Zurich (Agosto 2020)
La báscula se disparó hasta los 67 kilos. Si, es cierto que no había quitado la botella de agua y eso ya es un kilo y medio extra, pero sin agua no podría llegar muy lejos.
Como si de un ritual se tratara, el peso de la olovbike en la tienda de bicicletas del amigo Koos Kroon en Barcelona, marcaba el inicio de otro viaje de verano. En el anterior la báscula llegó a los 55, pues no llevaba alforjas delanteras, pero en esta ocasión las incluí en el equipaje. Si a la bici, equipada para viajar, le faltan las alforjas delanteras es como si viera un pájaro con un ala. No me parece que vaya a volar muy lejos.
El año pasado me fui en bici al Himalaya y a Tajikistán (ver documental Pedaleando con el corazón), pero en esta ocasión y debido a la situación de pandemia general, he optado por un viaje que no incluya aviones. Así que arranqué de Almería rumbo al norte.
La primera etapa la haría en bus hasta Barcelona. Una vez superadas las reticencias del conductor de Alsa que no estaba muy predispuesto a meter la bici en la bodega del bus, casi vacía, hasta que yo no hiciera algo de magia y la cubriera con un plástico, nos pusimos en marcha. Ya de noche llegué a Barcelona, y volví a hacer la magia para sacar el conejo de la chistera, digo, la bici del plástico, y pedalear hasta casa del amigo Koos.
¿Qué plan tienes para mañana? me preguntó mientras me ayudaba a meter la bici en su tienda.
No lo se, si tienes alguna propuesta…
Al día siguiente salí de Barcelona pedaleando para encontrarme de nuevo con Koos y sus tres hijos que iban de excursión en bicicleta hacia los Pirineos.
Todo viaje tiene una fase de prueba del autor. Un acontecimiento, o dos, que requieren de tu paciencia y monitorean tus niveles de aventura. A los diez kilómetros de salir de Barcelona tuve el primer pinchazo. Al revisar la cámara repasé todos los parches que había colocado el verano pasado en Tajikistán, y que ya había olvidado. Mi historia se cuenta a través de esos diminutos agujeros cubiertos de pegamento.
La bici me reclamaba cariño. Desde el verano pasado no la había usado mucho, si en cambio la Brompton, y ahora me demandaba atención con ese pinchazo. Lo reparé y continué camino hacia Pirineos.
El camino que Koos eligió para sus vacaciones en bici con sus hijos de 17, 15, 12 años no era asfaltado ni plano. Algunas cuestas tenían un desnivel del 25%. Empujar no era fácil con los pies resbalando en las piedras sueltas. Apenas un par de días en su compañía hasta llegar, literalmente, al final de la pista de piedras y tierra. Un lugar de silencio y de agua. Un lugar tan perdido que me invita a perderme en el futuro. Veremos lo que el destino me depara.
Seguí ya solo rumbo a Francia cruzando de nuevo los pirineos, señal de que un viaje comienza o termina. La última vez que los crucé era para dar por finalizada la vuelta al mundo. Ahora para iniciar un viaje de dos meses por Europa visitando amigos, sin otra ruta definida, que la que tuviera como parada y fonda la casa de esas personas que ya son parte de mi vida.
Un viaje alrededor del mundo es en verdad muy peligroso porque es interminable. Primero recorres el mundo y descubres personas afines a ti, a tus gustos y sentimientos, y después, vuelves a recorrerlo para visitar a esas personas que, al tener familia, no disponen de tanto tiempo como el nómada que hace nido en cualquier rama que soporte su peso.
Francia recibe al viajero en bicicleta con un pan que alimenta solo de olerlo, con un queso que te tienta en cada esquina, y con campos preñados de vides en verano que reclaman ser retiradas con urgencia.
En el mapa de papel regalo de mis amigos de Mapiberia, mis ojos buscan las manchas oscuras, las curvas de nivel, los pasos más altos, donde poner a prueba mis fuerzas. Las dos semanas de entrenamiento con el método Alpha50 me han venido de maravilla y puedo mover la bici con todo su peso, hasta los pasos míticos como el Galibier, Izorad, Liseran… Si quieres adquirir ese método escríbeles de mi parte y te atenderán con cariño.
El sol en agosto en estas alturas dora la piel y pronto el turbante queda empapado por el sudor. Busco campos despoblados para acampar, ducharme y cocinar. Otra novedad en este viaje es que cuento con el asesoramiento de Marta, que me va indicando recetas que me permiten comer más equilibrado y aumentar mis dosis de proteína necesaria.
Una buena forma física y una buena alimentación, pueden acercarte a tu objetivo, pero caerán en saco vacío sin un propósito firme. Y en mi caso, en este viaje, el propósito sigue siendo el autoconocimiento y la observación para aprender a aceptar mejor lo que me ocurre en el día a día. Situaciones molestas o incómodas que no podemos cambiar sino aceptar. Como aquél pinchazo a la salida de Barcelona, o cuando un coche está a punto de arrollarte, o cuando decenas de motos rompen el silencio de la mañana, o …
Vivimos en un mundo cambiante e incontrolable. Debemos asumir que por más que la busquemos, la seguridad es una quimera. Ni la vida es segura, ni el futuro se compra, ni la felicidad se ata a la mesa, ni el verano dura todo el verano.
