Luego fue el sentido del oído. Ellos creían oir mas en realidad no escuchaban. Claro que percibían ruido a su alrededor, pero no eran capaces de aislar los sonidos, de diferenciar el canto de un grillo del pesado e iterativo rodar de los neumáticos de los coches sobre el rugoso asfalto. Aislados un fin de semana en un parque natural debían recurrir a la música o a la conversación con sus compañeros para no escuchar el latido de su corazón o su entrecortada respiración. El silencio no deseado causa más estruendo que una tormenta de verano en Canadá.
El tacto fue directamente prohibido por las autoridades, encargadas de velar por el orden (su orden). Las gentes no se tocaban, abrazaban o besaban. El lenguaje oral sustituyó, ya hace mucho tiempo, al lenguaje corporal. Mirar directamente a los ojos por unos segundos puede causar malestar en el personal.
Y así sucesivamente fue ocurriendo con los demás sentidos, hasta producir una pérdida total de comunicación sensitiva.
Los que aún no llegaron a perder sus cinco sentidos se separaron del mundo. Se convirtieron en ascetas y se largaron a recorrerlo en bicicleta.
Afirmo, sin temor a equivocarme, que el ser humano como especie se autoextinguirá en un futuro no muy lejano. La naturaleza no puede seguir produciendo flores si nadie se detiene a olerlas.
El arte necesita ser valorado. En Canadá he llegado a este pensamiento que ha venido fraguándose ya en Australia, Nueva Zelanda, Alaska… Si para pasar cuatro días de camping con tu pareja necesitas un autobús (literal) que vaya tirando de un coehe, en cuyo techo estén atados dos canoas o una barca, y en la parte posterior dos bicicletas, es que nos hemos desconectado del sentido de la vida. Ghandi afirmaba que quien tiene dos camisas y usa solo una es un ladrón. Pero lo que Ghandi no llegó a ver es que los tipos con dos camisas ni siquiera sonríen y, aún más, miran por encima del hombro a quien apenas tiene una camisa tazada. Tener más no es sinónimo de ser más feliz. Más bien al revés, pues quién más tiene arrastra una pesada carga que le obliga a trabajar más para mantenerla. Con el subsiguiente miedo a perderlo todo.
Mi idea de dar la vuelta al mundo en bici llevando sonrisas a la gente más desfavorecida está errado. La gente más desfavorecida es, basicamente, feliz. La gente que tiene de más es, en general y con heroicas exepciones, infeliz. Lo que en realidad yo llevo con mi espectáculo de clown por el mundo, lo que quiero regalar, no son sonrisas: es AMOR. No podía hacer feliz a quien ya lo era pero si podía hacerle cosquillas para decirle, en lenguaje clown, que le veo, le oigo, le huelo, le siento y…, eso es sabroso.
Si alquien tiene elementos para ser feliz y no lo es, debo decir que mi clown es inoperante A esa persona le llevaría un fin de semana conmigo de camping, con su bici y sin su casa rodante de 30 metros, y le enseñaría a disfrutar de un arroz blanco con atún, acompañado de agua de una cascada sin filtrar pero hervida, tras un frío baño en un lago en cuyo fondo hay viejas botellas de ron.
He escrito varias veces a los Consulados y la Embajada de España en Canada, solicitándole contactos para mis espectáculos gratuitos. No contestan. Están ciegos y sordos. También he escrito a una ong de Seattle que trabaja con inmigrantes y he tenido idénticos resultados. Lo comento porque hay gente que me escribe preguntándome cuándo va a ser mi próximo espectáculo.
Me cuesta conservar la sonrisa en estas sociedades en que la naturalidad está coartada, en que para recorrer un parque natural por la única carretera que lo atraviesa te hacen pagar por igual vayas en bici, caminando, en una Harley o en un RV (casa rodante gigante). En un país, Canadá, en el que dormir bajo las estrellas fuera de un área designada es un delito. En un país, Canadá, en la que los conductores me confiesan que tratan de ser gentiles con los ciclistas «si pueden», es decir, si no eso no les supone disminuir un poco la velocidad. He experimentado en carne propia que «si no pueden», prefieren pasarte tan cerca que tu cuerpo se encoge para prepararse ante el inminente golpe. En algunas carreteras de Canadá donde el asfalto es más estrecho que la mentalidad de los directores de los Parques Naturales, los ciclistas somos románticos suicidas, retazos de un atisbo de inteligencia que eclipsó un día otras especies en el mundo y que está a tiro de unas cuantas generaciones vistas para extinguirse.
La felicidad es un asunto muy serio que no conviene dejar para el día siguiente pues para entonces habremos perdido los cinco sentidos.
Paz y Bien el biciclown.
Lorenzo es un artista
Algunas heroicas excpeciones
Prohibido levantar el dedo
Disfrutando la vida gota a gota
Concuerdo contigo en que los que menos tienen suelen ser mas felices que los que tienen de mas. He estado por diversas partes de Canada, incluidas las Montanas Rocosas y no puedo concebir que haya que pagar por disfrutar de la naturaleza y de sus paisajes, por ir en bici, por pasear.Y parece que el deporte nacional es alquilar una caravana con coche y recorrer ese inmenso y bello pais.Disfruto leyendo tus cronicas, pues me hacen ver con otros ojos y oir con otras palabras, los lugares de la Tierra por donde pedaleas.Enjoy clown!!
En 7 días empiezo mi particular viaje de tres semanas en bici, un síntoma de nuestro antepasado nómada asoma a través de mi y me lleva a invertir todas mis vacaciones haciendo mi primera verdadera experiencia nómada, a la velocidad de las mariposas, sin llegar a ninguna meta. sólo el ir por el ir, gracias clown por exprimir tus experiencias en este zumo de sabiduría que son tus diarios a fuerza de experiencias…
Es genial ver como te moldeas y viajas a lo mas profundo a través de lo más básico, que en el primer mundo hace tanto que dejamos de ver…
Paz y Bien a ti Alvaro y a todos los que te leen.
Que razón tienes! cuando hace unas semanas atravesamos los parques de Banff o Jasper en Canadá, sentíamos que a esa naturaleza tan exhuberante e incontrolada durante miles de años, le faltaba algo, le faltaba esa sensación de libertad, la libertad que había perdido en algún momento con la llegado del hombre blanco-canadiense-capitalista. Un hombre que en los arboles en vez de hojas ve billetes verdes, y que primero pone la mano para cobrar y luego se justifica hablando de conservación y sostenibilidad, cuando lo que realmente quiere decir es explotación de sus recursos y prohibición de lo que no pueden controlar o cuantificar como cobrar por cada una de las estrellas que hay en el cielo.
Y cuando hablo de Canadá no es que este país sea el único que en vez de ovejas cuenta billetes de $ cuando se van a dormir, pero si es cierto que en nuestro recorrido por Norte América los Canadienses se llevan el premio a la perdida de los valores!
Ánimo y no desesperes que llegaran tiempos mejo
well you show respect, love may be something different
ANIMO ALVARO,EN EL MUNDO AUN QUEDAMOS RAROS QUE APRECIAMOS EL VALOR DE LAS COSAS QUE NO SE PUEDEN NI COMPRAR NI VENDER,TODO LO QUE SE PUEDE PAGAR,NO VALE NADA,TU NO DEJES DE PEDALEAR,COMO SALVA,DAISUKE….NO DEJEIS NUNCA DE HACERLES COSQUILLAS A NUESTRO PLANETA CON VUESTRAS BICICLETAS,ULTREIA¡¡¡¡¡¡