Nadie le obliga a hacer pan, y algunos ni se lo agradecen. Pero cuando sus dedos giran una y otra vez la masa, y otra, y otra, sus pensamientos estan en Brazaville, y en el fin de mes que se viene, y que le permitira estar de nuevo 48 horas con su familia.
El gesto de Richard haciendo diariamente siete bollos de pan, dignifica al ser humano. Sus manos no matan, ni roban, ni firman ordenes de trabajo de 24 horas siete dias a la semana, sus manos dan placer a nuestras bocas y sosiego a nuestros estomagos.
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