Un lugar de esta zona me atraía con fuerza. Era la Laguna de Iberá, un laguna que tenía un solo problema. Había carretera para llegar pero no para salir. Aplicando la máxima que he aprendido viajando de que los problemas vienen cargados de soluciones, decidí llegar hasta la laguna. Ya la suerte se puso de mi parte en Mercedes, porque tras una breve estadía en bomberos y una entrevista en la radio, salía de allí con un contacto para visitar la Laguna. César era mi contacto y el dueño de una agencia de viajes llamada El Paso. La ruta hasta la colonia Pellegrini era polvorienta y monótona, en parte debido a que todo el camino está vallado pues pertenece a grandes estancias y para dormir, hay que quitar todas las alforjas y pasar la bici y el material por encima del alambrado.
Una vez en la colonia Pellegrini, que es donde se halla la Laguna de Iberá, debía buscar donde dormir, no siendo el camping municipal pues su coste de 5 dólares era demasiado para mi. Pregunté a un chico que andaba en moto por las calles de arena del pueblo por un lugar para comer y, entre pregunta y respuesta, acabó invitándome a su casa. Leo rebosa vitalidad y, con apenas 20 años, también ingenuidad. Libre de los prejucios que los demás seres humanos tienen, Leo es capaz de invitar a un extraño a su casa. Sus padres lo ven ya como algo habitual. No soy el primero que llega a la casa y que Leo ha rescatado de las calles.
La magia de Iberá
Así que, instalado en su casa y escuchándole tocar el acordeón, me preparé para visitar la Laguna de Iberá en lancha. Compartiendo el mismo hábitat, sin molestarse en apariencia, convivían carpinchos, cocodrilos y hasta una boa dormitando en la rama de un árbol. Un ejemplo de armonía que me gustaría fuera aplicado en la ruta cuando estoy pedaleando.
Con Leo
Tras un par de días decidí aventurarme por la pista de arena que está recomendada sólo para vehículos 4×4 y en días sin lluvia. No llegué muy lejos, porque tras tres horas empujando la bici en los que hice apenas 20 kilómetros, Freddy detuvo su camioneta.
– No llegarás muy lejos, me dijo
– Si, lo imagino, pero quería intentarlo.
– Sube la bici, te llevo.
Hacía unas semanas había sacado de allí a un noruego, y ahora me tocaba a mi. Freddy recorre este camino una vez por semana, y esta vez tuve la suerte de coincidir con él. Visita las plantaciones de pinos que están a lo largo y ancho de la ruta. La madera es uno de los recursos principales de la zona.
Camping al atardecer, tras saltar la valla
Me dejó en una gasolinera y allí pasé mi primera noche en la región o estado de Misiones. No soy partidario de dormir en gasolineras, pero esta era de las buenas. Un poco de hierba para montar la carpa, un supermercado al ladito y hasta wifi en la estación.
La carretera de Misiones tiene algo que otras de Argentina no tienen: una banquina o arcén. Un lugar por el que circular sin ser atropellado, aunque el constructor de ese pedazo de cielo, ha colocado unas tiras horizontales de asfalto que obligan, cada cien metros, a esquivarlas por uno u otro costado. Nunca la felicidad es completa.
Camino en obras
El viento en esta época del año es siempre en contra y el sol no permite abrir bien los ojos, aún y todo, por fin llegué al parque nacional de Iguazu. Pensé pasar la noche en la caseta del guardia, pero él no tenía la misma idea y tuve que dormir en la jungla abriéndome lugar a golpe de machete como se ve en este video.
En Puerto Iguazu conocí a Gerardo, que era amigo de Eduardo a quién había conocido en Rosario y así pude pasar unos días de descanso. Y comiendo helado, porque Gerardo era el dueño de la heladería Freddo.
La visita obligada a las cataratas la rendí con gusto, pues el gerente del parque me invitó a entrar y la empresa iguazujungle a hacer el emocionante paseo en barco que te mete debajo mismo de las cataratas. Días más tarde, del lado brasileño, la empresa helisul me invitó a sobrevolar las cataratas en helicóptero. Estamos de suerte.
Una vez en Foz visité la única casa de ciclistas de Brasil. Los encargados pagan de su bolsillo el alquiler para que los ciclistas tengan su propio lugar.
Magia en Foz de Iguazú
Con la suerte de mi lado salí hacia el norte, rumbo a Mariana en Minas Gerais, a donde debo llegar a fines de septiembre. Allí se celebra un encuentro de payasos al que he sido invitado y donde además ofreceré una charla.
Por el camino iré dejando que la vida me vaya mostrando sus cartas, que Brasil me enseñe su camino.
Paz y Bien, el biciclown.
El pájaro con el pico de luz: Tucán
El agua que canta
saludos alvaro sigues encontrando bnuena gente por el camino, seo ayuda a seguir. las cataratas de iguazu uno de los mayores espectaculos de la tierra, la vista general desde brasil es general y buena pero desde la parte argentina te ves inmerso dentro de ellas y el recorrido es mas completo disfrutalo campeon
Espero que llegues a tiempo, a tu destino. Cuídate. Saludos.