Fue el Paso Roballos el que elegí para cruzar de nuevo a Argentina. Más al sur los ríos impedían la aventura de hacer en solitario la travesía del Río Mayo. Mis compañeros de pedalada son los guanacos que han profilerado en esta vasta estepa. El viento a veces me ayuda y otras me entorpece, pero no es tan molesto como en verano. La ilusión de volver a ver a Rubén le proporciona una dosis extra de fuerza a mis pedaladas y hay días en que hago hasta 120 kms. A pesar de ser ripio en parte. No hay un alma, todo es silencio, y el alma del ciclista se encuentra otra vez a solas con su destino, sus miserias y sus alegrías. La que vienen prometen ser emocionantes. Llego a El Calafate y me reencuentro con el venezolando de corazón de oro, Rubén Valle, su chica (la flaca Flor) y el pequeño Luka (fruto de varios revolcones amorosos). Se ha terminado la temporada de kayak, de la que Rubén es guía, pero me invita a unas excursiones al Calafate Mountain Park y pruebo las motos sobre nieve. Una buen excursión pero sobre todo porque el guía es un loco que hacía 9 años que no veía. Vive en la última casa del pueblo, a la espera de que le den la luz, e ilusionado por una vida que construye a golpe de ilusión. Hace 9 años los dos éramos dos pájaros en bici y ahora él tiene familia propia y yo sigo con mi bici. El destino es lo que queda después de lanzar la baraja al aire y atrapar, al vuelo, una carta. Somos fruto de pequeñas decisiones que van determinando un existir del que somos los únicos responsables. Aunque si miramos para atrás la estela de nuestra vida es tan éfimera como el rastro de un avión en el cielo.
Debo seguir y salgo de El Calafate un día de cielo negro y horizonte indefinido. Me resguardo en una estancia y hago acopio de calor para la noche. Al día siguiente el camino es puro hielo y trato de mantener el equilibrio en la bici. Como puedo, un rato en bici y otro rato ayudado por algún vehículo, llego a Rio Turbio. Un hombre, Lalo, me había dado su dirección días atrás y acabo en su casa. El tiempo no mejora y decido aguardar un día. Por la noche varios amigos se acercan al fogón y uno de ellos resulta ser un famoso cantautor de la patagonia. Eduardo Guajardo cuyas composiciones sobre mineros, vientos y coirones, nos mantienen a todos despiertos y con la piel de gallina hasta las 4 de la madrugada. El buen vino y medio chancho ayuda a la música.
Eduardo Guajardo, un genio
Lalo de Rio Turbio
Salgo de Río Turbio y paso cerca de una pequeña estación de esquí que pronto abrirá las instalaciones. Es casi bajada hasta Puerto Natales, Chile, donde aguardo para recibir un paquete con cubiertas de clavos y otras sorpresas para pedalear hacia la Tierra del Fuego.
Paz y Bien el biciclown.
Pedaleando con la primera luz
La primera mina de Rio Turbio
Elévate en la vida (Foto Gonzalo Alvariñas)
Que bonitos son los reencuentros ¿verdad?
Sigue deleitandonos con tus historias, por favor. Cada vez que te leo me transporto al mundo y alimento unos sueños que vivo fugazmente en mis vacacines.
muchas gracias por compartirnos tus sueños y emociones, nos lo trasmiten directamente al «cuore»
Visitamos el sur de Argentina y Chile, pero viajando en una casa rodante. Ahora, que estamos viajando en bicicleta, me doy cuenta que los lugares se ven, se sienten, se palpan diferente. Va a ser muy lindo cuando recorra el sur el bicicleta y me encuentre con lugares nuevos y diferentes.