Atrás dejaban el Tibet, la tierra que los vió nacer y crecer espiritualmente. Kathok Rikzin Chempo, Ngadak Sempa Chempo y Lhatsun Chepo portaban consigo comida para varios días, banderas de oración y una forma de Budismo que iba a arraigar en esta tierra de hermosas montañas y escarpados valles: la Nyingmapa (el sombrero rojo) creada por el guru indio Padmasambhava.
En el año 1.641 llegaron al norte de Sikkim, muy cerca del Kangchendzonga, y coronaron al primera choyga (rey) de Sikkim. En la chorta ( monumento de oración también llamado stupa o pagoda) de Norbugang aún quedan restos de aquélla ceremonia en la forma de tres tronos de piedra y la cabeza de uno de los lamas impresa en la piedra (comúnmente llamado cabezazo).
Durante la época de mayor esplendor los reyes de Sikkim gobernaban el territorio que hoy comprende Bhutan (actualmente un día de visita a este país cuesta 250 dólares), Tibet (actualmente bajo la denominación China) y
Darjeeling (donde se colecta el renombrado te).
Cuando los ingleses llegaron a Darjeeling, atraídos por el aroma del té, comprendieron que Sikkim era un gran enclave estratégico y ofrecieron un poco de dinero al entonces rey de Sikkim para que les cediera el territorio. Y como el dinero no entiende de castas consiguieron su propósito. Con la independencia de la India, Sikkim y sus reyes, tenían ya puesta la soga al cuello. En 1975 Sikkim dejó de ser monarquía y pasó a ser el estado número 22 de la India.
Para seguir en Sikkim las huellas de aquéllos primeros lamas es necesario permiso especial que se puede obtener en Darjeeling con paciencia y sin dinero. Se ha de visitar la Oficina del Magistrado del Distrito (lunes a viernes, cerrado para el almuerzo), rellenar un formulario, y acudir a la Oficina de Registro de Extranjeros (tres kilómetros más arriba) para obtener un sello en el formulario. Entonces regresar a la Oficina del Magistrado del Distrito (cierra a las 16h) para obtener un salvoconducto de 15 días para visitar el antiguo Reino de Sikkim. Llegué a Darjeeling el viernes a mediodía, y más por intuición viajera que por conocimiento del procedimiento, tramité mi permiso. De no haberlo hecho ese día hubiera tenido que aguardar hasta el lunes. Muchos turistas llegan hasta Darjeeling en un pequeño tren de vapor que atraviesa los pueblos y comparte el ancho de carretera como un coche más. Se pierden así el sabor extraordinario del te tras haber llegado hasta los más de dos mil metros con el propio esfuerzo del vapor humano.
Los 26 kms de carretera entre Darjeeling (2.134m) y Jorethang (445m) son los más empinados que he visto en mi vida. Frenar, parar dar descanso a las muñecas, y frenar de nuevo. Más de tres horas me llevó ese trayecto de pura bajada por asfalto. Parado, contemplando el fluir del río allá a lo lejos y deleitándome con la vista de las estéticas plantas de te, me caí. Fue algo suave y tonto, producto de la ley de la gravedad. Pero la rodilla hinchada no era un buen síntoma para subir al día siguiente desde los 660m de Legship a los 2.000m de Pelling. Otro puerto de 32 kilómetros. En dos días conseguí llegar al monasterio de Pemyangtse (2.085 m) uno de los más hermosos de Sikkim, con sus puertas y ventanas completamente decoradas con motivos de la mitología Tibetana y enclavado en un promontorio rodeado de escarpadas y nevadas montañas.
Por un par de semanas no asistí a la celebración del año nuevo Tibetano (losar) con monjes tibetanos danzando bajo máscaras de deidades que asustarían al más hombre. Como la máscara del león de las nieves que dicen habita en las faldas del Khangchendzonga. Pero casi prefiero disfrutar de estos lugares sin tanta parafernalia y tanto turista. Es temporada baja y los hoteles reducen a la mitad sus tarifas y doblan su atención al peregrino.
Aquí estoy ahora en el bar de mi hotel (un euro el dormitorio compartido), escribiendo esta crónica mientras saboreo un te (con leche por favor) y escucho a Ani Choying Drolma (que acudió a mi último espectáculo en Nepal y ahora está de gira por Europa su web).
