Por fin he bajado de las nubes. En Xining hay poco más de dos mil metros de altura. Respiro como si estuviera al nivel del mar. Me he tirado casi un mes por encima de 4.000 m. Las altas cumbres han dejado paso a edificios de 15 plantas. En el ático de uno de ellos he pasado tres noches. Ya no hay tibetanos pilotando sus caballos de acero por los valles llenos de yaks sino chinos fumando sin parar ni para tomar aliento. Apenas se ven monjes budistas por la calle. He vuelto a ver esos árboles de hierro con luces de colores que hacen detenerse a los coches. Y me he duchado con agua caliente. Estoy en lo que llamarían la civilización.
Pero cómo extraño la in-civilización. Valles profundos habitados por mis parientes los nómadas. Pues si con una tribu me identifico es con los nómadas. Los que siempre están de aquí para allá. Los que parecen no ir a ningún lado. Los que han encontrado en el desplazamiento su razón de existir. Los que son capaces de hacer la valija, de toda su vida, en un par de horas. Los que no tienen más que un par de zapatos. Los seres más ricos de la tierra pues sólo ellos consiguen cambiar de parcela a su voluntad. Sin depender de la ley de la oferta y la demanda.
Y qué bien sienta la civilización de tanto en tanto. Un café, internet para gestionar el envío de repuestos, alguna chica bonita que te hace girar el cuello más de lo que da la camisa…, y el placer de no tener que luchar esa noche por conseguir donde dormir.
He terminado las etapas de Alta (altísima) montaña y he comenzado una contrarreloj individual de 1.500 kms. Tengo menos de 20 días para realizarlos. El objetivo es salir de China antes del 2 de agosto, que me caduca la visa, y entrar en Mongolia. Por el camino debo tramitar la visa mongola y recoger unos repuestos que me enviarán de España. Trato de evitar entrar en Pekín para hacer ambas cosas, pues está demasiado al Este. Cuento con la ayuda de Tino, un zaragozano que conocí en España hace años y que ahora vive en la gran ciudad olímpica, y de la suerte, una mujer que siempre hay que tener contenta.
Evito dormir en hoteles lo máximo posible. No es que desestabilicen mi presupuesto pero sí que acaban agotando mi paciencia. En China los hoteles en las ciudades fuera del circuito turístico son un dolor: caros, sucios, y muchas veces con la entrada prohibida a turistas. Me es más fácil encontrar donde poner la tienda cada noche, aunque tenga que recibir la visita de marcianos. Pero es esto parte de otra historia.
Desde la ruta, Paz y Bien, Álvaro el biciclown.

P.D. And yes, el 17 de julio es mi aniversario. Gracias por las felicitaciones!!!!

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