El sabor de un país no hecho para ciclistas

«No, aquí no, se paga en otro edificio a dos kilómetros de aquí llamado el museo«, nos replicó la encargada como si nuestra intención de pagar la entrada en la recepción fuera la idea más descabellada del mundo.

Antes de llegar al lugar designado para pagar la entrada al parque vimos un comedor con algunos clientes, la mayoría empleados del propio parque. Preguntamos el coste por un almuerzo y, debido a que llevábamos aún un día en Costa Rica, no comprendimos muy bien el precio: 4800 colones por persona. Al segundo bocado a la carne en salsa las matemáticas hicieron acto de presencia.

«¡¡¡No son dos dólares por cabeza, sino diez!!!» le digo a Martina mientras alejo el plato de mi alcance.

«Ah es verdad…», me dice «porque 500 colones son 1 dólar»

De no haberme comido ya los tomates y parte del arroz con frijoles hubiera devuelto el plato a la cocina. Era demasiado tarde. La comida ya no sabía rica sino cara. Alargamos cada bocado como si fuera la última lata de conserva de Robinson en su isla, y llegado el momento de pagar me acerqué a la caja tratando de explicar que pensábamos que los 4.800 colones era por los dos almuerzos, no por uno solo. Le mostré que no teníamos más colones pero el cajero me observaba con mirada de Gioconda. Un cliente que estaba comprando unas bebidas, Ernesto Arenas, se apiadó de mi situación y nos pagó un almuerzo. Gracias amigo ebrecor@gmail.com pero la coca-cola te salió a precio de caja de doce.

Repletos de arroz y vergüenza pedaleamos hasta la oficina de pago. Allí nos explicaron que la entrada al parque son diez dólares por día. No es lo que dice el cartel de la entrada pero el funcionario, como buen servidor público, no deseaba reconocer la obvia contradicción de que en el cartel se especifica que por acampar son dos dólares POR DIA, pero en el apartado de la entrada no se especifica nada de eso. Deshicimos los ocho kilómetros bajo el mismo e intenso follaje que nos dio la bienvenida y volvimos a la carretera principal.

Otra de las razones por las que Costa Rica no es Shangrila para los cicloturistas es que las carreteras carecen en su mayoría de lugar seguro para pedalear. Basta ver la foto. Y en las ocasiones en los que lo hay te obligan a ir a una velocidad mínima solamente conseguida por Indurain cuando batió el record de la hora. La bici del gran Miguelón pesaba diez veces menos que las nuestras dicho sea de paso. Incluso hay carreteras que, siendo las únicas posibles de tomar, prohiben la circulación de ciclistas, como ocurre en la que abandona Puntarenas rumbo al este. Como sucede en muchos países cuyas políticas hacia la bicicleta son restrictivas, he visto más bicis en la parte de encima de los coches que en la ruta.

Para llegar a Puntarenas puede tomarse un ferry desde Playa Naranjo cerca de Nicoya. Un ferry que si cuesta dos dólares por personas, te carga en cambio cuatro dólares por cada bicicleta. El empleado ni siquiera te deja poner la bici a la sombra y, para amarrarla, puedes usar los cordones de tus zapatos.

No se si hace falta que de más motivos para entender porqué recorrimos Costa Rica en apenas diez días. Pero basta ver la calle principal de Jacó para entenderlo. Esta lleno de estadounidenses que han traído sus Hello, sus cervezas a las doce del mediodía, su pensión de jubilación que aquí les rinde mucho más, y han dejado en su país su ex, sus hijos, sus camisas y sus frustraciones. Aquí inician una vida donde el que tiene dólares marca la ley. Han conseguido que las propiedades estén sobrevaloradas pues nadie puede pagar por una casa en la playa lo que ellos pueden cotizar al contado. En Jacó he visto a un niño de seis años conducir una cuatrimoto. No es que no llegara al suelo sino que los brazos no le llegaban siquiera al manillar. Sus orgullosos papas gringos babeaban al ver a su baby seguir sus instrucciones

«Yes baby, keep going, yes push, well done»

Desde que entramos en Costa Rica comprendimos que preguntar en un hotel el precio de una habitación hubiera sido como tratar de pujar en una subasta de Sotheby´s.

Primero fueran las hermanas franciscanas las que nos dieron lugar y cuatro huevos en el salón de su casa. Luego la Cruz Roja de Liberia (gracias Zavala), luego la de Nicoya en donde nos avisaron que no podían darnos comida y acabaron convidándonos a una barbacoa. En Puntarenas nos requisaron los pasaportes mientras pasábamos la noche en el dormitorio (por seguridad, la suya), y en Jacó volvimos a tocar las puertas de la Cruz Roja (gracias Guillermo). Entonces probamos los bomberos de Quepos (sólo una noche nos avisaron), y como necesitábamos descansar un poco más, al día siguiente fuimos a la Cruz Roja del pueblo (gracias Juan). Y por fin llegando a Rio Claro encontramos la única hospitalidad no pública o institucional, la de Gerson y su familia.

Es un miembro de couchsurfing de quién Daniel (un español que se hizo 3 horas de bus para tomar un café conmigo) me advirtió de su existencia y que nos recibió en su terreno en la playa (la casa la estaban construyendo) y un día más tarde en su otra casita en Río Claro.

Costa Rica nos ha dejado sabor a bomberos, a Cruz Roja y a pedalear por un trocito de Europa colocado en América.

Paz y Bien, el biciclown.

HmnasFranciscanas

Una noche con las hmnas Franciscanas

Velocidadminima

Ciclistas record-hora bienvenidos

SantaRosa CarreteraSantaRosa
Precios del parque

Rumbo a la entrada

5 comentarios en “El sabor de un país no hecho para ciclistas”

  1. juan celis..........juancevi@hotmail.com

    hola mi querido alvaro y martina espero que esten bien, emocionado con tu relato y gracias por darnos a conocer la vida en esos paises . estoy pendiente de cuando estes por venezuela seria un honor hospedarlos este es mi celular: 0414 725 51 57 vivo a una hora de san cristobal capital del estado tachira.
    que Dios los proteja de todo mal y peligro.

  2. pura vida alvaro el saludo por costa rica viaje por ahí hace unos 10 años mas o menos y por comer un casado o un gallo pinto y dormir en unas habitaciones que llamaban cabinas nos salía por unos 10 euros al dia.pero por lo que cuentas las cosas han cambiado a peor será la globalización que cobran las cosas caras hasta en los países pobres. en fin disfruta lo que puedas a tu aire . saludos

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