Lo más terrible es la inconsciencia de algunas personas que tras tener el accidente dejan el vehículo en medio de la ruta. Ni pensar quiero como será esa noche cuando los demás coches se topen con esa furgoneta tirada en mitad de la carretera y sin señalización alguna.
Cuando los autobuses llegan a un peaje la avalancha de vendedores es total. Todo es comida, y la mayoría de los que la ofrecen son chicos en edad escolar que aprovechan las vacaciones para ayudar a su familia vendiendo brochetas de carne, piña, pescado o lo que sea. Si tu vecino de asiento come algo, es muy problable que algo te toque. Aunque sea el con sus grasientas manos.
Tan rápido van que es normal se pierdan contemplar la belleza natural de estas tierras, y el hermoso contraste de ese brote rojo entre tanto verdor.
La prisa mata: empieza por los sentidos y termina con la vida.