Si piensas qué se esconde detrás de ese deseo de que te toque la lotería o de que llegue el día de tu jubilación, llegas a la conclusión de que es la idea de poder vivir sin trabajar. Ya publiqué un vídeo, que puedes ver en este enlace sobre el tema, y a mucha gente le gustó y a otros les pareció una quimera.
Conclusión: siempre hay opiniones para todo y no deben influir en tu propia idea de lo que debes hacer, así que te voy a compartir mi opinión aunque te cause picor leerla. No se sabe qué fue primero si la gallina o el huevo y algunos piensan que la gallina es la forma en que un huevo produce otro huevo.
Vivir sin trabajar supone, en primer lugar Vivir
¿Qué es eso? Para muchos no es tan solo comer, tener un techo y algo de ropa, sino que además se debería tener un par de casas, varios coches o bicicletas (por el valor de estas últimas hoy en día ¡ya se pueden equiparar!). Y así Vivir es más bien Vivir acumulando. De esto te das cuenta cuando viajas muchos años en bicicleta por el mundo: con poco ere feliz. No precisas tener una escritura pública a tu nombre del terreno en el que duermes esa noche. Tampoco levantas un castillo para dormir, pues no es necesario. Colocas tu tienda de campaña y al día siguiente, con las primeras luces te vas. Nadie podría señalar el lugar específico en el que has dormido porque no queda rastro.
Eso en cuanto al dormir se refiere, y para el comer, llevas tu cocinilla, vas comprando día a día en comercios locales (en muchos de ellos, sobre todo si son de África o de países con cultura musulmana, se ríen de ti si quieres pagar dos tomates y tres zanahorias y te lo regalan). Tu les regalas tu sonrisa. Ese trueque te puede parecer injusto y desequilibrado; por fortuna no es contigo con quien hago el trueque. Es algo voluntario, no impuesto.
La ropa las vas consiguiendo por el camino, pero no acudiendo a un Shopping a mirar ofertas, sino dejándote llevar en primer lugar por lo que las personas locales visten, pues ellos se adornan en función del clima en el que viven y nadie mejor que un Sudanés te va a decir cuál ese la mejor ropa para el calor del desierto. Esa ropa no la venden en tu tienda favorita de deportes del barrio, lo mismo que la malaria no la tratan mejor en tu hospital moderno que en una clínica pequeña de África. Si a tu abuela nadie le enseña a preparar lentejas a ningún africano le vas a decir cómo lidiar con el calor o los mosquitos.
Y así, vas viviendo mientras viajas por el mundo. Vives de forma simple, sin dedicar energía a acumular otra cosa que experiencias. Esta palabra en alemán Erfharung, se forma con el sustantivo viajar; es decir, en teoría, y solo en teoría, viajar aporta experiencia a tu vida.
Y recuerda que, para la mayoría de los trabajos lo que se precisa es GENTE CON EXPERIENCIA, así que si has vivido de la forma descrita, sin acumular más cosas de las que puedes llevar en una bicicleta, ligero como un pájaro, habrás acumulado suficiente experiencia que nos permitirá afrontar la segunda parte de la oración: Vivir sin Trabajar.
Trabajar o hacer lo que te gusta
Parece una dicotomía irresoluble. Muchas gente la ha resuelto de la siguiente manera: durante la semana dejo que me exploten, no es por lo tanto esclavitud sino autoesclavitud, a cambio de un salario, y los fines de semana, en verano y cuando me jubile, haré lo que me gusta.
Perfecto. Es una opción de vida que, si te aporta serenidad, te felicito y te invito a que la mantengas. Ahora bien, no es algo que uno vea en la naturaleza. Me explico.
Una rosa no espera toda su vida para florecer. Un león no espera toda su vida para sentarse a dormitar bajo un árbol. Los delfines saltan y se divierten también en lunes.
Con ello quiero poner de manifiesto que en la naturaleza no hay esa tajante división entre trabajo y placer. Los animales cuando cazan no se sabe si están trabajando o viviendo, corriendo o haciendo horas extras. Su vida es un equilibrio entre lo que les gusta y lo que necesitan. Claro es que nunca se ha visto un león que tenga, bajo ese mismo árbol en el que dormita, quinientas gacelas muertas para ir comiéndolas poco a poco o para venderlas a otros leones más perezosos que pasen por su parcela. «Su parcela», en realidad el león tampoco tiene escritura de propiedad, al igual que el nómada. No es «su árbol» sino el árbol que le toca ese día. Podía se otro, menos frondoso. El león tiene claro que el apego le quita libertad.
Nosotros, los seres humanos, hemos decidido dividir la vida entre trabajo y placer, relevando el segundo a momentos de ocio. Con ello hemos definido el trabajo como algo que nos da de comer, pero no tiene porqué darnos placer, pues para eso ya nos lo procuraremos en el tiempo de ocio. Si de lo que se trata es trabajar la máxima está clara: cuanto más me paguen mejor, no hace falta que me permita desarrollarme como persona, o que esté en sintonía con mis habilidades o mis gustos. Al trabajo le pido dinero, y al ocio placer. Ya está. Ya tenemos hecho nuestra apuesta vital.
Ahora vamos a ver cómo eso se traduce en los niveles de felicidad o de serenidad. Mira a tu alrededor, o mira dentro de ti, y dame la respuesta en los comentarios. No hace falta que un Notario levanta Acta de Presencia.
