1. Tengo más paciencia que en mis inicios. Paciencia para obtener un visado, para aguardar la respuesta de una Embajada española a la que le ofreces espectáculos gratuitos, para reparar un pinchazo, para zafarme de la malaria, para subir interminables montañas, para desmontar la tienda a las tres de la madrugada ante un ataque de borrachos que te lanzan piedras, para responder a las mismas preguntas…
2. Voy más despacio. No me propongo hacer 100 kms por día y muchas veces olvido anotar lo que he recorrido. Ahora cuento más las horas encima del sillín Brooks. Unas cinco ya es una jornada decente. Si son siete es que he tenido que salvar alguna montaña de las que agitan la respiración o el viento me ha enredado con sus caricias.
3. La gente. Eso es lo que me incita a descubrir nuevos lugares, y no los paisajes espectaculares, que es lo que en un principio me tentaba. Una conversación con una anciana anclada a una esquina del mercado o un poco de magia y de clown improvisado en la calle con unos niños que esnifan pegamento vale más que la muralla de China y las pirámides de Egipto.
4. Un problema es un hecho externo que tiene solución y, si no la tiene, deja de ser un hecho ajeno y externo, para convertirse en algo interno y mío. He aprendido a mirar a los problemas como retos, como si estuviera jugando al ajedrez y me acabasen de dar jaque. Hasta que el jaque no sea mate hay tiempo para preparar una estrategia con la que enfrentarse a ese contratiempo.
5. El clown no espera. Estoy más cansado que al principio del proyecto de ofrecer mi espectáculo a personas e instituciones que luego ni siquiera te responden. No quiero juzgar a la organización porque soy consciente que la persona que me atendió en ese momento no tenía simplemente ilusión y pasión por su trabajo. Pero ofrecer y no obtener es desgastarte. Por eso sigo mi camino guardando la nariz para mejores lares.
6. He cambiado museos por mercados. En estos últimos encuentras el pulso actual de la sociedad. En los museos el latido está congelado. En los mercados hay música, olores, vida… Los visito siempre que puedo porque en ellos habita el pueblo más humilde, aquél que alimenta los bolsillos de los que nunca visitan el mercado.
7. Sigo siendo un mal mecánico pero cuando empecé era terriblemente malo. He aprendido a tocar a la bici, a meterle mano, sin miedo a que alguien llame a la policía por acoso mecánico.
8. La soledad, esa gran compañera. No es posible estar 9 años en ruta por el mundo en solitario sino te llevas bien con tu sombra. Desde el inicio hemos sido buenos amigos y ahora somos inseparables. Soy sociable aunque viajar con alguien por más de unas semanas sigue siendo difícil. Sin embargo, en enero del 2.014, habrá grandes cambios y la sombra será doble.
9. El silencio, ese gran ausente de la sociedad. Muchas personas nunca han escuchado el silencio absoluto. Lo oirán cuando le cierren el cajón en sus narices. Vivir con ruido impide escuchar tu corazón. Cuando la gente me pregunta cuándo y cómo me di cuenta de que tenía el gran sueño de dar la vuelta al mundo les contesto que esa voz que te lo dice, esa voz interior, susurra y no grita. Para oírla hay estar en silencio en tu vida o, al menos, por unos días. El desierto pronto será un lugar de peregrinación al que las agencias de turismo llevarán a sus clientes para que puedan escuchar el sonido más raro del mundo: el silencio.

Ser nómada, como ser artista, no es una opción sino una necesidad. La riqueza de conocer diariamente nuevas personas, aunque sea brevemente – breve pero intensamente como decía Kapuscinski en su libro Viajes con Heredoto (pues el nómada no bien ha llegado ya arbola el barco) es tan gratificante que es adictiva. Mi meta no es un nuevo país mas llegar al corazón de quien acabo de conocer; conectar y hacerle cómplice de mi alegría, despertarle su sueño y darle fuerza para perseguirlo. La necesidad de que hablaba es debido a que uno no puede huir de su vocación y ser nómada es tener vocación de catavientos: imparable, inquieto, sensible a cualquier brisa.

Si algún día alguien escribe un epitafio de mi podría ser: Aquí yacen sólo sus restos, su espíritu continúa viajando.

Un nómada nunca se detiene, sólo está tomando aire o cogiendo cinco que decían en Cuba.

Paz y Bien, el biciclown.

Subidas que agotan y bajadas que matan

Lago Atitlán

Volcán de Fuego y Acatenango	Maya Pedal y voluntarios