Ocurrió en un campo palestino, el de Chatila en donde el año 1982 murieron masacradas más de tres mil personas. Cuando me levanté para acudir al espectáculo, no estaba seguro de si se podría hacer. Un nuevo atentado había convulsionado el centro de la ciudad, cerca de donde me vivo ahora, y el tráfico estaba cortado. Ese mismo viernes había programada en Beirut un concierto de un cantaor flamenco (fletado desde España para la ocasión) y fue cancelado por motivos de seguridad.
Sin embargo mi clown no entiende más que de motivos de risa. Y la risa puede rebajar la tensión. Los chicos palestinos que asistieron al show eran, desde luego, más violentos que muchos otros niños que he visto. Pero, ¿qué se les puede pedir si viven lejos de su tierra?
La única violencia que debería existir: la fingida del clown | El show del domingo |