Llevamos 31 días viajando en bicicleta. Salimos de Gijón y ahora hemos llegado a Lisboa, tierra de fados, de revoluciones y, ahora, de tuk-tuks y turistas.
Es extraño ver una ciudad invadida por turistas de piel rojiza. Son los nuevos pieles rojas, que no fuman la pipa de la paz, sino que aspiran el humo de unos aparatos que parecen un chupete moderno.
Hemos dejado las montañas para probar el pedaleo por la ciclovía del litoral: parte de la eurovelo 1. Las Eurovelos son rutas diseñadas en los despachos de Europa. El papel lo aguanta todo. Pero faltan muchas señalizaciones y, en muchos casos, el recorrido está pensado para ir por la ruta nacional, no por carreteras muy secundarias.
Y ya sabes, si has leído mis historias pasadas, que en Portugal la bici no es muy respetada.
Una mujer que nos adelantó de forma peligrosa y que luego se detuvo en un bar me explicaba, cuando le recriminaba su comportamiento, que ella no nos había golpeado y que en todos sus años de conductora nadie la había reclamado una mala acción.
- Nos has pasado tan cerca que nos has dado un gran susto, le digo.
- Eso es señal de que estás bien del corazón, respondió la mujer cuyas uñas eran del color de la carrocería del coche.
Como chiste puede hacer gracia. Pero cuando ves que la forma de conducir poner en peligro, de forma estúpida, tu vida, no te ríes demasiado ni siendo payaso. Me conformo con no darle una patada al vehículo.
Las ciclovías, sigo dando un informe tras recorrerlas varios días, no tienen mantenimiento. La arena se está comiendo parte del firme, y las raíces de los árboles las están levantando. Aún y todo pedalear por ahí te permite respirar tranquilo y con más seguridad, pues los arcenes de las carreteras tampoco tienen mantenimiento y la maleza y las hierbas ocultan en muchos casos la valla y te obliga a ir demasiado por dentro.
Es una pena pero en Portugal solo se ve gente pedaleando por Lisboa, como parte de un tour, en su mayoría con bicicletas eléctricas, de las que saben donde está el modo sport pero no el freno.
Atravesamos algunas ciudades turísticas como Nazaré, donde logramos comer sardinas frescas y evitamos en lo posible los campings pues nos gusta la tranquilidad del bosque.
Ya hemos comenzado a tomar algunos ferrys para cruzar ríos y lagunas, porque en esta parte el territorio se vuelve acuoso. Los lugares que sirven para avistar aves son, en ocasiones, perfectos para pasar la noche.
Y así es como hemos llegado a Lisboa, donde no se oye el fado y si las sirenas de los cruceros que atracan en la ciudad.
Y hablando de atracos, quiero mencionar que en este país muchos restaurantes se rebelan contra las comisiones que deben pagar a Visa y otras empresas del ramo por usar sus servicios, y no es posible pagar la cuenta con tarjeta extranjera. Prefieren perder clientes que dinero.
Es otra revolución pacífica, como la de los claveles, donde no hay sangre salvo para el arroz con sangre de gallina.
Cuando acabemos este viaje, allá por mediados de Septiembre, editaré una Serie llamada Memorias de Portugal, que podrás ver en exclusiva, Y SIN PUBLICIDAD, en Biciclown plus.
Hay mucho contenido de viajes en internet, pero de poca calidad y lleno de anuncios. De ahí que en el año 2016 decidiera abrir una plataforma de pago para personas que prefieren CALIDAD antes que CANTIDAD.
Y también para esas personas que les gusta leer mis historias y, no solo comentarlas, sino también agradecerlas con una pequeña contribución.
Aquí te dejo el enlace para que veas los más de 323 vídeos.
Paz y Bien, el biciclown
Hola. Me parece tan bien escrito que es cómo si hubiese ido con ustedes. Saludos y gracias por compartir. Piero.
Gracias Piero