El permiso de 15 días para visitar estas remotas tierras puede ser extendido hasta dos veces si uno no sucumbe a la burocracia. Con puertos de tan salvaje desnivel creo que tengo la paciencia precisa para ganarme un par de extensiones y llegar hasta la actual capital, Gangtok (1.677m). Hay tantos monasterios por el camino que a lo mejor tengo suerte y en uno de ellos sorprendo a los monjes en sus oraciones matutinas (puja), haciendo sonar los timbales, redoblando los tambores y soplando las trompetas tibetanas con los ojos saliéndose de las órbitas y los carrillos hinchados a lo Louis Armstrong.
En el de Sangchoeling (el segundo más antiguo de Sikkim) fundado en el año 1.697, los monjes aún dormían cuando llegué a las seis de la mañana. Mi intención era observar la amanecida sobre los Himalayas, El Khangchendzonga (8.598m), el Pandim (6.591m), el Talung (7.340m), que asimismo dormían sobre un manto de niebla. Pero con la suavidad con la que la mujer amada se desliza hacia ti al sentir el frío del alba, el sol fue acariciando una a una esas montañas hasta hacerlas bien visibles detrás de las banderas de oración del monasterio. Los monjes, sin mujer que les ame ni falta que les hace, iban saliendo de sus pequeñas celdas y colocándose los ojos en la cara para comenzar otra jornada espiritual. Muchos de ellos nunca han abandonado Sikkim ni verán en su vida Nueva Delhi o Calcuta.
Qué diferentes eran aquéllos monjes a los que me refería al comienzo de esta historia, atravesando pasos de montaña nevados, sin gore-tex ni barritas energéticas. Hoy la aventura parece limitada a llegar a la Oficina del Magistrado del Distrito en Darjeeling antes de que se vaya a comer.
Desde Gangtok, rumbo a un monasterio, día 1545 paz y bien el biciclown.
P.D. Necesito urgentemente la ayuda de alguno de las más de doscientas personas que cada día visitan esta web. He de encontrar una compañía en Internet que haga viajes en barco (para turistas o no), desde Calcuta (India), en abril rumbo al Sudeste Asiático (por ejemplo Singapur). Quién me facilite la información más completa y suficiente que me permita obtener pasaje en uno de esos barcos será agraciado con un ejemplar de mi último libro «Diario fotográfico de un payaso en África».
<img » src=»https://biciclown.com/wp-content/uploads/all_images/upfiles/diarios/foto1110_2sin.jpg» alt=»» width=»230″ /> | <img » src=»https://biciclown.com/wp-content/uploads/all_images/upfiles/diarios/foto1110_3sin.jpg» alt=»» width=»230″ /> | <img » src=»https://biciclown.com/wp-content/uploads/all_images/upfiles/diarios/foto1110_4sin.jpg» alt=»» width=»230″ /> |
Amanece en el himalaya | Arte en la curva | El lago de Khecheopalri |
<img » src=»https://biciclown.com/wp-content/uploads/all_images/upfiles/diarios/foto1110_5sin.jpg» alt=»» width=»230″ /> | <img » src=»https://biciclown.com/wp-content/uploads/all_images/upfiles/diarios/foto1110_8sin.jpg» alt=»» width=»230″ /> | |
Locomatora de vapor versus bici de amor | El sol despierta al Khangchendzonga | Mantras grabados en piedra |
<img » src=»https://biciclown.com/wp-content/uploads/all_images/upfiles/diarios/foto1110_6sin.jpg» alt=»» width=»355″ /> | <img » src=»https://biciclown.com/wp-content/uploads/all_images/upfiles/diarios/foto1110_9sin.jpg» alt=»» width=»355″ /> |
El trono de los tres lamas para la coronación | Murales del monasterio |
Pemayangtse Gompa | Picando piedra | Puentes colgantes para colgados |
<img » src=»https://biciclown.com/wp-content/uploads/all_images/upfiles/diarios/foto1110_13sin.jpg» alt=»» width=»355″ /> | <img » src=»https://biciclown.com/wp-content/uploads/all_images/upfiles/diarios/foto1110_14sin.jpg» alt=»» width=»355″ /> |
Señal para tender la ropa |
Stupas en el monasterio de Sangaocheling
|