De azul

La culpa la tiene la buena cocina de Fernanda en Buenos Aires, los asados con nuevos amigos en la capital y, para empeorar el panorama, la agitada vida social y gastronómica de Rosario. Y para colmo mi cumpleaños con dobles celebraciones, asados, pizzas, lechones… Menos mal que no veo a esta gente muy a menudo, aunque desde que pasé por Rosario en el 2.001 ya van seis visitas. Ni a mi propia familia he visto tanto. En realidad uno acaba tejiendo un invisible hilo de amistad en su recorrer por el mundo y los términos familia-amistad acaban entremezclados como el queso y el tomate en la pizza.

Mi objetivo en Rosario era ambicioso. En primer lugar abrazar a todos los amigos que he ido haciendo en estos años. Tarea imposible, aunque creo que alcancé a la mayoría. Y a los que no pude ver les pido disculpas. En segundo lugar tratar de ofrecer mi espectáculo en el mismo lugar en el que lo hice en el 2.001. En el barrio de la comunidad Toba. Allí la hermana Jordan, franciscana, trata de llevar un poco de luz entre tanta droga, cañerías rotas y violencia a domicilio. Todo lo que ella construye por el día lo destruyen por la noche. Así que no me queda más que preguntarla:

– Hermana, ¿de dónde saca usted la fuerza, le compensa?
– Viendo que algunas mujeres progresan y sacan a su familia adelante con lo que les enseñamos (clases de cocina o costura) es para mi satisfactorio y compensa todas las otras desgracias.

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La Hermana Jordan

Hace poco más de un año entraron a robar en la escuela que ella ha levantado SIN ayuda del Gobierno. Si no fuera por ese jardín de infancia los chicos estarían en casa viendo a sus padres drogarse. Las salas están bien acondicionadas, todo fruto de donaciones de amigos de la hermana; muchos chicos nunca han visto en su vida un suelo con azulejos. Sus casas son de tierra y todo es lúgrube y viejo. Aquí, en el jardín, el color de las paredes les permite soñar con otro futuro.

Varias veces les han robado pero es ésta la primera vez que además golpean al guardia. Hecho que más lamenta la hermana. Ella no pierde la sonrisa mientras me enseña las instalaciones y decidimos dónde es el mejor lugar para el espectáculo. Muchas veces las personas me contactan para que haga mi show en algún pueblo, pero desconocen la logística que se esconde tras esa hora de risas y magia. A la hermana le pedí que, dado que me anunció que podían acudir 400 personas, sería bueno tener un pequeño escenario. No aseguró que lo fuera a tener, pero lo intentaría. El día del show todavía se escuchaban sonidos de sierra y martillo. Los operarios, que la misma hermana había contratado, estaban terminando el escenario. Aunque no llegaron 400 personas, al final del show había unas 200, entre ellos amigos míos que deseaban participar de este hecho insólito. Verme actuar en el lugar en el que lo había hecho hacía 14 años.

Mi propósito actuando en esos lugares no es sólo llevar una sonrisa a gentes (niños y adultos) que no tienen muchos motivos para reír, sino además reconocer la labor de la hermana Jordan y brindarle, a ella y su equipo, un poco de paz en su quehacer diario.

Mi asombro el día que fui a visitar a la hermana para preparar el show es que ella aún se acordaba de la rutina del huevo y la tortilla. Cuando lo volví a hacer iba retrasmitiéndolo a la gente de la audiencia que tenía a su lado.

Durazno

Pueblos como Durazno viven ajenos a la modernidad

Cumplida la misión del show, era hora de darle a Karma su regalo de cumpleaños. Quería pintarla y para eso necesitaba un buen mecánico que me ayudara a desmontarla con garantía. El destino, los ángeles y el universo conspiraron para ello. Si recordais de la anterior crónica, en Ushuaia me había alojado Martín, cuyo mejor amigo en Rosario era Fede (mecánico de bicicletas). Yo conocía en Rosario la tienda de bicis de Bengoa, que me regalaron dos ruedas cuando pasé por Rosario en el 2.001. Bueno pues Fede trabajaba de mecánico en el taller de Bengoa. Para más casualidad la bici de Fede se llamaba Karma. Con tantos buenos augurios el negocio no podía salir mal y unos días más tarde Karma salía de Bengoa de color azul con la horquilla pintada de naranja. No me pregunten porqué esos colores. Simplemente quería salir un poco del negro, que es del color que han sido mis últimas bicicletas. Debo ponerle un poco de color a mi vida, siento que estoy en una especie de torbellino que me succiona en su interior y del que no soy capaz de salir. Tampoco me pregunten de qué torbellino se trata.

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Rutas de ripio para evitar tráfico

De azul se volvió también mi pelo, tras visitar la peluquería de mi amiga Cristina Burgués, y azul es la nueva chaqueta que me ha enviado Trangoworld. Un envío tan accidentado, ajeno a ellos, y que ha tardado unos dos meses y ha pasado por Málaga (España) y Valdivia (Chile).

