Hace pocos días Kova tocaba la puerta de su casa y nos hizo hueco en su habitación, pues no había más lugar. Una vez más, y no será la última, se pone de manifiesto que el único sitio que uno debe tener disponible para alojar a alguien está en el corazón.
Syl había contado con un guía para la expedición, Sogno. Y éste había llamado a un cocinero, Com, y a un porteador, James. Más tarde se uniría otro porteador, Charles, y el Ranger del parque, Julius Inna. La misión de este último era disparar al posible búfalo, leopardo o elefante que se acercara. Para ello contaba con un Mauser de 1909 y tres balas. Como la expedición tratábamos de hacerla lo más económica posible, la mañana del viernes comenzamos visitando el mercado de Arusha para hacer acopio de aprovisiones para cuatro días y siete personas. Raro es el día que no hago magia en la calle o malabares, y el mercado es uno de los mejores lugares.
El Monte Meru es una ascensión de 3 ó 4 días. Nosotros preferimos hacerlo en 4 para disfrutarlo más. Debajo del Meru se halla el Cono de ceniza, un volcán ya apagado que parece de cartón piedra.
La primera comida la hicimos en la puerta del Parque. Previamente habíamos sido estafados por un conductor local. Ajustamos una tarifa para que nos llevara hasta la entrada y a mitad de camino detuvo el coche. O le dábamos más dinero o no seguía. Como decía al principio, en teoría no iba a ocuparme de nada. Pero nuestro guía Sogno, que había negociado el precio era demasiado blando para discutir, así que mirando al conductor a los ojos fijamente le hice saber que o arrancaba el coche o podía despedirse de este mundo. Es sólo un juego de amenazas, que funciona. Al final le acabamos pagando casi todo lo que él pedía. Primero le hice un poco de magia y le hice pensar que podía aparecerme en sus sueños en cualquier momento. Se fue con el dinero y un poquito de miedo en el cuerpo.
A las dos de la tarde comenzamos la ascensión hasta el primer refugio donde descansaríamos la primera noche.