Me había detenido a comer algo. No es que tuviera excesiva hambre pero no tenía ni idea de cual sería mi próximo lugar para comer. Al terminar el arroz frito (Nasi gorang) vi el tablero de ajedrez y le propuse al dueño de la pequeña tienda-restaurante una partida. Hacía mucho que no jugaba y la verdad que fue muy entretenido. El ajedrez está bastante extendido en Indonesia. Pero no tanto como el tabaco. Cómo fuman estos indonesios?, nunca lo he visto igual. Fuman hasta cuando van en moto, con lo que os podéis imaginar como conducen. Casi nadie tiene licencia de conducir y no es raro ver niños que no alcanzan a poner los pies en el suelo pilotando, sin casco, una moto. La policía no interviene salvo para pedir limosna. Es triste decirlo así pero me costaría enorme esfuerzo imaginativo llamarlo corrupción. En otros países he visto a la policía pedir los papeles del camión y, ante la falta de licencia o alguna otra falta leve, el camionero opta por colar un billete en los papeles del vehículo que entrega al policía. Pero lo de Indonesia es otra cosa. El conductor, ante la presencia de policías en la ruta, se ve obligado a reducir la marcha pero ni siquiera se detiene. El policía extiende la mano y recoge el billete que el camionero saca por la ventanilla. Si parara el vehículo al lado del policía posiblemente este no sabria porque lo hace y se sorprendería.
Pero no son los únicos que salen a la ruta a pedir dinero. Indonesia es el país del mundo con más musulmanes y por lo tanto abundan las mezquitas. Cuando tienen que reparar una mezquita, colocan en la carretera dos altavoces y un par de personas que, provistas de un gran sombrero de paja para resguardarse del sol y una red de pescar, van cazando al vuelo los billetes que son arrojados desde los coches.
He llegado a Indonesia por la isla de Sumatra que se encuentra al Oeste de Malasia. Indonesia es todo islas así que mi Karma tiene que aprender a saltar de barco en barco por estos lares. Los barcos que milagrosamente flotan en estas aguas son muy viejos y no irán al taller sino al desguace. Tienen más vidas que un gato y más capacidad de almacenaje que el bolsillo de un policía indonesio. Tras pasar varios días gozando de los infames hoteles de algunos pueblos, por cuyos pasillos las putas echan carreras a las cucarachas, decidí regresar a mi dulce y limpia tienda. Aunque no faltaban las invitaciones de los locales para dormir. Esta gente es de un amable subido y también muy espontánea. Por cada puebo el Hello Mister me atora los oídos y dudo si es un saludo sincero o una chanza. El eco de las risas a mi paso más bien parece confirmar lo segundo mas, siendo un payaso el que pedalea, la risa es medicina del corzón.
Por una carretera secundaria, lo que supone más piedras que de costumbre, alcanzo la isla de samosir que es una redundancia de isla pues se halla en medio del fabuloso Lago Toba que a su vez se encuentra en la Isla de Sumatra. O sea, la isla de la isla. Aunque un brazo de tierra le priva el privilegio de isla en los mapas figura como tal. Resulta difícil abandonar el Lago Toba. Sus cálidas, pero refrescantes y límpidas aguas, te atrapan como besos de mujer al amanecer. Pero Karma quiere partir, volver a demostrar su poderío en las subidas, su agilidad en las curvas cerradas, hacer flamear las banderas de oración budistas y poner cuestas de por medio. Seguir haciendo historia en cada kilómetro. Una historia que no saldrá en los libros de los escolares ni en los informativos, pero que se escribe con mayúsculas y cicatrices en alguna recóndita isla de mi alma.
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Rumbo a la ilala de Samosir | Carreteras de Sumatra | Peaje policial |
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Profesor de ingles por un dia | Lluvia no respeta dos ruedas |