Durante mi recorrido por el parque vi más bisontes que ciclistas. No entiendo por ello que los conductores formen atascos de un kilómetro para fotografiar un bisonte cerca de la ruta y no aminoren siquiera la marcha cuando ven (algo como digo inusual) un ciclista cargado hasta los topes. En la escala de peligrosidad dentro del parque los conductores ocupan, para mí, el primer puesto. Los rangers son los segundos. A un amigo ciclista, Laurent, con quien compartí el recorrido, un ranger le recriminó porque llevaba un palo con un pañuelo rojo para advertir a los coches de su presencia en la ruta. Ese palo que sobresalía medio metro de su bici era un peligro para los coches, según le dijo con perfecto acento reglamentario el ranger. En el tercer puesto de peligrosidad sitúo a los osos. La tarea de subir cada noche la comida a un árbol es agotadora. A tres metros del suelo y a metro y medio del tronco. Verlos durante el camino, como me ha ocurrido esta mañana con un pequeño grizzly, no me asusta. Me divierte. Te miran de lejos tratando de catalogarte: ciervo, alce…, y cuando entienden que eres ciclista echan a correr.
Una manera de describir la belleza de Yellowstone es referirse al parque como una inmensa caldera que echa humo y que, aunque puede explotar en cualquier momento, se deja ver sin hacerlo. Algunos de los geisers como el Old Faithful ha establecido una cadena de erupciones tan constante que es anunciada en el centro de visitantes: cada 91 minutos el agua de la caldera saldrá por un agujero alcanzando una altura 30 metros. El espectáculo dura apenas unos minutos y hay tantos turistas que han montado unas pequeñas gradas que se llenan y vacían cada 91 minutos por apenas unos minutos
Una manera de describir la belleza de Yellowstone es referirse al parque como una inmensa caldera que echa humo y que, aunque puede explotar en cualquier momento, se deja ver sin hacerlo. Algunos de los geisers como el Old Faithful ha establecido una cadena de erupciones tan constante que es anunciada en el centro de visitantes: cada 91 minutos el agua de la caldera saldrá por un agujero alcanzando una altura 30 metros. El espectáculo dura apenas unos minutos y hay tantos turistas que han montado unas pequeñas gradas que se llenan y vacían cada 91 minutos por apenas unos minutos
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La regla es pescar y soltar. Una tortura deportiva
Para aprovechar al máximo la jornada y dado que los días ya van acortándose, puse el despertador para las seis de la mañana. A las siete y media una densa niebla cubría los árboles confundiéndose con el vapor que se levantaba de las aguas. El sol parecía estar de vacaciones y todo el parque dormía. Salvo algunos bisontes y coyotes que esperaban darse un festín confundidos y mimetizados con la niebla. Cuando el sol se colocó el traje de faena es como si alguien hubiera dado el pistoletazo de salida para los turistas que se lanzaron, cámara en mano, a fotografíar cada rincón.
Para aprovechar al máximo la jornada y dado que los días ya van acortándose, puse el despertador para las seis de la mañana. A las siete y media una densa niebla cubría los árboles confundiéndose con el vapor que se levantaba de las aguas. El sol parecía estar de vacaciones y todo el parque dormía. Salvo algunos bisontes y coyotes que esperaban darse un festín confundidos y mimetizados con la niebla. Cuando el sol se colocó el traje de faena es como si alguien hubiera dado el pistoletazo de salida para los turistas que se lanzaron, cámara en mano, a fotografíar cada rincón.
Al sur de Yellowstone se abre otro hermoso parque, el Teton. Pero los incendios que arrasan los bosques de alrededor crearon una borrosa visión de las montañas de cuatro mil metros. Tanto que preferí quedarme con la imagen en la retina y no en la cámara. Por la noche encontré un camino abandonado por el que me aventuré a acampar. Lejos de la visión de rangers y turistas, pero no de los alces. Es la época de celo y sus alaridos desentonados se hicieron eco en la bóveda celeste, potenciados por las altas montañas. Varias veces sali del saco de madrugada para tratar de ver al artífice de los alaridos pero no lo conseguí.
La Bella y la Bestia, versión Yellowstone
Desde que dejé Missoula hace 11 días no habia tenido oportunidad de lavar mis ropas. Hoy en Jackson gracias de nuevo a la web warmshower.org y a la generosidad de uno de sus miembros, puedo hacerlo. La casa estaba abierta y en una de las habitaciones una nota que decía: El castillo de Álvaro. Chuck y su mujer nunca me han visto antes. No me conocen en absoluto. Han podido leer de mi en mi web y poco más. Sin embargo no han dudado en abrir su casa, incluso antes de que ellos llegaran. Este tipo de comportamientos me hace pensar que otro mundo es posible. Un mundo donde el coche no transforme la personalidad de sus ocupantes, donde la personas viajen en descapotables de dos ruedas impulsados por su corazón y conectados entre sí por un canal de solidaridad
Paz y Bien, álvaro el biciclown
Hay días que la niebla se adueña también del corazón
¡¡¡Vuelve el Coyote!!!
Uno de los Geisers que duerme un sueño caliente
Hola Álvaro, ya tus condiciones de campamento y la temperatura han mejorado!!! Espero escribirte pronto y contarte lo que he hecho estos meses acerca de mi viaje, gracias por la inspiración, un abrazo, ojalá lleguen los espectaculos.A lo mejor de bestia de yellowstone se anime a ver a un payaso 🙂
Sos lo mas! que buena foto la del visonte, la bella y la bestia me encanto!!
Norte América es espectacular, con las inmensidades que estás pedaleando y disfrutando, pero no deja de ser el mundo occidental, donde cada vez más la gente va a lo suyo y a toda pastilla, sin paladear la vida a la velocidad de las mariposas…gracias por compartir tus andanzas con todos nosotros. Suerte!!
Me alegro de que te encuentres con gente tan acogedora.
HOLA ALVARO… COMO PASAN LOS DIAS… LOS ESTAMOS CONTANDO UNO A UNO… QUE BUENO EL RELATO… ME ENCANTO BESITOS TU FLIA DE ROSARIO
Roberto ya vació la pileta jajaja la quiere tener bien limpita…
Quien se pone a meditar sobre lo «desentonado» de un alce en cello?? jajaja Me han dicho que sus gritos son fuertisimos. Y los grizlys ni te miran por demasiado flaco.