La vida que yo llevo
Ayer sábado estuve trabajando todo el día. Hoy, domingo, también. No me pagan mucho por ello. Por momentos me da placer y por momentos estoy cansado. Entonces, en esos momentos de agobio, paro, me hago un café y me siento a ver las nubes.
Mi trabajo estos días consiste en enviar mi nuevo libro Abrazar la incertidumbre a cientos de personas. Tengo que seguir minuciosas tablas de Excel, leer la dedicatoria que cada persona quiere, meter el libro en un sobre (que previamente he ido a comprar), escribir direcciones con plena atención porque de otro modo el libro no le llega al destinatario, y luego, el lunes, ir a correos con un montón de sacos y estar unas cuantas horas enviando todo el contenido. Volver a casa, recibir más libros, y repetir el proceso.
Es algo muy manual, muy detallado, que requiere concentración (menos, curiosamente, de la que tenía cuando escribía el libro que ahora envío) y que a veces quiero que se acaba pronto, y otras, me detengo leyendo los comentarios de la gente que me ha comprado el libro y sonrío serenamente.
Hola Alvaro.
Te llevo siguiendo desde hace años y simplemente te tengo que decir gracias. Gracias por abrirme los ojos hace años. Gracias por a verme enganchado a viajar/vivir a ritmo de la mariposa. Gracias por hacerme ver que mi forma de pensar no es la errónea. Gracias por sacarme de más de un agujero con la lectura de tus libros. Hace tiempo que no viajo en bicicleta (la familia a crecido y cada cosa tiene su tiempo, eso si la furgoneta no la dejamos aparcada), pero este año tengo idea de salir un fin de semana solo (retornar a la soledad, esa que da miedo cuando es una desconocida pero cuando la conoces y es tu amiga la echas de menos) y dentro de nada, si los astros quieren, viajar con mi familia y que disfruten del ritmo de la mariposa.
No he tenido la oportunidad de conocerte en persona (has estado cerca en Oñati dando una charla pero no puede ir), pero fijo que llegará el día.
Un abrazo amigo. (Eneko)
Álvaro me gustaría que me lo dedicaras a mi 😉 que me encuentro en la búsqueda de mi serenidad interior e intentando convivir de la mejor forma con la incertidumbre.
Estoy deseando leer tu libro.
Muchas gracias. (Carolina)
Y así, entre sobre, dedicatoria y lectura de comentarios, van pasando las horas, como león tumbado bajo el árbol, sin que me preocupe cuál es mi salario por ese trabajo. Mi salario no se mide en euros sino en experiencias. Cierto que gano algo de dinero, pero lo que te aseguro es que ese dinero no me hace más feliz que leer estos comentarios.
El dinero me permite comprar comida y hacer lo que me gusta me permite ahorra en psicólogos, medicinas y en ir de compras por el shopping.
Mi jubilación llegó con 33 años. A esa edad dejé mi trabajo fijo con un buen salario (más de 2000 euros de los del año 2001), buenos compañeros y excelente jefe, y aposté por vivir de acuerdo a la naturaleza, como la rosa, el león o los delfines.
Se vive por gusto, no se vive para trabajar. Y por gusto estoy estudiando la carrera de Filosofía desde hace un par de años, no para ganar dinero con ello ni para trabajar de filósofo.
Vivo con serenidad, sin consultar mi saldo bancario, sin preocuparme si mis (falsos) seguidores en redes sociales suben o bajan, si mis vídeos se ven más o menos, si le das al like, si comentas o si callas.
¿Cuál es el secreto de la vida que tengo? Haberme dado cuenta un día de cuál es mi propósito en la vida, cuál es el sentido de mi vida y dejarme llevar por esa intuición, que no es una certeza, y que tiene más que ver con abrazar lo que venga que con querer que venga algo definido.
Vivir abrazando la incertidumbre (y te aseguro que durante los trece años de vuelta al mundo en bici hubo mucha incertidumbre) te permite vivir con serenidad.
Quererlo tener todo controlado, al estilo de: hoy voy a trabajar, mañana me pagan y luego me jubilo, es de una gran soberbia con el Universo, pues en esa ecuación mental, estás obviando cientos de factores que, al manifestarse, te. harán rabiar. Y pongo solo como ejemplo una pandemia mundial, una guerra, que tu jefe te despida, que tu salud se quiebre antes de la jubilación…
Con 54 años, puedo decir una cosa: he vivido. No estoy listo para ir al cajón, pues eso es un nivel de serenidad que aún me falta por alcanzar, pero voy pensando en la idea y te digo que, ahora, ya no me aterra. No me aterra la tierra sobre mí.
Llegará ese día, más seguro que tu jubilación o tu segunda propiedad en la playa, y lo voy esperando con calma, satisfecho de haber empleado mi vida en vivir. No en vivir sin trabajar, ni vivir trabajando. Simplemente en vivir tomando en cuenta que hay que comer y vestirse, pero sin que eso constituya mi finalidad esencial.
Acumular bienes es acumular problemas y facturas.
Acumular experiencias es ganar serenidad.
Yo he elegido hace más de veinte años. Es tu hora.
Paz y Bien, el biciclown.
P.D. Aquí te dejo dos enlaces a dos cursos que, a mucha gente como tú, le ha permitido lograrlo.