El golpe no parecia mucho mas fuerte que otros que se llevo la pobre Kova, y sin embargo las consecuencias serian nefastas. La llanta delantera se rajo y el freno delantero tuve que desconectarlo. Debia atravesar toda Nigeria y parte de Camerun con la llanta rota y un solo freno.
Pero el maestro Fran desde Oviedo tenia de nuevo la solucion: un par de martillazos en la parte de la llanta que se habia levantado y listo. Confieso que eso de darle golpes a la llanta me dolia en el alma, pero si el Gran Fran decia que era la mejor solucion, habria que hacerlo. Busque lo mas parecido a un taller de mecanica y le pedi un martillo. Aquello era magia. El primer golpe aplano una de las paredes levantadas de la llanta. El otro lado estaba peor, pero aun y todo pude dejarlo mas o menos derecho. De nuevo podia conectar el freno delantero.
Mientras estaba reparando la llanta vino un gracioso a sacarse una foto, y como no podia ser de otra manera lo queria hacer sacando pecho. Para que se notara bien lo fuerte que el estaba, me quite la camisa y le hice de ruin competencia. Su autoestima subio por las nubes.
La mia tambien, por haber conseguido hacer de mecanico de urgencias. Curiosamente en la misma ciudad en que yo me cure de la Malaria cerebral, Kova fue reparada.