Seis días contra viento y ruido

El primer día pensé que lo del viento en contra era un castigo por las jornadas de relax que me tomé en Austin. El segundo día consideré que el castigo era excesivo. Al tercero de viento constante, comencé a intuir que, por aquélla zona, el viento era siempre del sur y se prolongaba por semanas. Y así me lo confirmó un granjero:

«This is the way it is in Spring»

El cuarto día en las noticas alertaban de posibles tornados en la zona de Oklahoma. Justo un día después ocurrió el peor desde 1.999, con decenas de muertos. Para entonces ya había dejado de pedalear con guantes. Se mojaban tanto por la traspiración que era como caminar con aletas. Mis manos resbalaban al tratar de asir el manillar con mayor fuerza. La humedad era cercana al 100%. El viento seguía soplando al quinto día pero me parecía que no era tan bravo. La velocidad era de entre 20 y 30 km/h. La del viento; la mía aumentó a 16km/h. He de confesar que ya empezaba a sentirme cómodo con el viento. Era una manera de animarme pues en realidad estaba harto. Pero lo peor era el ruido. El tráfico era intenso en la 281 y de cada 5 vehículos 2 eran camiones. Sus neumáticos no rozaban el asfalto con la suavidad de una pluma que te acaricia la espalda sino que eran más bien uñas, garras, de dinosarurio destrozando papel de plata. Estar escuchando ese ruido durante todo el día, la tarde y la noche te vuelve loco. Era impensable tener silencio por treinta segundos. Recurrí a una vieja técnica que ya usé en India. Pedalear con tapones. Mi mundo interior recobró un protagonismo que antes no tenía. Escuchaba mi corazón y podía viajar con la mente a algún lugar donde el viento no fuera una pesadilla.

Las rectas eran más largas que el horizonte que se abría a mi paso. Para relajar la vista decidí colocar el libro electrónico en el manillar e ir leyendo. Las excelentes aventuras de Guillermo Cabrera Infante servían de solaz descanso. La imaginación es la libertad nunca robada al preso.

El mayor problema del viento era la inconstancia. No era un viento estable, sino sucio y racheado que pasaba de fuerte a muy fuerte sin previo aviso. Eso obligaba a jugar con los cambios constantemente, adaptar la pedalada, imprimir mayor fuerza en el manillar, someter a las rodillas a mayor presión y, en consecuencia, abandonar el artificial mundo de silencio que me había construido. En ese caso leera Cabrera Infante no era ventajoso en absoluto.

El sol danzaba por encima de mi cabeza en un previsible paso: de este a oeste. De mi izquierda a mi derecha. Una hora antes de que se perdiera de mi vista tenía delante de mí otra tarea, más digna de un mago que de un ciclista: buscar el agujero en la valla. Texas es conocida por el petróleo, las vacas y, no tanto, por carecer de terreno público. Todo es aquí propiedad privada. Hay más dinero gastado en el alambre de las vallas que en las áreas de descanso. Con ello me refiero a que las vallas son hechas a conciencia y las puertas no están abiertas. Buscar un lugar para acampar era como dar con Shangri-la. Me detenía en cada puerta para ver si, por error o casualidad, alguna no tenía candado. Y vuelta a reemprender la marcha ante la mala suerte.

El sexto día, el último en Estados Unidos, el viento era más fuerte que los anteriores. Mis fuerzas también más limitadas es cierto. Ese día tras más de 7 horas en bici aún no había cruzado la frontera. El trámite de salir de Estados Unidos es bastante más sencillo que para entrar. Ni te sellan el pasaporte. Crucé el Río Grande y pensé en la cantidad de mexicanos que han perdido su vida tratando de llegar a una tierra de esperanza. Una tierra que en palabras de muchos estadounidenses con los que hablé ya no es tan idílica. Cuando tienes que pagar por tu salud y hasta por tu educación, en un sistema que te da 10 días de vacaciones por año trabajado y que no otorga permiso de maternidad a sus mamás, te cuestionas si eso es el Edén. Algunos como Elizabeth dicen Quelesden. Se ha venido a vivir a Reynosa (Mexico) con una deuda de miles de dólares de sus estudios en Estados Unidos que un día terminará de pagar.

cerveza

ültima noche acampado en Usa: Me he ganado un premio, ¿no?

Más de una hora tardé en encontrar la casa de mis anfitriones en Reynosa. Me detenía a preguntar a los locales que, amablemente, trataban de ayudarme. Hasta me abrían paso en el caótico tráfico para llevarme al lugar. Así lo hizo Juan Carlos, reportero del diaro El Mañana que de pasó aprovechó para entrevistarme.

Ahora que puedo descansar dos días, lavar la ropa y perfilar mi ruta en Mexico, mientras siento que el ventilador que me intenta refrescar sin conseguirlo, y echo de menos ese viento que durante 6 días fue un incómodo compañero.

Paz y Bien, el biciclown.

refugio

No es romántico pero es práctico para defenderse del viento

petroleo

¿Qué fue primero el petróleo o las flores?

12 comentarios en “Seis días contra viento y ruido”

  1. Miguel (Argentina)

    Álvaro, lo vivido en EE.UU es sin duda una experiencia más, es pasado. Ahora, a disfrutar de la maravillosa gente mexicana. Son solidarios, afables, son buena gente.
    Respecto de las flores y el petróleo, los dos, el tema es que después llegaron los petroleros.

  2. bueno querido alvaro, se acabo los usa, por lo pronto, creo sinceramente que esta etapa latina te llenara de viento a favor….animos y fuerza al pedal…

  3. Jo Ann, San Angelo, TX

    Have a save trip. Tom and I think about you. Finally getting to check out your site. Had some rain. put grey/white cat down. will put her in backyard. enjoy your posts

  4. Juan José saldarriaga

    Álvaro, te ofrezco alojamiento en Colombia, en Bogotá o muy cerca, en una canaña de madera, rodeada de picaflores. Dime si te interesa, soy ciclista también. Un abrazo, Juan José teléf. 573208017749.

  5. Angela, de Oviedo

    Querido Alvaro: Me alegro de volver a verte y lelerte, ya que con tu bici recorres el mundo, incluso un poco por todos nosotros, hasta por mi, que soy ya una «vieyina» de 67 años, y que te vengo siguiendo desde que saliste de la plaza de la catedral de Oviedo, camino de León… y demás, !hace ya tánto tiempo…!

  6. Alvaro, no todos los estadounidenses son tan malos ni siempre tu tienes la razón, no caigas en querer ser gurú de espíritus por hacer algo heróico, eres un héroe pero recuerda que siempre desde la humildad.
    Un amigo

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