Ahora que llevo más de 16 años desde que salí de la zona de confort, en un tiempo en el que ni siquiera se conocía esa expresión, me gustaría desvelarte algunos secretos para que tu lo puedas conseguir.
Es un poco más complicado que cerrar los ojos y saltar al vacío.
Mi zona de confort era de mucho confort y esto es un problema de inicio. Es decir, cuanto más acomodada sea tu situación personal, más mullidito tu sofá y más zapatos tengas en el armario, más te va a costar salir de ahí. Muchas personas han empezado a viajar a raíz de la crisis económica. Les despidieron y con la indemnización se fueron de viaje. Poco a poco les fue gustando y hasta encontraron cómo vivir de ello.
Pero si no te han despedido, tu novia no te ha dejado y no te han expulsado de tu país, salir de tu círculo convencional es más difícil. Ese era mi caso. Buen trabajo, buen dinero, buen jefe y buenos compañeros. Sin embargo di el salto, ¿Cómo? Analizando la situación.
En primer lugar debes analizar los pros y los contras. Normalmente tus amigos y familia serán los encargados de decirte los contras. Anótalos. El día de mañana, cuando hayas por fin dado el salto y seas alguien mucho más feliz y realizado, podrás recordárselo. Yo no lo hice.
Los pros es algo que solo tu podrás describir. Aunque te parezcan cosas infantiles déjalas plasmadas en el papel. La mayoría tienen que ver con una paz interior. No creo que nadie se haga más rico por salir de la zona de confort, porque este tipo de saltos al vació, no se dan para ganar dinero sino para ganar vida.
Verás que la mayoría de los aspectos positivos que anotes no tienen que ver con el dinero sino con tu calidad de vida. Algo que mucha gente no valora hasta que le diagnostican un cáncer. Intenta anticiparte a ese momento.
Lo que no debes olvidar es lo siguiente: si no te cuesta tomar la decisión de salir de la zona de confort es porque, simplemente, no estás saliendo sino cambiando de confort. Estás, por decirlo simplificadamente, quitándote los pantalones para ponerte las bermudas.
Salir de la zona de confort sería, utilizando ese mismo ejemplo, quitarte los pantalones y quedarte en pelota picada. Así te debes sentir. Así me sentí yo cuando aterricé en Bolivia con mi bicicleta con la intención de recorrer América del Sur y me di cuenta que la libreta con los contactos la había olvidado en Madrid. No sabía a quién llamar. Y entonces comienza la magia.
Para ayudarte a salir de la zona de confort debes tener diseñada una clara estrategia. Por ejemplo, si decides dejar el trabajo y viajar, debes tener ahorros para al menos seis meses después de que regreses. Para así poder buscar un lugar donde vivir y un nuevo trabajo. Llegar de un viaje con una mano delante y otra detrás es un mal plan.
Al terminar la vuelta al mundo, después de trece años sin volver a mi país, tenía ahorros suficientes para poder comprarme una autocaravana de segunda mano en la que vivir. No llegué en bancarrota. Porque el regreso es parte del viaje o de tu estilo de vida.
Una característica tenemos quienes hemos escapado de ese remolino, aparentemente confortable, que va avenando tu sonrisa hasta dejarte una mueca en la cara. Somos persistentes, no confundir con cabezonas, y con una acentuada capacidad de análisis. Debes ser alguien que vea los problemas como retos, que te provoque ganas de resolverlos y no el desánimo o ganas de echar a correr. Las personas positivas tenemos por eso mucho terreno ganado. Pero si eres alguien negativo no lo tienes todo perdido, comienza por afrontar pequeños retos, para ganar confianza. Es fundamental que adaptes tu sueño a tus posibilidades. A mi no se me ocurriría subir el Everest. Por muchas razones, entre otras porque no creo que esté capacitado para hacerlo sin oxígeno y hacerlo con oxígeno me parece reírse de la montaña, pero sin embargo he llegado hasta el campo base del Everest. No tengo problemas en reconocer la mejor capacidad de aclimatación y de sufrimiento de los grandes himalayistas. Seguro que muchos de ellos no podrían haber hecho lo que yo he conseguido. Cada uno de nosotros tenemos un potencial, algunos nunca lo descubren, pero basta que le pidas a tus amigos que te definan o describan, para que aprendas la cantidad de cualidades que tienes y desconocías.
Para lograr cualquier objetivo, y salir de la zona de confort no es más que un propósito como otro cualquiera, hay que ponerse metas cortas, realizables y evaluables. Analiza tu plan de trabajo, se honesto y reajústalo si tus previsiones iniciales fueron muy optimistas (es lo que suele ocurrir), traza un nuevo plan, y otro y otro. No importa no acertar con el plan inicial, el error es seguir con el plan inicial cuando sabes que no funciona.
Todos los barcos deben corregir el rumbo en alta mar, por las corrientes, los vientos, las mareas…, y no es que su rumbo inicial fuera equivocado. Cuando lo trazaron en la carta era el mejor rumbo. Cambiadas las circunstancias hay que tirar de astrolabio y modificarlo. Es otra de las cualidades de las personas que salen da la zona de confort. Su gran adaptación a los cambios.
En mi vuelta al mundo he tenido que sustituir mi bici varias veces. Siempre me ha dolido, porque le agarras cariño, pero el objetivo final era más importante que ese instante. Hay que relativizar los momentos.
Prueba a hacer pequeños cambios en tu vida. Cambia la cama de lugar en tu dormitorio, vete a trabajar en bici, o por otra ruta diferente, usa ropa de colores, haz algo que haga que la gente vea que estás tomando de nuevo el control de tu vida. Recuerda que en esta vida tu eres el director. En la otra no está claro ni siquiera que te convoquen como segundo violín.
Si deseas asistencia para preparar tu viaje o para salir de tu zona de confort, puedes solicitar una consultoría de aventura conmigo vía skype.
No eres al primero al que, de pensarlo, le tiemblan las piernas.
Paz y Bien, el biciclown.
Hola alvaro soy marcos benavente aqui estoy como me dijiste me pusiera en contacto contigo en tu correo pero no se cual es tu email no lo encuentro soy un poco torpe para estas cosas un saludo alvaro