Solo si el viento es favorable, la patera con harapos se lanza a las aguas no siempre tranquilas de este lago. Se han llegado a ver aqui olas de hasta 7 metros. Por poco mas de medio euro, el patron me condujo a Kova y a mi a salvo hasta Likoma. En la barca, converse y bromee con algunos de los otros 8 pasajeros. El patron no se hara rico con este servicio, aunque tampoco gasta demasiado en la manutencion del barco. Velas rotas y cuerdas deshilachadas hasta el infinito son el motor de este barco.
Al llegar a Likoma hay que mojarse un poco para ganar la playa. Los baobas y los mangos aun sin fruto, me dan la bienvenida a esta isla. La primera bicicleta rodo por sus pistas de arena alla por 1902.