El cuerpo tiene mecanismos que nos alertan de una posible enfermedad: un dolor de garganta, un bulto inesperado en el pecho, un dolor agudo en los riñones…(de esto último los recuerdos del hospital en Suiza aún me provocan escalofríos)
Ahora bien, ¿Cómo sabemos que nuestra mente no está donde tiene que estar? ¿Dónde tiene que estar, por cierto? ¿De qué mecanismos se sirve la vida para alertarnos de que estamos perdidos en un cuerpo, en un pueblo, en un tiempo?
Algunas de estas reflexiones formarán parte de mi nuevo libro sobre el estoicismo pero quería adelantarlas aquí, y además compartir las reflexiones que Mónica Cavallé propone en su libro El Arte de Ser (absolutamente recomendable)
Alarmas de que la cosa no va bien:
1- Procrastinar.
El postergar tareas o el hacerlas de mala gana es señal de una falta de conexión con la vida. No aceptamos que tenemos que realizar un trabajo y cuando nos toca ejecutarlos no damos todo lo que tenemos dentro. Pensamos que, si fuera el trabajo o la ocupación de nuestra vida, en ese caso, ahí si que nos entregaríamos en cuerpo y alma. Pero en esta mierd… que nos toca ahora, nos entregamos solo en cuerpo. El alma me la guardo. De esa forma dificultamos nuestra propia tarea, se hace más ardua. La cuesta que hay que subir no va a disminuir de pendiente, pero ascender arrastrando los pies solo te causará más dolor. Si esa actividad que debes realizar no te gusta, es momento de que te plantees porqué y cómo puedes encontrar algo más alineado con tu propósito. Aquí te dejo el enlace al curso vivir con propósito que ha ayudado a mucha gente.
2- Falta de atención.
En nuestro trabajo no es causa de la acumulación de tareas que cometamos errores. Somos suficientemente inteligentes para hacerlo bien. Es la falta de atención la que nos impide hacerlo bien, y, como ya sabes bien, al hacerlo mal lo tenemos que hacer dos o tres veces. Incluso lo hacemos más lentamente. Si conseguimos concentrarnos en el momento presente, aunque sea doblar pañuelos de papel, la tarea se realiza mejor y el tiempo interior, no el cronológico, avanza más rápido. Es como el tiempo de vacaciones, que parece que vuela, mientras que el del lunes en la oficina está congelado. Eres tu quien al ausentarte de tu tarea con la mente impide que entres en ese estado de Flow, de conexión con el espacio y el tiempo.
3- Lo sabemos todo
Ya aprendimos a caminar y no prestamos atención al hecho de poner nuestros pies en la tierra, cuando deberíamos hacerlo como dice Thich Nhat Hanh como si besáramos la Tierra con los pies.
Ignoramos que la mayoría de nuestras experiencias, aunque parezcan las mismas, es nuestra mirada y atención la que las convierte en únicas. El sol sale todos los días, es el mismo, pero un día le damos nuestra atención y otro lo damos por hecho. No hay ladrón más grande que la pérdida de conciencia. Te quita todo, hasta tu respiración. Puedes ser millonario sin necesidad de que te toque la lotería, solo con recordar que eres un cuerpo presente. Ese es el primer paso. El segundo es comprender que ni siquiera el cuerpo precisas para ser parte del Cosmos. No dejas de estar aquí al morir, pues vida y muerte no son opuestos sino complementarios.
Estamos siempre buscando nuevas experiencias: ver otra serie de televisión, comprar otros zapatos, ir a un nuevo restaurante…, y en ese tiovivo de impresiones exteriores enajenamos nuestra alma. Nada es suficiente porque colocamos el centro de nuestro interés en objetos exteriores, que son siempre solo temporalmente alcanzables. Es como si para saciar tu sed metieras tus manos en un vaso de agua en vez de beber su líquido. La sensación es de que tenemos lo que tenemos, pero la sed sigue ahí.
Como dice el maestro vietnamita:
Si soy incapaz de lavar los platos placenteramente, si lo único que quiero es terminar rápidamente para ir a tomar el postre seré igualmente incapaz de disfrutar del postre. Con el tenedor en la mano estaré pensando qué es lo próximo que debo hacer y me perderé la textura y el sabor del postre, así com el placer de estar tomándomelo.
Muchos ejercicios estoicos que presentaré en el nuevo libro, tratan de volver a reconocer lo que tenemos, volver a conquistar nuestros logros.
Hay más elementos que te deben servir de alarma de tu falta de presencia, como el miedo a perder tus seres queridos o tu rechazo a situaciones incómodas, o el apego a tus bienes materiales. De ellas, y de cómo resolver esos apegos y miedos, hablo en la lección 8 del curso vivir con propósito.
Paz y Bien, el biciclown