La vida, como un viaje en bicicleta por caminos desconocidos, nos presenta a menudo desafíos inesperados. A veces, el camino se vuelve difícil, el viento sopla en contra y nos encontramos con obstáculos que ponen a prueba nuestra fuerza y determinación. En estos momentos de incertidumbre, es fácil sentirnos abrumados por la frustración, la tristeza y la impotencia. Me ha ocurrido muchas veces. Si has leído algunos de mis libros, siempre hay historias que no se cómo no han acabado mal. Sin embargo, como nos enseñan los principios del estoicismo, la clave para superar la adversidad reside en nuestra capacidad de aceptar lo que no podemos controlar y enfocarnos en aquello que sí podemos.
El estoicismo, una filosofía práctica que floreció en la antigua Grecia, nos recuerda que la verdadera fortaleza no reside en evitar el sufrimiento, sino en transformar nuestra percepción de él. Intentar evitar el sufrimiento es como intentar nadar sin mojarte las pestañas.
En lugar de resistirnos a los eventos que escapan a nuestro control, como lo son los fenómenos naturales o las circunstancias externas, podemos aprender a aceptarlos como parte del flujo natural de la vida. Al igual que un árbol se dobla ante la fuerza del viento en lugar de romperse, también nosotros podemos desarrollar la flexibilidad y la resiliencia necesarias para adaptarnos a los cambios e incluso crecer a partir de las dificultades. Se que es más fácil decirlo que hacerlo, pero entender que este es el único camino te ayudará a aceptarlo.
El estoicismo nos invita a vivir en el aquí y ahora, sin lamentarnos por el pasado ni preocuparnos excesivamente por el futuro. Al concentrar nuestra energía en el momento presente, podemos apreciar las pequeñas alegrías que la vida nos ofrece y encontrar la serenidad incluso en medio de la tormenta. Si te centras en el presente, el pasado por muy malo que sea, va a quedar atrás poco a poco. No lo refuerces con tus pensamientos.
Al igual que yo encontré apoyo y hospitalidad en mi viaje en bicicleta alrededor del mundo, también tu puedes recurrir a tu red de apoyo: familiares, amigos, vecinos… Compartir nuestras experiencias, tanto las buenas como las malas, nos ayuda a sentirnos conectados y a recordar que no estamos solos en nuestro camino.
Las dificultades, aunque dolorosas, pueden ser valiosas oportunidades de aprendizaje y crecimiento personal. No es momento de sacar pecho, ni de tomar nota de aprendizajes, pero lo que seas el día de mañana dependerá de cómo trabajes el presente.
El estoicismo me ha enseñado que la felicidad no depende de las circunstancias externas (pues son incontrolables), sino de nuestra actitud interna. Al abrazar la incertidumbre y cultivar una mentalidad resiliente, podemos encontrar la fortaleza y la serenidad para superar los desafíos de la vida y construir un futuro más positivo desde el presente.
Paz y Bien, el biciclown
(Foto durante el tsunami de Japón 2011)