Lo importante es lo que haces con lo que tienes.
Te lo explico.
Puedes tener cinco bicicletas. En Estados Unidos he conocido personas que tenían veinte en el garaje. Las coleccionaban pero no las usaban.
Pero recuerda que solo tienes un culito.
Así que, por mucho que lo desees, solo podrás subirte en una bicicleta cada vez que quieras pedalear.
Y lo mismo se aplicaría a las casas que tengas. Tengo amigos que tienen dos y tres casas, pero no consiguen dormir más que en una de ellas cada noche, e incluso para hacerlo, tienen que tragarse una pastilla.
Viajar en bicicleta es como frotarse los ojos por las mañanas. Te levantas dormido, a oscuras; no ves nada. Para que la luz vuelva a tus ojos te los frotas, es como despertarlos. Poco a poco todo va adquiriendo nitidez. La bicicleta hace algo parecido con tus pensamientos que, durante el año, están un poco embotados con la rutina del día a día.
Tras 50 días de viaje, eso es lo que llevamos en bicicleta de momento, vuelves a darte cuenta de que no necesitas una casa para dormir, ni una ducha de agua caliente, ni comer tres veces al día, ni sentarte en un sofá, ni…
Todo es mucho más simple.
La seguridad te la da la tranquilidad de espíritu no el grosor de las rejas de tus ventanas.
La tranquilidad de espíritu te la da la conciencia en calma.
Una conciencia que te recuerda lo efímera que es tu existencia, lo poco que vale acumular.
Siempre hay una elección entre dos variables: tiempo o dinero.
No eres consciente pero casi siempre decantas la balanza en favor del dinero. Cuando un cliente te pide un trabajo, cuando revisas el email los sábados…., estás dando más prioridad al dinero.
Poder viajar tres meses en bicicleta ha sido una elección fundada en un bien que valoro más que mucha gente: el tiempo.
Cuando dejé mi trabajo fijo a los 33 años también.
Nadie tiene hoy tiempo. Los amigos solo se comunican contigo para desearte feliz cumpleaños o para darte una noticia pésima. No hay tiempo en común, como si lo había, o al menos lo vi, en África.
Lo más estúpido que un ser humano puede hacer es ir a la carrera un día tras otro.
¿En pos de qué corres?
¿De qué escapas?
La gente escapa de si misma, de sus miedos, de sus temores, de sus rabias, de sus perezas, de sus fobias.
La gente no puede parar porque entonces sus pensamientos les aplastan.
El otro día que salíamos de una piscina de un pueblo cerca de Sevilla donde nos refugiamos del calor unas horas, la gente que había estado a nuestro lado todo ese tiempo nos preguntaba:
- «¿Dónde vais a dormir, de dónde venís…?»
Habían podido hacer esas preguntas durante toda la tarde pero esperaron a que nos fuéramos para no tener una interacción lo suficientemente intensa, para arrancar solo pedazos de información, como quien ve las noticias en la tele mientras pasa la aspiradora. No querían implicarse, solo cotillear.
El ser humano ha perdido la curiosidad. No les interesa el otro aunque se pasan la vida viendo las vidas de los otros en la pantalla del teléfono.
No les interesa en verdad el otro, porque no miran al otro con curiosidad sino con habituación, como si ya lo hubiera visto todo.
El ser humano, al despertarse, no se frota los ojos con las manos sino con el teléfono.
Vive drogado, saturado de información. Noticias en las que no profundiza, que escucha como un perro escucha la radio: escucha un ruido pero no entra en el contenido.
Hemos vuelto a España para recorrer los últimos 20 días rumbo a Asturias. El plan es huir de los 40 grados.
Ahora, en Almería, llegaremos hasta alguna ciudad en la que podar tomar un transporte público hasta Madrid y, desde allí, pedalear sin planes fijos hacia Gijón.
Vivir sin prisas es el sueño de muchos que viven aprisionados por sus posesiones, sin tiempo para disfrutarlas.
No es lo que tienes, sino lo que haces con lo que tienes, lo que te da serenidad.
Vivir sin pastillas para dormir, hacer las paces con tus pensamientos, quedarte horas mirando la evolución de las nubes, estar simplemente, sin querer conquistar nada.
Los juegos olímpicos son, hoy en día, un templo del querer llegar más alto, más lejos, más rápido. Llegar ¿para qué?
El bronce se disfruta más que la plata y el oro de este año ya no vale nada dentro de cuatro.
Creamos ídolos en internet, damos valor a los seguidores, como si fueran ovejas de una hacienda en la Patagonia.
Tener, tener y llegar.
Pero, ¿vale algo tener sin disfrutar y llegar sin saber a dónde?
Paz y Bien, el biciclown
Sencillamente, gracias Álvaro.
Disfruto mucho y me divierte lo que escribes.
Gracias Álvaro.
Grandes reflexiones, gracias Álvaro y buen camino
Qué maravilla leerte de nuevo. Muchas gracias por tu reflexión y buen camino. Un abrazo muy grande
Gracias nene
Álvaro buen día, gracias por tu mensaje. Es muy agradable leer tus reflexiones. Buen viaje.
¡Gracias Alvaro! Saludos. Piero
Gracias por escribir Álvaro. ¡Es un placer leerte!
Gracias por compartir, disfruto leerte.
Nos aferramos al tener, por el miedo a vivir sin red. Me alegro de volver a leerte. Un abrazo.
Este es uno de tus mejores correos. Estoy totalmente de acuerdo con cada frase que has escrito.