El primer susto me lo dió Ángel Molina, responsable de carga de Cubana aviación en el aeropuerto de México:
«Eso no es una bici embalada, eso es carga, y este es un avión de pasajeros».
Irónicamente, por detrás de Ángel se apilaban paquetes y paquetes de mercancía, no maletas, que iban a ser despachadas a La Habana en el mismo avión que yo debía viajar. Argumentar a las 5 de la madrugada para tratar de llegar al corazón de quién se ha levantado con ojeras y sin sonrisa, no se lo deseo a nadie. Tenía dos opciones: pagar lo que me pidiera (aún no había llegado a Cuba pero ya intuía que el dinero abriría muchas puertas y, en concreto, la de la bodega del avión) o explicarle que Cubana de aviación carece de normativa específica sobre cómo ha de ir embalada la bicicleta. Los que ya me conoceís y habeís seguido aventuras de este nómada cabeza dura por el mundo (como cuando conseguí que no me multaran por la falta de registro en plazo al llegar a Mongolia) imaginais que opté por el discurso y no por el dinero. La bici pesaba unos 18 kilos (digo unos 18 porque al colocarla en la balanza marcaba 11 kilos, tal vez porque sólo una rueda estaba en contacto con el platillo) y los bultos 40 kilos. Había dejado la tienda de dormir y otras cosas en México. En Cuba dormiría en hamaca o disfrutando de la hospitalidad de los cubanos: un pueblo luchador pero sobre todo inventivo.
Gracias a los contactos de internet dos personas que jamás había visto antes me aguardaban con un cartel con mi nombre. Lupe recibió un correo electrónico de su hermano (que está en El Salvador) pidiéndola que me alojara. Y allí estaba en el aeropuerto Lupe con su marido, Rodney, que trabaja con un triciclo que él mismo se ha hecho o cocinando pizzas, aunque ha estudiado veterinaria. Después de un par de semanas por la isla creo poder afirmar que hay más pizzerías en Cuba que en Italia. Aunque no tienen mesas, ni sillas, ni siquiera un local propio, sino una caseta metálica en la que las pizzas (de queso con queso) van saliendo a la calle por 5 pesos cubanos (1 dólar son 25 pesos cubanos, aunque ya hablaré más tarde de la doble economía de Cuba)
De la hospitalidad de Lupe, Rodney y los padres de este último, a la de Yolanda y su hermano Sandy. Tampoco me conocían pero su amigo Bernhar (que vive en Brasil y al que no conozco) les pidió que me dieran una mano y ellos no lo dudaron. Ahora te invito a reflexionar y que me digas que harías tu si un amigo te pide que alojes en casa a alguien que nunca has visto. No sólo que le alojes, sino que le vayas a buscar al aeropuerto.
Yolanda y Sandy viven en una habitación en el centro de La Habana. La habitación tiene dos pisos, pero cualquier parecido con el duplex de tus sueños acaba ahí. Arriba hay una cama, que ellos me cedieron por más que me opuse, y abajo hay un sofá, una tele, una lavadora que no vi funcionar, una nevera y una licuadora. Ah claro, y el baño sin puerta ni techo.
«Cuando quieras ir al baño avísanos y salimos al pasillo» me decía Sandy.
Yolanda y Sandy son hermanos y durmieron en el suelo en el piso de abajo, pues me cedieron su cama y el ventilador Orbita (marca soviética y que todavía funciona). Ambos pisos se comunican por una escalerilla de esas que se usan para subir a la azotea.
Con ellos celebré mi cumpleaños -Yolanda se pasó la tarde cocinando arroz y pollo- y brindé por volver a verlos un mes más tarde. Estaba ansioso por comenzar a recorrer la isla en bici. Debido a que la visa es limitada y a que el viento sopla fundamentalmente del este, pensé en ir hasta el oriente de la isla en transporte motorizado. Aquí hay varias opciones:
-Astro, autobuses locales que se pagan en moneda cubana, y que no pueden usar los turistas.