El mayor desastre informático, tras el virus de mi computador en Hawaii, fue la pérdida de todas las fotos de mi disco duro. Una copia de la mayoría está en España, pero me quedé de piedra cuando no las encontré. Gracias a Diego, amigo de Pablo el hijo de Cristina, pude recuperar la mayoría, aunque ahora debo volver a clasificarlas por países, años, meses…

El domingo mis viejos amigos, Pablo y Horacio (de quienes hablo en mi libro Kilómetros de sonrisas) me llevaron hasta Victoria en auto, porque el puente sobre el río no se puede cruzar en bici. De Buenos Aires salí en tren y de Victoria en auto. Hay que cuidarse en estas grandes ciudades. Hace pocos días a un belga le robaron su bici en Buenos Aires.

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De azul

Junto a mis viejos amigos y tras comernos unos ricos pescados mientras sus hijos amenazaban con destrozar el restaurante, partí hacia Nogoya. Fue amargo despedirse de estos viejos compañeros de aventuras con quienes recorrí Perú, Ecuador y Colombia. Aunque he encontrado muchos otros ciclistas más tarde en el camino, con pocos he tenido la complicidad y las risas que tuve con estos dos grandes pelotudos. Pablo ha trabajado tan duro y ha tenido tanta suerte que con apenas 42 años ya está jubilado y se dedica a criar a sus dos hijos, y Horacio es un kinesiólogo, acupunturista y mil cosas más de primera. Casi un brujo. Me revisó todo el cuerpo, me ajustó un par de vértebras y dictaminó que mi rodilla izquierda estaba hecha puré. Colocó unos imanes y ahora parece que va mucho mejor.
Y de nuevo en ruta, dejando que el viento seque las lágrimas, que los kilómetros desgasten el corazón y que las subidas llenen de sangre el cerebro para que no piense y no recuerde.

Uno no puede cambiar las cosas que le ocurren, tan sólo puede modificar la forma en que esas cosas le afectan. Respiro y pedaleo. El torbellino del que hablaba amenaza con tragarme pero Karma me lleva lejos. Pongo kilómetros por medio, aunque uno nunca puede alejarse de sus recuerdos, son como la línea del horizonte: inalcanzable y omnipresente. Te despiertas por la noche, das media vuelta y algo llama a la puerta de tu cabeza: es un maldito recuerdo que repite más que el ajo.

Momentos del pasado que endulzaron tu vida y hoy te la amargan.

Esta pampa que recorro no ayuda. Son rectas eternas, con un paisaje monótono, campos cosechados que no varían día tras días, camiones cargados de cereal que me adelantan con un ruido de prisa y mal genio. Mi mente me juega malas pasadas y me recuerda dulces momentos que son imposibles de volver a vivir y no tengo a dónde escapar. Sólo respiro y pedaleo. Debo llegar pronto a otros paisajes, a otros encuentros que me permitan volver a verlo todo un poco más azul.

Paz y Bien, el biciclown.

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Familia creada en el camino

7 comentarios en “De azul”

  1. Cristina - Horacio - Pablo y Sole (hostal en Rosario , jajajaja)

    De todo lo que has dicho…doy fe. Te queremos amigazo y gracias por estar en nuestras vidas. Por el hermoso espectáculo en lo de la hermana Maria Jordan , por los bellos momentos compartidos con nuestra familia en el Centro Asturiano, cuando recibimos a mi querida hermana Marcela y sus hijos.que llegaron de España…en fin…unos dias maravillosos que no olvidaremos jamas….Además te has ido con muchos colores,,,azul el pelo…Karma azul y naranja…tal vez porque viene la Primavera? chau asturiano…buen viaje

  2. saludos alvaro el tiempo pasa para todos y el aumento de peso es una señal de ello pero mientas haya salud tira millas,ya que siges haciendo shows el azul es un color que atrae mas a la audencia por lo demas cuidate campeon

  3. José Luis Crespo

    Querido Álvaro:
    Acabo de comprar y ver tu último documental en Vimeo. Te felicito y te agradezco la realización porque nos permites compartir parte de la riqueza de tu forma de vida. Es muy constructivo e inspirador seguirte. Camerún y yo tenemos algo especial y ha sido emocionante verlo de refilón en tus imágenes. Tus amigos/as de Argentina se ven tan buena gente…Cuando tengo ganas de marcharme lejos y pintarlo todo de azul -mi color preferido- abro esta ventana y te releo un poco. Karma está preciosa. Y tú ,aunque no eres mi tipo 😉 tampoco estás mal de azul…Un abrazo muy fuerte de agradecimiento. Ya nos conoceremos cuando sea:) Buen pedal.

  4. Je, je, me rio un montón con tus escritos, aunque también haya algo de tristeza en ellos. Pero tu tranki, amigo.

    La verdad, no creo que 80 kilos sean demasiados, a no ser que midas metro y medio, por cierto, ¿cuánto mides? verás como no es para tanto. Yo peso 4 kilos más que tú!!!

    En fin, buena ruta y un gran saludazo!

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