Las calles del casco viejo de Pamplona huelen a alcohol y a sudor. Los sucios adoquines no se desprenderán de ese olor hasta pasados muchos días, por más que los eficientes servicios de limpieza gasten litros y litros de agua en pulirlos. La música resuena por cualquier esquina y de los balcones el blanco es el color que cuelga de los tendales. Mi buen amigo Roberto, el Portu, está disfrutando ya de esas fiestas, y reencontrándose con amigos que no veía hace exactamente un año. En San Fermín la gente se ve de año en año, y por más que se prometan verse durante el año, eso no ocurrirá jamás. A las cinco de la tarde toda la atención se centra en la plaza de toros, la única plaza de toros del mundo donde la atención no es acaparada por el ruedo sino por el tendido de sol. Allí las fanfarrias y el buen rollo hacen caso omiso a lo que ocurre en el ruedo. Y a la muerte del tercer toro la atención se centra en la merienda. Pero no un bocadillo de mortadela, no. Eso no es merendar para un navarrico. Ajoarriero, carne con patatas, pasta con champiñones y para acompañar buen vino de la tierra o hasta sorbete de champan y limón. Yo mismo he ayudado muchas tardes a prepararlo, revolviendo el champan con el limón y el hielo hasta que mi mano se dormía como un bebe en la nieve.
Aquí en Bukittingi, las calles están casi igual de sucias, pero no hay fiestas. Es lo normal. Si hay papeleras están llenas y hasta en el parque más hermoso de la ciudad, a donde los locales acuden a presenciar un puesta de sol adornada con grandes murciélagos, la basura es la flor de los árboles. El sonido de las calles es el rítmico golpeteo de las herraduras de los caballos que son utilizados como taxi. Hermosos ejemplares de casi dos metros de altura que, si no tiraran del carruaje, estarían compitiendo en el hipódromo local que se encuentra al norte de esta bulliciosa ciudad.
A menos de cuarenta kilómetros de aquí se halla un cristalino lago que es donde me sumergiré esta tarde. Rodeado por volcanes será el perfecto lugar para descansar de la paliza a la que Sumatra me está sometiendo. Una isla con rampas peores que el circuito de Montjuic. Gracias por cierto a la firma Polar por sumarse a este proyecto y por su iniciativa de donar 5 euros por cada vuelta que se diera al referido circuito durante las 24h de Montjuic el pasado fin de semana. Si he mencionado la pérdida de algunos patrocinadores durante estos casi cinco años de proyecto, también es justo reconocer la incorporación de nuevas firmas.
Ahora aguardo que la Embajada de España en Jakarta le de una segunda lectura a mi proyecto. Tras la primera lectura (posiblemente nunca realizada) no encontraron manera de difundirlo y apoyarlo. La gente vive tan rápido y se comunica tan fácilmente con miles de kilómetros de distancia que se ha perdido la perspectiva. Le comentan al funcionario de turno que un español está llegando a Jakarta EN BICICLETA, y que tiene un proyecto que ofrecer y que ha sido apoyado por más Embajadas e Instituciones, y posiblemente la contestación que reciba sea: dile que hemos gastado todo el presupuesto de este año para culturales (bien que aún no haya pasado medio año del curso actual). Por la televisión de su acondicionado despacho el televisor de pantalla plana emite las imágenes de la muerte de alguien que consiguió cambiar su piel de color. Eso es mucho más mágico que lo que yo pueda contar en mis charlas o que las risas que pueda levantar en mis espectáculos.
Desde Bukitingi, rumbo a un lago cristalino, Paz y Bien, día 1692, alvaro neil, el biciclown.