(Casamasella). La muralla de China, Java, las islas Filipinas, Sicilia…, en una balanza. En la otra un reencuentro. Has comenzado a viajar y lo quieres ver todo y lo verás. Nada hay más fuerte que el deseo de perseguir un sueño. Ahora ya han pasado muchos años desde que arrancaste con pedalada incierta y firme a la vez. Los países tienen ahora para ti el recuerdo de las personas que conociste. No es más China sino Tino, el amigo que volviste a ver muchos años después tras el postrero abrazo en Zaragoza. No es Cairo sino Ale, la italiana de carcajada imprevisible que conociste en el 2.007 y que volviste a ver en Suiza. Ya no era tan loca. Se había casado y tenía un hijo.
Se abre ahora de nuevo la ruta ante mi. Han pasado unos meses desde que detuve la bicicleta, impelido por el crudo invierno. Los planes de escritura se han ido cumpliendo en cierta manera. Y no sólo la escritura. Con la gran ayuda de El Flaco he podido dar a luz a una nueva sección en la web, Biciclown Plus, que me obliga a trabajar muchas horas al día, a la semana, y postergar el libro que había comenzado a escribir en Brasil en el 2.015. Debo dotar de contenido a esa sección. Editar un vídeo, no sólo filmarlo, es un trabajo de muchas horas, que me envuelve hasta tal punto que me olvido de comer. (Gracias por cierto por la buena acogida que está teniendo. ¡Ya somos un pequeño pelotón!)
Tengo Sicilia cerca, nunca he estado tan cerca de Siracusa, pero he decidido que voy hacia el norte. Hacia Vasto. No se nada de ese lugar, tan sólo que está en la costa y que allí, en Vasto, está ahora Ale con su hijo León. Y volver a reencontrarme con ella y su familia que conocí en el Cairo en el 2.007 es más importante que la hermosa isla de Sicilia. Las personas son más importantes que los lugares. Esto lo descubres cuando viajas mucho, cuando tu casa es el mundo y ciertos abrazos son un campo de hierba en el que tumbarse a contemplar un baile de nubes.
He trabajado muchísimo estos meses. He sido un ratón de biblioteca, mis piernas han perdido todo el músculo, pero lo volveré a recuperar en unas semanas. Hoy me duchaba y pensaba que pronto se acabaría ese placer de abrir un grifo y recibir en tu cabeza un chorro de agua caliente. Hoy me invitaban a comer mis amigos del bar Ninado, Camillo y Mirella, y pensaba que pronto tendría que volver a usar mi cocina MSR y mis viejas ollas, y comprar comida, y cargar con la casa a cuestas.
Son buenas estas paradas que hago cada tantos años. Me sociabilizan pero también me ablandan un poco, me trasforman en alguien más blando. Necesito volver a sentir el rocío de la mañana, sorprender a la luna detrás de un collado, calentarme con un fuego tan antiguo como el hombre. Debo regresar a mis orígenes, ganarme cada kilómetro de carretera con el sudor de mis piernas, y caminar en dirección a Vasto. Los reencuentros siempre valen más que los paisajes.
Paz y Bien, el biciclown.