-Viazul, autobuses que se pagan en CUC (1 CUC equivale a 1 dólar). Desde La Habana hasta Santiago de Cuba son 55 CUC (o dólares) más otros 5 por la bici más otro tanto porque sólo se pueden llevar 20 kilos.
-Tren, la forma más segura de viajar con bici en Cuba y llegar al destino sin la bici.
-Hacer dedo, o coger botella como dicen aquí.
Decidí salir de La Habana en bici y probar suerte haciendo dedo por el camino. Pero lo más difícil fue precisamente salir de La Habana, pues hay un túnel (de apenas 500 metros) y por el que bicis, peatones o motos (sin sidecar), no pueden circular. Pero hay una solución para el pueblo. Hay un autobus para trasportarte al otro lado sólo por 1 peso cubano. Tras dos horas de espera me di cuenta de que el autobús no llegaría. Estaba pinchado al otro lado del túnel. Los canales de información de la Revolución funcionaron insatisfactoriamente. Abordé otro autobús que vi vacío y crucé el famoso túnel a los pies de la Embajada de Cuba en La Habana. Bonito edificio en cuyas puertas cientos de cubanos aguardan un documento llamado pasaporte español. En 1.869 a los españoles les echaron de la isla y ahora todo el mundo se saca sangre para buscar el RH español.
En Cuba el salario MENSUAL medio de un médico es entre 12-15 dólares. En teoría los cubanos pueden comprar alimentos básicos en la Bodega, gracias a una libreta revolucionaria, pero esos productos aunque están subvencionados no son gratis, Y no todo lo que tienen derecho a comprar existe en la Bodega. Desodorante, jabón, champú, camisas o zapatos, detergente para la ropa… (y otros productos de «lujo») los deben adquirir en las tiendas que venden en CUC. «O te vistes o comes» me comentan los cubanos. No hace falta que eches números para darte cuenta de que vivir en Cuba es un milagro. Un arte que sólo los cubanos saben ejercer, donde el ingenio y la sonrisa, son armas fundamentales. No hay cubano con el que charlara estos días que no me mostrara su descontento por la actual situación. No viven; sobreviven. Si el umbral de la pobreza es vivir con menos de 1 dólar al día, hacerlo (toda la familia) con 12 dólares al mes significa catalogar a la mayoría de los cubanos en pobres. Si, la educación es gratuita. Pero con educación el hambre no es menos dolorosa. La sanidad también es gratis…, bueno más o menos. Para que te atienda un buen especialista es recomendable llevarle algo de merienda, una gallina, en fin, algo que ayude al médico a sonreir.
Beisball sin zapatos pero con muchas ganas
Tal vez el conocimiento de estos datos fueron los que me impidieron subirme en un Viazul y llegar hasta Santiago. Podía permitirme pagar los 65 dólares por el trayecto pero no he venido a Cuba a experimentar lo que es ser turista. Quería viajar como lo hacen los cubanos, aunque no tardé en arrepentirme. Pedaleé unos 25 kilómetros y me detuve debajo de un puente. Tras un par de horas en las que vi pasar muchos autobuses llenos y algunos coches vacíos, opté por seguir la técnica de mi vecino de asfalto y coloqué en la mano unos cuantos billetes. Casualidad o hipnotismo, pero un camión se detuvo. Tiraba de un remolque y en la parte de la caja viajaban, de pie, seis personas. Había sitio para la bici y para mi, pero no estaba seguro de si quería viajar en ese camión hasta Santiago de Cuba. No tenía techo y las paredes eran de alambres. Ya eran las cuatro y media de la tarde y temía que esa era mi única opción. Por 4 dólares el conductor me llevaría hasta Santiago de Cuba (a más de 800 kilómetros). No llegué tan lejos. Dos tremendas tormentas nos dejaron completamente empapados. El agua corría por el suelo y se deslizaba por unos milagrosos agujeros que había en el piso. La segunda fue poco antes de la una de la madrugada. Cada pasajero tenía su propia técnica para pasar la noche. La de los cubanos era simple y uniforme: darle al ron. La mía tirarme al suelo a dormir, rebotando con cada bache. Pero cuando el ron hizo su efecto en mi vecino y comenzó a vomitar a mi lado, decidi cambiar de táctica y me pusé de pie. No sabía que se podía dormir de pie. A la llegada a Las Tunas, a las 8 de la mañana, mi cuerpo me pidió por favor que saliera del camión y comenzara a pedalear, aunque fuera contra el viento y a más de 300 kilómetros de Santiago de Cuba.
