El jefe de la piragua, el del turbante amarillo, tiene cara de malo. Solo nos quiso cobrar tres veces la tarifa normal, pero no habia fuerza para discutir.
La travesia debe ser placentera a la sombra, pero no al sol, como nos toco hacer las tres primeras horas.
Pero el Niger en cualquier caso nos saco de la prision de arena en la que las bicis habian quedado atrapadas.