Su confesion me salvo la oreja, y dandole las gracias sali por piernas de el salon de peluqueria instalado en una esquina del mercado.
Como los pelos me estaban ya incomodando, decidi insistir. En Vilanculos conoci a la Hermana Esperanza que acababa de recibir unas tijeras de peluquera de España. Las estreno conmigo. Hizo un buen trabajo, rapido y limpio. Como recuerdo de aquellos pelos me deje una pequeña coleta, por eso de decir que un dia mi espiritu era el de un leon.
Tras el corte de Esperanza merendamos un poco de jamon serrano y foei gras casero. Una delicia. Luego compartimos unos minutos de oracion. Simplemente dar gracias por las posiblidades que nos da la vida. A mi en concreto, infinitas. Como conocer a estas tres personas, Esperanza, Ana y Pilar (de izquierda a derecha), que entregaron su vida por el pueblo rwandés, aunque afortunadamente no les fue aceptado su ordago.
Tras la huida/expulsión de los blancos, volvieron al campo de Refugiados rwandeses en Zaire para trabajar con quien no tenia nada. Pilar trato de averiguar que hacian en su vida anterior. Tal era la humillación que sentian que no se atrevian a confesarlo. Con paciencia armo un teatro de marionetas que hacia las delicias del campo de refugiados.
Estas tres mujeres son testimonio vivo de una lucha. La unica que vale la pena, la del ser humano que no quiere ser masacrado por sus hermanos.