Apenas ocho meses después del fallecimiento de Iñaki en el Annapurna me encontré en el camino del campo base del Everest con Denis Urubko, el kazajo que participó en el intento de rescate de Iñaki. Junto con Simone Moro trataban de abrir una vía en invierno en el Makalu. Algo que nadie nunca antes había intentado. En realidad nadie siquiera había imaginado que fuera posible. En invierno el frío es insoportable en las alturas. Denis me contó algunos detalles del rescate que ahora, 4 años después, leo sin respirar, en la estupenda narración que Jorge Nagore ha escrito. Mi amigo el Portu me ha dado la gran sorpresa de enviármelo a una remota isla del río Paraná, donde no hay agua, ni luz, ni servicio postal…, pero si correo privado especial.
«Por un amigo lo que sea», me escribió el Portu en la dedicatoria de libro. Por un amigo se movilizó medio mundo y se detuvo la sociedad navarra los cuatro días que duró el rescate de Iñaki.
Me he ausentado de la ciudad de Rosario para pasar las fiestas de navidad lejos del exceso y del ruido. En esta isla solo se oyen los pájaros, el viento y los pensamientos. Por la noche tengo un particular árbol de navidad viviente. Las luciérnagas se posan en las ramas y le dan al lugar la magia que le faltaba. Por la mañana me tiro al río para despertarme de golpe: un zambullido para los cinco sentidos. Desde el muelle observo los edificios de la ciudad de Rosario emergiendo entre los árboles: un gigante inofensivo. Dentro hay prisas, robos, abusos y obesos. Aunque también están mis amigos, aquéllos por los que he venido a Rosario abandonando a mi querida Karma en una buhardilla de una casita de Los Angeles.
De eso hace un mes, tiempo en el que he engordado unos kilos y he comprendido que, detenerme en mi camino, oxida mis articulaciones. Los últimos 8 años de viaje me han trasformado de viajero en eterno peregrino. Tantos kilómetros en bici, me otorgan una incercia que no puedo parar por más que yo me detenga. Tengo la enfermedad del ave migratoria; no consigo hacer nido en la misma rama por mucho tiempo. Si yo no avanzo mi mundo parece que se detiene.
El universo de Iñaki no se detuvo a 7.400 metro el 23 de mayo de 2008 en la cara este del Annapurna. Su cuerpo quedó enhielado en esa altura, cerca del cielo donde solo los ángeles sobreviven, pero sus ideas, su energía, su fuerza y sus sueños han germinado en muchas personas que se han puesto en marcha, que han roto las cadenas invisibles del comfort para vivir la vida a tope, con riesgos claro, pero con la maestría de un tigre.
Porque como decía Iñaki: «El que no quiera riesgos que se compre una tostadora».
Paz y bien, el biciclown.
Así de raro es el color de mi diente
Curry con lentejas y arroz para comer el 25
Pizza hecha a mano con calor y mosquitos
Hola Alvaro, desde Euskadi, decirte Urte berri on ( feliz año nuevo )!!!!! Que todo te vaya bien en este nuevo año, uno mas en tu maravilloso relato de la vuelta al mundo que alegra a cualquiera que lea tus relatos, o mejor aun, los que tengan la suerte de toparte en el camino.Agur
increibles palabras Alvaro… un gran abrazo
feliz Año Nuevo . Desde Irurre (Navarra)
Gracias por compartir con nosotros tantas cosas hermosas.. te queremos mucho y aunque sabemos que te vas a ir a buscar a Karma…también sabemos que cuando puedas te tendremos otra vez por aquí.. donde siempre tendrás nuestros brazos abiertos para recibirte… Gracias por ser como sos!!!