Entrar a Burkina Fasso y escapar del agua ha sido todo uno. El primer dia que cruce la frontera unas nubes de un color ya desconocido por mi se arremolinaban sobre mi cabeza. Truenos y relampagos anunciaban el festival. Un mango, de ramas bajas y frondosas, era mi unica escapatoria. Durante los primeros diez minutos de aguacero universal, la parte debajo del mango era la unica seca en lo que comenzaba a ser una gran piscina natural. Pero el temporal que doblaba los grandes arboles y hacia rodar las piedras encontro facil el camino para llegar hasta mi. El mango no era suficiente, y bajo mis pies el agua alcanzaba ya la altura de mis tobillos. Era increible que tuviera escalofrios, cuando solo hacia una hora chorreaba de sudor. Pero el viento me pillaba totalmente empapado y no me quedaba otra que moverme. Agarre la bici, cruce la piscina y llegue al asfalto. No veia nada, pero intuia que era mi camino.
Cuando la lluvia paro, me console sabiendo que todo el interior de las alforjas estaba seco. Encontre una vieja cabaña medio destruida por el temporal y plante la tienda. Ese dia no me duche, evidentemente. Pero al dia siguiente se repitio el festival, aunque tuve la fortuna de llegar a Ougarau y parar en el Hospital. Un enfermero, de los tres que lo atienden, me dijo que podia quedarme en su casa. Nada mas entrar comenzo a llover de nuevo con fuerza. Su novia preparo un poco de pasta. Pero no para tres, porque al rato vino otro amigo a quien la tormente impedia avanzar en su MOTO. Creo que solo en Africa donde comen dos comen cuatro. Burkina sigue teniendo influencia del islam, aunque se nota tambien la presencia cristiana. Pero lo que mas me ha llamado la atencion de este pais es que los diminutos poblados estan organizados y las cabañas enlazadas unas con otras con pequeños muros, lo que hace que la vida en comunidad sea mas natural. Algo tan simple como organizarse en circulo no lo habia visto hasta ahora en ningun pais.