Por fin a las 5 de la mañana suena el reloj, aunque mi desvelo ya le llevaba unas horas de ventaja. Me fuerzo a tomar un te y dos galletas y enfilo el camino de la cumbre. No está lejos, a sólo 45 minutos. Pero el camino tiene varios pasos aéreos, de esos en los que la muerte te sonríe a izquierda y derecha. Hace dos semanas una montañera resbaló en el paso de hielo y murió. Los guías no han aprendido la lección y siguen sin encordar a la gente. La cuerda cuesta más que su salario de 6 días y las agencias no les proveen de ella.

Arriba en la cumbre el sol se despereza. Parece que él tampoco ha tenido una buena noche. Enciendo el teléfono satelital y hago la entrevista en directo con Punto Radio. Me cuesta hablar. Tengo la boca helada.
Desde la cumbre de Punta Lenana, a 4.895 m, el tiempo parece detenido, congelado. El mundo parece más hermoso, y una sensación de paz inunda la mañana.

Descendemos por la ruta Chongoria, durante dos días, atravesando un valle con una garganta desde el que se descuelga la cascada Viviane. Su nombre me recuerda a mi amiga de Sao Paulo, y más amigos caminan conmigo esa mañana en el descenso. Muchos que ahora se muerden las uñas viendo estas fotos y de los que yo soy simplemente su representante por el mundo.