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¿A dónde vas? Reflexiones de un nómada varado

La pregunta que más veces me habrán hecho durante la vuelta al mundo en bicicleta ha sido la siguiente: ¿A dónde vas? Aunque la cuestión sobre mis orígenes o procedencia tampoco ha sido baladí. Sin embargo, quiero hoy reflexionar sobre esa pregunta que ha sido como una brújula de mi camino, un faro (a veces invisible) que guiaba con una atracción magnética mi vida.

Disponer de esa respuesta, saber a dónde voy, le daba a mi viaje un sentido lineal al que apuntar los pasos y en el que fijar la vista. Lejos de un vagabundeo circular, mi vuelta al mundo tenía un profundo sentido espacial. Caminaba hacia en un sentido definido y eso aunque a veces pasara dos veces por el mismo lugar; tenía una razón última y concreta.

un camino a la cumbre

El tiempo y el espacio en el que se desarrollaba mi viaje le otorgaban a mi vida un sentido profundo, a diferencia de lo que ocurre en el neocapitalismo, donde como afirma Richard Sennett en «La corrosión del caracter»:  «En el neocapitalismo vivimos un tiempo desarticulado que amenaza que la gente consolide su caracter en narraciones duraderas».

Todo es hoy fugaz y todo parece escapársenos de la manos antes de poder gozarlo, y así continúa Sennett «la falta de control sobre el tiempo de trabajo significa la muerte mental de las personas». Se ha disociado nuestra mente y nuestro cuerpo. El auténtico robot de esta era somos nosotros mismos, haciendo tareas de forma automática sin pensar en lo que hacemos ni en porqué lo hacemos, abandonando nuestro espíritu y nuestras pasiones para ocuparnos de ellas, tal vez, el fin de semana.

Nadie nos explota. El capitalismo ha conseguido establecer una sociedad sin jefes, de autocensura, donde nosotros marcamos el ritmo de nuestros pasos que, de tan rápido que se producen, no son capaces de dejar huella.

contando pollos

Nos dedicamos a alimentar la máquina que nos controla con nuestras propias publicaciones en redes sociales, compartiendo información de nuestros gustos y aficiones y luego, al abrir el correo, nos sorprendemos de lo personalizada que es la publicidad.

La droga de hoy en día es la abundante información de la red. Vidas de otros que alimentan el vacío de la propia, aunque, en justa reciprocidad, nuestra vida alimenta sus propios huecos. Es la reciprocidad de la nada.

Cierra los ojos y piensa en dos o tres publicaciones sociales que vieras ayer que te dejaran huella.

2amigas

Tener un punto fijo en el horizonte apuntala al equilibrista en el alambre y a nosotros en la vida. Cuando sabes a dónde vas tienes más facilidad para evitar desvíos innecesarios, perdidas de tiempo y compañías indeseables.

circo amarillo

Durante mi viaje tuve la suerte de tener que responder a diario a esa pregunta. Y la respuesta nunca fue la misma, pues mi horizonte era móvil. No decía, por ejemplo en Tailandia, que iba a Hawai, sino que iba a Malasia. Pero en Nueva Zelanda decía que iría a Hawai, y en Perú que a Ushuaia, y en Noruega que a Suecia…

La pregunta que me hacían era una autopregunta. Pero eso hoy no es necesario. Nadie me pregunta y debo ser yo el que me analice, quien me interrogue. Y por eso es necesario el silencio y la soledad, para hablar con uno mismo y saber si está yendo en la dirección que desea o si está siendo zarandeado por un montón de datos e imágenes, de placeres y de ofertas, que no aportan valor.

luna y coches pasando

 

Vivimos tiempos de incertidumbre, dicen, pero no creo que sean mayores que los que se vivían en la Segunda Guerra Mundial, o durante la batalla de Queronea, o sin ir tan lejos, de la incertidumbre de una familia africana que ignora si habrá agua en el sucio arroyo de la colina. Nuestro problema, a diferencia de esa familia africana, es que nos pensábamos que con tarjetas de crédito teníamos la vida resuelta y no era necesario responder más a la pregunta de ¿A dónde vas? Voy al shopping, al bar, de vacaciones…, no son respuestas definitivas porque la actividad a la que se refieren se agota en seguida, arrojándonos de nuevo al vacío de un interrogante que incomoda y arruina el día.

La cuestión de a dónde vas, es más profunda. Hunde sus raíces en una reflexión sobre tu vida, sobre tus propósitos y te ayudará a mantenerte en pie si el barco zozobra o la casa se cae o la malaria te tumba.

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Sin tener claro tu destino vital eres apenas un papel en el suelo, a merced del viento de los acontecimientos diarios. El papel cree que maneja su destino pero son otros los que lo patean en una y otra dirección. Así nosotros, nos creemos libres cuando decidimos, pero somos robots disociados del alma que, como perfectas máquinas programadas, consumimos vidas de otros.

La gente me escribe a diario correos electrónicos preguntándome cómo pueden lograr su sueño, y suelo decirles que observándose. Todos tienen grandes sueños, proyectos de vida alucinantes pero no lo realizan, porque como continua Sennett: «una idea tiene que soportar el peso de la experiencia concreta, de lo contrario es una mera abstracción».

Castillos en el aire, árboles de plástico sin raíces, papeles empujados por el viento…, así es la vida de muchas personas que nunca se han parado a pensar y a contestar a una simple cuestión: ¿A dónde vas?

Paz y Bien, el biciclown. (Os dejo por si hay interés el enlace al curso Vivir con Propósito para ayudaros en la respuesta ????)

desayuno con vistas
Nunca mires demasiado para atrás

6 comentarios en “¿A dónde vas? Reflexiones de un nómada varado”

  1. Mientras leía todo lo que escribíste, recorde al gran Uruguayo Eduardo Galeano . Que decía… El escritor, en una conocida cita que «la utopía está en el horizonte. Camino dos pasos, ella se aleja dos pasos y el horizonte se corre diez pasos más allá. Entonces, ¿para qué sirve la utopía? Para eso, sirve para caminar».
    Saludos amigos desde Argentina Santa Fe .

  2. Wow Álvaro!! Genial publicación …, me siento identificada con varios períodos en mi vida en lo que relatas, por desgracia o por suerte para el aprendizaje.
    Gracias por lo que escribes y nos regalas SIEMPRE.
    Comparto

  3. Excelente reflexión! Yo encontré respuestas a esas preguntas estando sola y en contacto con la naturaleza. Creía que la naturaleza «me hablaba». Encontraba respuestas caminando sola por la playa y creía que el mar me hablaba, o pedaleaba en solitario y creía que las sierras me hablaban. Luego descubrí que el contacto tan intimo con la naturaleza te permite un diálogo con vos mismo, que solo lo tenés en esos contextos de silencio y soledad. Esa intima conexion con entornos naturales, lejos de influencias externas, son los que te permiten conectar con vos mismo, habitarte y escucharte. Es maravilloso.

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