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Cinco consejos para enfrentar tus miedos

Leyendo el magnífico (aunque complejo y por eso magnífico) libro de Trungpa Chogyam «Loca sabiduría» hay un capítulo sobre el miedo y la muerte, y me ha activado una serie de consejos o reflexiones sobre el miedo y cómo enfrentarlo.

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Muchas veces me he referido al miedo con las siguientes declaraciones:

– el miedo es inútil. Y es verdad porque hagas lo que hagas sucederá lo que tenga que suceder. Si tienes que hacer algo va a ocurrir, con o sin miedo. Es como si llevaras puestas unas gafas de sol y tuvieras que nadar. Vas a nadar. Podrás dejarlas en la orilla y tirarte con ellas. El miedo, las gafas, no impedirán la acción: nadar.
el miedo hace que ocurra lo que temes. Una vez vi a una persona andando en bici con miedo. Iba delante de mi diciendo que la ruta era peligrosa y que se iba a caer. Se cayó. «Ya te lo dije«, exclamó. Su comportamiento, no su miedo, hizo que moviera demasiado el manillar y condujera su bici fuera del carril. Esa persona lo achacaba al miedo. Yo creo que fue simplemente falta de concentración.

En el citado libro también conecta el miedo con la intuición.

La verdad es que el miedo es algo sumamente interesante. Además de sus aspectos de pánico y ceguera, también contiene intuición. Al parecer, entonces, si uno abandona la esperanza de lograr algo, en el momento en que se pone en contacto con su miedo también se pone en contacto con su intuición. Y los medios hábiles surgen espontáneamente del propio miedo que, al parecer, es sumamente ingenioso. De hecho, es lo contrario de la desesperación. Pero el miedo también contiene un elemento de pánico, una actitud de sordomudo; como usted bien sabe, uno intenta hacer las cosas lo mejor que puede. Sin embargo, el miedo sin esperanza parece ser algo muy perceptivo. (…) Cuando uno se pone en contacto con su miedo, se
da cuenta de que ya ha saltado, que ya está suspendido en el aire. Y el darse cuenta de eso hace que uno se vuelva ingenioso. (…) La esperanza y el miedo representan esa especie de tira y afloja de la dualidad, la materia prima de todas las emociones. Todas son un aspecto diferente de eso y parecen contener una esperanza y un miedo. Todas las emociones ejercen atracción o magnetismo, y también repulsión.

No resulta fácil la primera lectura de este párrafo y tendrás que releerlo. Al menos a mi me ha ocurrido. Su descripción del miedo como intuitivo es muy potente. Cuando salí a dar la vuelta al mundo en bicicleta en el 2004 tenía la intuición de que era lo correcto, a pesar de mis miedos. Antes de tomar la decisión solo tenía miedos. Pero al tomarla, los miedos dejaron paso a la intuición, la cara B de la toma de decisiones. Queremos tener intuiciones pero no aparecen hasta que no dejemos que el miedo nos hable. Y el miedo no nos habla en un lenguaje esperanzador. Lo hace sin prometernos nada, es más, es descorazonador, desmotivador, desilusionante. El miedo resta valor, esa es su naturaleza. Sin embargo, si corremos ese velo, encontramos la intuición que nos dará la fuerza para avanzar.

Pero debemos «abandonar la esperanza de lograr algo». No me lancé a dar la vuelta al mundo buscando gloria, fama, dinero…, sino buscándome a mi, a mi esencia. Mi yo no podía seguir oculto. 

Medios para dar la vuelta al mundo no tenía, pero «los medios hábiles surgen espontáneamente del propio miedo que, al parecer, es sumamente ingenioso». Nunca imaginé cómo iba a ganarme la vida durante la vuelta al mundo, pero escribí libros, vendí en la calle y hasta estuve cuidando animales en Australia. (En el curso vivir con propósito hay una clase extra de cómo monetizar tu propósito)

Para volar no hacen falta alas, solo ganas de volar, y las alas crecen, decía el filósofo Gaston Bachelard, cuando se ha volado. Y yo creo que ni siquiera, que se vuela sin alas. «Cuando uno se pone en contacto con su miedo, se da cuenta de que ya ha saltado, que ya está suspendido en el aire. Y el darse cuenta de eso hace que uno se vuelva ingenioso.» Es al volar, y ver que no tienes alas, que empiezas a discurrir cómo salir de ahí, cómo aterrizar.

No pensé en cómo ganarme la vida, al terminar la vuelta al mundo, hasta que terminé la vuelta al mundo. Y entonces aparecieron las conferencias, los libros, el canal de Biciclown Plus….

Pero nuestra naturaleza acostumbrada a controlarlo todo, a predecir el tiempo de mañana, cuando se estrellará el próximo meteorito, cuánto subirá la inflación, nos pregunta también por los resultados de nuestros sueños sin concreción. Y nos derrumba la lógica. No tenemos respuesta y renunciamos. Nos olvidamos de la intuición. De ahí que uno de mis libros se llame Una declaración de intuiciones.

La esperanza y el miedo nos tiran, cada una, de una mano. Tenemos esperanza y queremos hacer cosas, del otro lado el miedo nos retiene, nos susurra palabras que siembran en nosotros incertidumbre. Curioso pues, que otro libro se titule Abrazar la incertidumbre.

Tengo la convicción de que mis libros y mis vídeos tendrán mucho más recorrido cuando yo muera. Entonces la gente se acercará a ellos y encontrará que mi vida estaba siendo coescrita en mis libros. Como si alguien fuera escribiendo mi biografía a tiempo real.

La gente verá en mi vida una aplicación práctica de mis libros. La teoría, en mi caso, ha venido después de la práctica. Primero he vivido, luego lo he contado.

Al revés de la mayoría de los gurús de hoy en día. Que no viven y ya lo están contando. Como ese turista al que le preguntan.

  • ¿Qué tal el viaje?
  • No se – responde- tengo que revisar las fotos aún.

Paz y Bien, el biciclown.

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