñar, pintar, curar, hacer reír. Salir de tu mente para entrar en el camino de la vida, ese en el que hay mosquitos, barros, Covid, accidentes y muerte. El camino de la vida es un sendero de incertidumbre. Cuando comienzas a abrazarla la tormenta te lava las heridas. Baila con ella, no corras, eso es ser lo que eres.

Paz y Bien, el biciclown.