Cuenta la leyenda que Sísifo engañó a los dioses y como castigo, en el inframundo, Sísifo fue obligado a cumplir la siguiente condena: empujar una piedra enorme cuesta arriba por una ladera empinada, pero antes de que alcanzase la cima de la colina la piedra siempre rodaba hacia abajo. Sísifo tenía que empezar de nuevo desde el principio, bajar a buscar la piedra y empujarla ladera arriba.
Me gustaría que pensaras si tu vida no es un poco como la Sísifo. Sustituye la piedra por tus obligaciones cotidianas, y la ladera por el calendario gregoriano. Día tras día, año tras año, con ligeras variaciones, te ves empujando la piedra ladera arriba.
Antes de cumplir mu sueño de dar la vuelta al mundo en bici sin límite de tiempo («quiero pedalear hasta que me canse» dije al partir), no podía identificar y diferenciar unas navidades de otras, un cumpleaños de otro, un lunes de otro lunes. Cuando vivía esos momentos me parecían mágicos, pero luego se mezclaban en el cajón de la memoria unos con otros sin posibilidad de rescatarlos.
¿Por qué? Ahora que estoy estudiando Filosofía, y haciéndome más preguntas de lo normal, y menos normales de lo normal, entiendo que es debido a que vivía sin tomar respiro. Iba coleccionando acontecimientos extraordinarios pero, al solaparse unos con otros, perdían su individualidad y grandiosidad. Vivía en un tiempo lineal, sin interrupciones, y no había un final de la película para celebrar algo.
Esto es para mi una de las enfermedades de esta sociedad tecnológica que nos permite hacer diez cosas a la vez y no terminar ninguna. ¿Cuándo se acaba la tarea de publicar tweets o de subir publicaciones a instagram? Nunca. Son tareas que no tienen fin natural. Antes muere el autor.
Y es así como vamos empujando la piedra por la montaña, ignorando que nunca llegaremos con ella hasta arriba, que siempre debemos comenzar de nuevo, que no celebramos nada y que, si la muerte no viniera a buscarnos, seguiríamos erre que erre con nuestras «cosas importantes», viviendo de espalda a los amaneceres, al olor de las flores, al correr curioso y juguetón de un gato, viviendo de espaldas a la desintegración de la nubes en el cielo, ignorando el sonido de la música de las ramas del viento al ser azotadas por el viento…
Vivir no es cumplir años, no es vacunarse, no es emborracharse. Vivir es, ante todo, tener consciencia de que estás empujando una piedra por la ladera de una empinada montaña y tener la libertad de rebelarte y de no ir a buscarla nunca más.
Cuando descubres que tu vida tiene un propósito, al menos, sabes porqué estás empujando esa piedra. Y entonces, deja de ser un castigo para ser tu misión en la vida.
Es posible que descubrir tu propósito no haga que dejes de hacer lo que haces, pero estoy seguro de que harás lo que haces con más consciencia. Y eso te va a ayudar a empujar la piedra con una sonrisa.
Paz y Bien, el biciclown.
Hermoso! Como siempre ..tan bonito leerte!
GRACIAS POR LEERME.
Maravilloso! Gracias!!