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Este no era mi camion, ya quisiera yo
Mi ruta me llevaba hacia el norte de Las Tunas, en busca de unas paradisíacas playas, pero que no lo eran tanto cuando todos los cubanos están en el agua tomando ron. La noche se venía encima y me detuve en el primer pueblo para preguntar por un lugar para dormir. José Batista no tardó ni medio minuto en abrirme las puertas de su casa, dicho esto en sentido figurado, pues su casa no tenía puertas. La única luz daba algo de resplandor a la salita central pero a duras penas llegaba a los otros cuartos. En el jardín un cerdo imponía sus cómicos sonidos sobre el de los perros, gallos y gatos. José es carbonero y dos de sus hijos siguen sus pasos negros y honrados:
«Nunca he robado nada y espero mis hijos hayan aprendido al menos esa lección»
A José le dedicaré mi próxima crónica en la revista Bike, pues con 73 años se ofreció a acompañarme al día siguiente en el camino y casi no le aguanto el ritmo.
Cuba me está dando muchas historias y otro ritmo de viaje. Aquí el internet es una utopía y, debido al bloqueo contra Cuba, no puedo acceder a mi correo electrónico alojado por google. Si alquien quiere comunicarse conmigo por favor que deje un mensaje en el foro y lo veré cuando encuentre un internet. Y si es urgente que lo haga en alvaroneilbiciclown@gmail.com
Paz y Bien, el biciclown.
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Jose Batista, señora y servidor
Esas risas que levantas valen más que mil palabras. Eres genial!
Saludos Alvaro!!! Felicidades por tu labor, soy seguidor tuyo desde hace años, espero que algún día, nos encontremos en ruta, un abrazo muy fuerte.
Espero que estas bien y en buena salud!
Durísima… besos Cris
saludos desde Guatemala!, éxitos por Cuba
hola alvaro, soy seguidor tuyo hace un par de meses gracias a ti, a pablo garcia, salva rodrigez. Empece a salir otra vez, tenia muchos a�os que no lo hacia. ya llevo 482 kms acumulados en varias salidas .
vivo en el estado tachira venezuela, cuando estes por estos lados me gustaria saludarte, que Dios te siga protejiendo de todo mal y peligro.
Hola Alvaro, un amigo en Venezuela, gracias a ti, a salva y pablo garcia, volvi a salir en bici.
Que Dios te siga protejiendo de todo mal y peligro.
Alvaro, el caminante del mundo y las sonrisas, Gracias por seguir siendo esa motivación para muchos soñadores. Apenas recorrí Sudamérica y ya publiqué el libro «Sudamérica en Bici, Imágenes a pedales» ya que tu has sido la inspiración de hacer realidad los sueños. Saludos desde Quito-Ecuador
animos querido Alvaro, estamos todos a tu pedal y gracias
por tus cronicas…
salud alvaro desde asturies disfruta de la isla
Aupa Alvarito, como sé que estás preocupado por mí, te escribo para decirte que estoy bien, tranquilo.
Nos vemossssssssssssssssssssss
Besossssssssssssssss
Alvaro hasta cuando te quedarás pasandolo tan bien en esa isla… me da miedo el tema de las rutas me gustaria mas que estuvieras en paises menos igualitarios…te mandamos un abrazo nosotros y los de Funes, los de la pelu y la Bianca….
Si supiéramos las condiciones de vida en otros países, valoraríamos más el nuestro. Gran país Cuba, dónde con dignidad, los cubanos sobreviven. Gracias por relatar tus experiencias en este país ( y las que queden aún ). Sigue pedaleando. Recibe un cordial saludo.
Un empujón desde Laos, de unos Españoles de Mallorca Lauri& joana que conocisteis en Nelson New Zealand