Se que nadie me ha pedido hacer lo que hago. Soy, desde hace años, mi propio jefe. Pero descorazona un poco la falta de pasión. No obstante lo sigo intentando. Los obstáculos hacen que mi interés aumente. Conozco los efectos positivos de la risa. Los he visto en cientos, miles de personas. Reírse es la mejor medicina contra la depresión y acorta la distancia entre las personas. Y en Japón hace falta acortar esa distancia. Es uno de los 62 que llevo recorridos más fríos. No ya solo con el extranjero sino entre los mismos japoneses. A diario me cruzo con personas que les dicen a sus ojos que no me miren. Si en un lugar te puedes sentir solo es en una abarrotada calle de Kyoto. Japón no engaña a nadie. Es limpio, silencioso, respetuoso y frío. Me congratula saber que los amigos japoneses que voy haciendo lo ven así también.
Como Leah, una norteamericana con casi 40 años de estancia en el país del sol naciente. Su marido Hiroo lo siente también así. Shin, un couchsurfer que me aloja en Osaka, lo corrobora. Y eso que él es un gran anfitrión. Me llevó a cenar a un bar en el que la especialidad era el pollo. Se lo comen todo, hasta la cresta. Por la noche charlábamos al calor de vino de Nueva Zelanda cuyas uvas él mismo vendimió. Fue en la granja de un japonés que emigró al hemisferio sur para hacer vino. Al día siguiente el hermano del productor del vino, que vive en Oska, ofrecía una cata en su casa. Shin le llamó para que me invitara y la respuesta fue no. Shin estaba disgustado por la reacción de su amigo. Son sorpresas que a mí ya me pillan de vuelta.
En Osaka volví a ver a mi viejo amigo Daisuke. www.daisukebike.be, el japonés que recorrió durante once años el mundo en bici. Sus padres le apremian para que busque trabajo y Daisuke le saca polvo a la bici pensando si debe hinchar las ruedas y volver a la ruta que tantos amigos le ha regalado.
La carretera genera adicción. Renovando a diario tu horizonte es difícil someterse a una rutina. Lo nuevo, lo imprevisible, la incertidumbre, llenan de sangre el blanco de los ojos del nómada. Y digo nómada y no viajero. Los viajeros de hoy en día van de hotel en hotel y tiro porque me toca. Los nómadas, los que no saben donde dormirán mañana, son para mi los poetas del camino: empezando un Haiku sinsaber como terminarlo. Como esta crónica.
Tras pasar unos días frente al mar interior de Japón, con Leah y Hiroo, pescando a la mañana, y trabajando en el campo a la tarde, he sentido que encontraba un lugar para mí. Fue solo un espejismo. Mi lugar aún está entre mis piernas. Es una bicicleta con la que trato de descubrir seres encantadores a mi paso: como Aimi que me aloja estos días en Kyoto. Con una casa de menos de 40m2 la comparte porque aprendió hace tiempo que para alojar a alguien no hacen falta alfombras persas sino corazones de terciopelo. Y ella lo tiene. Sueña con recorrer Japón en bici y lo hará. Como Mafa, una alemana que me compró la primera foto que vendí en la calle en Japón. Ocurrió después de que la policía me echara, con buenos e higiénicos modales, de la esquina donde lo intenté por primera vez. Mafa tiene, con apenas 20 años, la certeza de que viajará en bici. Sus ojos azules tienen el color del infinito.
Aún no me creo que el primer teaser de La Sonrisa del Nómada haya salido a la luz. No es más que el primero de una serie de entregas que culminarán con la película que esperamos salga en Septiembre. Fllmina está volcándose a tope en la ejecución y con la calidad que caracterizó A la velocidad de las mariposas, este nuevo documental será un éxito POPULAR. Por eso lo del clownfunding. Queremos y necesitamos que sea de todos. Sin vuestra ayuda es imposible.
Un día ventilaré las finanzas de lo que cuesta la Sonrisa del Nómada. De momento os pido que os unais al proyecto. Necesitamos más productores, pequeños, grandes, virtuales o reales.
Con la sonrisa siempre a punto y el alma de terciopelo , Paz Bien, el biciclown.
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Espantapájaros con peluca: Lo máximo en Japón.
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Guerreros a la entrada de Kyoto
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Yasura te puede atrapar con su tranquilidad
Gracias por compartir,me he quedado alucinado con lo que has escrito,super bueno y a ver que puedo hacer.Un fuerte abrazo compañero.
nos ha sentado de maravilla leer tu crónica por la mañana. Buena suerte!
Hola Álvaro, la verdad es que lo de «Japón, país de contrastes» suena un poco a agencia de viajes pero es verdad. Yo fui a ver a un amigo el verano pasado y las personas a las que conocí mostraron conmigo y con mi novio una hospitalidad que nos impresionó, así que espero que encuentres a más gente como ellos!
Doy clases de español a extranjeros y que sepas que he hecho ejercicios aprovechando tus libros, tu página web…¡es que das mucho juego!
ánimo
No puede ser más descriptivo tu relato sobre Japón y su cultura. Y encima nos llevamos una sobresaliente reflexión sobre el sentido de la vida. El dilema de el Biciclown, el de Daisuke, el de todos nosotros… Paz y Bien para el Biciclown. Ánimo Álvaro
Como siempre, la opinión justa, en el justo momento del camino y del lugar,, Un abrazo… no será fácil… son otras culturas, aunque la risa sea universal… Besos Cris y Horacio
Alvaro, cuando des la vuelta al mundo y llegues a Neuquén…muy lejoos de donde estás, allá abajo en la patagonia, compleja en sus montañas y estepas ptagonias, te vamos a llenar de sonrisas, te vamos a llenar de comidas y de lugares.
stefanie
«Los viajeros de hoy en día van de hotel en hotel y tiro porque me toca. Los nómadas, los que no saben donde dormirán mañana, son para mi los poetas del camino: empezando un Haiku sinsaber como terminarlo. Como esta crónica.»
» Conozco los efectos positivos de la risa. Los he visto en cientos, miles de personas. Reírse es la mejor medicina contra la depresión y acorta la distancia entre las personas.»
Éstas dos, calaron en el fondo de mi corazón.
ÉXITO Y ÁNIMO!!!!
desde Santiago de Chile.
Hi,Alvaro,
I’m Amily in China,Xining city. I always remember your face, your laughing face. You give me happy always. Thank you, keep going. Take care always!
Vamos Alvaro; aun te sigo como si yo mismo fuera encima de tu bici; espero ansioso tu boletin mensual.
Un abrazo