Recorriendo esta parte del Norte de Namibia, me esta pasando eso. Resulta que los himbas, un pueblo ganadero descendiente de los Herero, acostumbran a vestir aun a la manera tradicional. Las mujeres tiñen su piel con una pasta de color rojizo y que desprende un agradable olor. Todo su cuerpo, al menos lo que yo he visto que no es poco, va recubierto de esa pasta. Hasta el pelo.
Sorprende llegar a un hospital de un pueblo, y encontrarte el medico con la tradicional bata blanca y los himbas con sus tradicionales ropas esperando pasar consulta.
Tal vez por eso han esta zona es tan visitada por turistas. Y los himbas no son tontos y a cada uno que le quiere sacar una foto le piden dinero. Conmigo no tienen mucho que rascar.
Los hombres visten una falda de dos piezas. La de delante tipo minifalda, con pliegues de tabladillo y una tela fuerte, y la parte trasera e independiente de tela mas fina y mas larga.
O sea que todo el muslamen va al descubierto, sin duda, para tener buena refrigeración interior. En la cabeza suelen llevar un gorro, de lana!, que pueden tardar varios días en quitarse, por lo que cuando les pica la cabeza se rascan sin tener que descubrirse con esa especie de alambre.
Casi todos llevan un palo, tallado por ellos, con el que azuzan al ganado o a lo que se acerque. Son muy altos y de complexión atlética.
Aunque yo me quedo con el exotismo de las mujeres. Eso de estar en una panadería, y que te entren tres himbas con su olor peculiar y su tono rojizo universal pidiendo la vez, mola cantidad.
Mi respeto para un pueblo que ha sabido conservar sus costumbres, aunque espero que el turismo, no les haga mudar su nombre de Himba por el de Give me.