Cuando piensas en un oficio representativo de la dignidad humana se viene a tu cabeza la imagen blanca de un panadero que interrumpe su sueño para amasar tu alimento. Y el segundo que te viene a la mente, del que ya hablaban los clásicos griegos, es el de zapatero. El olor embriagador de la fuerte cola, sus manos duras, en las que cada dedo es una herramienta, y ese delantal de cuero en el que han reposado los zapatos de toda la ciudad, es la fotografía que todos conservamos.
Oficios que no solo dignifican al artista sino a toda la humanidad, pues su orígen se remonta a los tiempos en que pensaban que la Tierra era una esfera plana. Trabajos físicos y creativos, con ese toque de personalidad que dotan a cada pieza resultante de originalidad.
Hace muchos años que me escribe un zapatero de Bogotá (Colombia). Se llama Luis aunque todos le conocen como el Puma. En sus correos afirmaba ser un fiel seguidor de mis andanzas y me invitaba a su casa, si es que un día volvía a pasar por Colombia en bicicleta. La recorrí en el 2002 y volví a hacerlo durante la vuelta al mundo en el 2014 ofreciendo algunos espectáculos como el de la capital, organizado por www.holaghana.org
En esa segunda visita tuve la oportunidad de encontrarme con el Puma, su mujer Sandra y su familia. También visité su negocio de digno zapatero remendón en un barrio muy humilde de la ciudad.
Allí, elevados como en un altar, descansaban algunos de mis libros. Debes saber que el precio de mis libros no varía en España o en Colombia y que el Puma los ha ido comprando, pagando el servicio postal de envío, y eso a pesar de ganar su sueldo en una moneda mucho menos fuerte que el euro.
Conoce mis aventuras mejor que yo, pues tiene esa «mala costumbre» de leer los libros que compra. Su sueño es hacer un viaje con su mujer por América pero aguarda a que sus hijas puedan ser autosuficientes. Es su vida la de un sencillo profesional que, con mucho esfuerzo, va dirigiendo sus pasos hacia su sueño. Sin hacer ruido ni llamar la atención.
Cuando le pedí unas fotos de su taller y de mis libros, para contar esta historia, me dijo que no sabía si podría sacarlas, que él no era buen fotógrafo, que…; la humildad nunca fue una buena excusa.
Os comparto estas fotos que me ha enviado esta madrugada. Fotos que huelen a ilusión de niños en la noche de Reyes, a trabajo digno y a esperanza de que sii algo quieres lo conseguirás. Solo debes trazar un plan, hacer ciertas renuncias, y ponerte a caminar. Mejor con zapatos.
Paz y Bien, el biciclown.
Gracias Alvaro por tener a esta familia en su corazón, el arte de la zapatería ha sido una bendición junto con mi esposa para sacar una familia adelante. Al leer sus historias y ver sus documentales cuando he hecho mis viajes usted ha sido parte fundamental y al haber pedaleado al lado suyo y compartir otras cosas es motivador nunca dejes de pedalear. Un fuerte abrazo Puma.
Buenos días señor Luis, tiene algun número de contacto? Gracias
Si quieres escríbeme al formulario de contacto y le paso tu correo al Puma.
Álvaro, pero que preciosa historia nos compartes. ¿ Cuánta memoria se requiere para no olvidarte de tantos detalles de tus ángeles del camino? . En tu caso, muy importante el diario donde plantas letras apasionadas que más tarde salen a volar.
Gracias a todos esos seguidores fieles y de gran corazón.
Un abrazo.