(Sofía) Si que he aprendido cosas en estos doce años en la carretera. Me voy dando cuenta de que por ejemplo he aprendido a no ponerme nervioso cuando las cosas se tuercen. Y ahora se han torcido de verdad. Mi conexión con la bicicleta es como la que tiene un navegante con su barco. Cualquier ruido nuevo es un aviso de que algo falla, de que algo no está donde debería, de que una tormenta se avecina. Hay que escuchar con atención. ¿ Es un ruido que ocurre al subir, al frenar, al pedalear, al ponerte de pie…? Como si un médico entrevistara a su paciente, yo voy interrogando a mi bicicleta con distintas posturas, velocidades, tácticas y técnicas, hasta descubrir el ruido. O hasta darme por vencido.
Pero cuando el ruido se convierte en chirrido, en estallido, en bebé llorando en la habitación a grito pelado, es hora de bajarse de la bici y no volver a subirse hasta descubrirlo.
Me faltaban apenas tres o cuatro kilómetros para llegar a la cima de la montaña. Petrohan, 1.400m , último escollo a Sofía. No los terminaría de subir en bici. Tampoco caminando.
Detuve a un auto, que amablemente frenó a mi señal, y llegué a Sofía con la bici gritando de dolor y yo con una pregunta en la cabeza.
¿De dónde viene ese ruido?. No lo pude descubrir.
Los chicos de Sofia Rental bike tienen en la parte de abajo de la tienda un zulo. Un escondite con baño y ducha y sofá. Allí me refugié hasta el día siguiente que, con la inestimable ayuda de Ilyan, analizamos a Karma.
Es el eje de pedalier, pensamos los dos. Fui a otra tienda a comprar otro. El mío llevaba en al bici desde el 2.011, 63000kms, y si no estaba roto hoy podría estarlo mañana. Lo cambiamos, pedaleé para probar, pero el ruido seguía ahí.
Son los pedales, pensamos. Vienen conmigo desde Mexico, 2.013, unos 30000 kms, y no les queda mucha vida. Pero poco antes de volver a la tienda a comprar unos pedales, Ilyan se agachó y me dijo.
Have you seen this thing?
No, no había visto que el cuadro estaba partido en tres lugares. Completamente roto. La pata sobre la que detengo la bici fue lo que sujetó también el cuadro.
Mi primer pensamiento fue muy claro, lo recuerdo así de nítido: esto lo voy a reparar. En Sofía debe haber soldadores, el cuadro es de acero, y yo sigo viaje con esta bici. Ahora ya encontré el ruido. No me tiré de los pelos ni me puse a llorar ni a gritar. Ni siquiera exclamé un pequeño “mierda“, habitual en este caso. Lo primero que pensé es en cómo solucionarlo. No me entra en la cabeza cómo la bici aguantó con todo el peso estando el cuadro partido.
Nos llevó más tiempo cambiar el eje de pedalier que soldar el cuadro. Una vez hecho, por 10 euros, regresamos al taller y pintamos un poco la herida. Primero de gris para evitar la corrosión con el agua, y luego del único color que Ilyan tenía a mano: rojo.
Karma se desangró el 19 de noviembre de 2016 en Sofía, Bulgaria. Ese rojo es una herida abierta que, con el tiempo, será una gran cicatriz, su tatuaje como yo me llevo los míos. Esa bici y yo estamos tan unidos y hemos pasado tantas aventuras, que su herida es mi herida y su sangre la mía.
De nuevo el apoyo de la gente que he tenido cerca estos días me ha ayudado a superar un problema, grave problema, y a seguir sonriendo con heridas y con fracturas, pero sonriendo porque he aprendido a levantarme tras cada caída. He caído tantas veces que el aire es mi maestro, decía Luis Rosales. Yo he caído tantas veces que el suelo es mi trampolín.
Paz y Bien, el biciclown.
Más fotos de la rotura en mi cuenta de instagram, aquí.
Animo, cuídate mucho
Uh!! que garrón…espero te dure el arreglo hasta el final del viaje!!! besitos de la flia y mucha suerte…