Insisto en eso en el curso Vivir con propósito, aceptar para cambiar nosotros sin tener que cambiar lo que es imposible de modificar. No controlamos a los demás pero si podemos dominar nuestros pensamientos de rabia, envidia, ego… Es en realidad lo único que podemos hacer con ellos.
El viaje me condujo, sin quererlo, hasta Suiza donde algo importante se cocinó en Septiembre de 2001.
En ese año y en ese mes, recorrí en bici Suiza para preparar el viaje de Kilómetros de Sonrisas (2001-2003) por Sudamérica. Allí comencé a experimentar las dificultades el camping libre en este país y, aún sin conocer bien las razones, descubrí la peculiaridad del caracter de los suizos, cambiantes como el clima aquí.
Ahora mi finalidad no era prepararme para un viaje sino disfrutar del viaje y volver a ver a otra familia querida y conocida en la vuelta al mundo.
Danu y Corine pedaleaban por Sudán en el 2007 cuando nos vimos por primera vez. Más tarde en El Cairo coincidimos de nuevo y en el 2016 pasé a visitarle por su casa en Zurich durante mi vuelta al mundo. Incluso vinieron a la llegada del fin de la vuelta al mundo en Oviedo el 19 nov 2017 con su hija Sina. Hoy he venido a conocer a su otra hija, Nora, que nació en el sofá de su casa donde escribo esta crónica.
En su casa no hay televisión, poco escuchan las noticias, comen los cuatro juntos y a las ocho de la mañana, Sina se va de casa hacia el cole, con casi seis años caminando sola medio kilómetro. Dándole autonomía a las niñas, dejándolas equivocarse es como las van educando. Todo bajo una supervisión que no se aprecia, unas miradas que no se perciben. Así es Suiza. Crees que nadie te ve pero te observan. Cuando acampas y te crees solo, alguien te vigila desde lejos aunque no lo ves. Si lo haces todo correctamente no tendrás problemas, pero si tiras, por ejemplo, la basura en el saco de plástico no oficial, puede que la policía toque a tu puerta y te muestre la bolsa acompañada de la multa.
Mientras el sol se ponía ayer sobre las colinas que rodean Zurich, remaba en una plancha sobre el lago de esa ciudad acompañado de Corine en otra plancha. Son los últimos días de verano y hay que aprovecharlos porque el frío comienza a sentirse en las mañanas.
Quedan en Suiza un par de días de sol y serán suficientes, espero, para llegar a la frontera con Italia.
Aquél pinchazo en Barcelona me ha traído un montón de buenos encuentros. Como si yo atrajera la buena energía, se detienen a hablar conmigo aquellas personas que se sienten atraídas por mi estilo de vida incierto e imprevisible. Personas que quizás en esta o en la otra vida acabarán siguiendo sus sueños más profundos, los que te vuelven la vida patas arriba.
Porque vivir, o lo haces a lo grande o no vale la pena. Más años vivo así y más convencido estoy de que de la vida no te llevas más que la satisfacción personal de haber acumulado risas, amaneceres, comidas con amigos, paseos por la montaña, conversaciones con las nubes…, la vida es un despropósito si la quieres vivir con un calendario en la mano.
Mañana emprendo el rumbo de regreso hacia los pirineos, lento e improvisado, visitando más amigos por el camino y dejando que los pinchazos escriban mi historia.
Paz y Bien, el biciclown.
A diario voy publicando historias en Instagram de mi viaje. Todos los mensajes que me llegan por correo electrónico los puedo contestar, por otras vías me es muy difícil. Gracias por usar el formulario de contacto de esta web.
Alvaro,siempre me apasiona leerte,sos un referente para mí,eh realizado tres viajes en solitario en la bici por mi querido país(Argentina)y en los 14 días «libre»que me dejaba mi trabajo después de un año de rutina,esos viajes afianzaron mis sueños de viajar de esa manera y ayer justamente tome la decisión de renunciar a ese trabajo,a por mis sueños.Ojala algún día te pueda conocer en persona, abrazo grande
Álvaro, eres un referente de actitud, valores, sencillez, humor , esfuerzo y en eso es en lo que intento fijarme. NADIE puede ser perfecto pues cada quien percibe de forma diferente al otro. Tú experiencia es una enciclopedia para muchos, porque esos muchos a los que me refiero sienten muy parecido a ti y tu les refuerzas sus sentires, sus sueños , sus valores; así que agradecida por lo que compartes también en tus días de descanso. Todo lo que nos transmites tiene una enseñanza o, ante mis ojos es lo que percibo.
Me encantan tus viajes en bici aunque sea ir a las duchas del camping… , porque igualmente le metes arte a lo más simple.
Un fuerte abrazo que percibo con olor a buen queso.