Todo el grupo nos conocimos por primera vez en Delhi. Muchos llevaban horas sin dormir y otros habíamos estado gestionando problemas de salud, maletas perdidas y algo de stress inherente a un reto que nos iba a llevar al límite a muchos de nosotros.
Lorena y yo llegamos a Delhi dos días antes que el resto del grupo. La causa era poder tener tiempo para solventar algunos posibles inconvenientes que, como si lo hubiéramos adivinado, se produjeron. La aerolínea nos perdió las maletas pero no las bicicletas y Lorena tuvo un problema de salud que gracias al seguro de Iati se resolvió de manera satisfactoria y rápida. No sería la primera vez que en el grupo de once personas alguien tuviera que llamar al seguro.
El mismo día que volví al aeropuerto a las tres de la mañana a buscar las maletas (48h después de nuestra llegada a India) llegaron los integrantes del gran reto del himalaya.
Todos ilusionados y con ganas de subir con sus bicicletas a más de 5.000 metros. Pronto los primeros inconvenientes logísticos aparecieron. La carretera que va de Delhi a Manali, donde arrancaba la aventura en bici, estaba destruida por el monzón, y el bus oficial que teníamos contratado no podía pasar.
Arvind, el responsable de la agencia local, Incredible voyages, nos ofreció una solución. Aportando un poco más de dinero podíamos contratar un minibus privado que si cruzaría la carretera anegada por las lluvias y el barro.
Un viaje de este tipo por India implica algunos ajustes logísticos y la mayoría de los miembros del grupo lo entendieron así aceptándolo con humor. El viaje duró más de 15 horas y llegamos doblados.
Uno de los secretos del gran reto del himalaya es que yo recorrí esta carretera en 2019 y conozco la necesidad de una buena aclimatación, por lo que dispuse que en Manali, a más de 2000 m, descansáramos dos noches. El resultado fue que ninguno de los miembros de la expedición sufrió mal de altura.
En Manali recibimos las bicicletas de alquiler. Modelos más que suficientes para este recorrido que, con unos ajustes de parte de Enrique y Nacho (dos grandes mecánicos y amantes del ciclismo) quedaron personalizadas para cada integrantes del equipo. Hubo personas que se trajeron su sillín o pedales y otros simplemente sus ganas locas de pedalear por el Himalaya.
Unas breves palabras en la última cena en el hotel de Manali sirvieron para recordar al grupo que el ritmo de pedalada es el que marcaríamos Lorena o yo mismo. Uno de nosotros iría cerrando el grupo y otro delante. Todo el mundo entendió que esa es la forma correcta de enfrentar un reto de estas dimensiones por carreteras como las de India, donde las reglas del tráfico aún están sin escribir. Siempre contaríamos con un coche de apoyo que iría cerrando el grupo, además de llevar Lorena y yo walkie-talkies para comunicarnos.
Todo parecía claro, pero ya el primer día aparecieron las primeras desavenencias.
La primera etapa nos llevaría a media ladera del primer paso, el Rhotang, de casi 4000. Una etapa corta pero en continua subida. En la primera parada para tomar un jugo ya había descolgada una persona, a la que su pareja le ayudaba a subir para no retrasarse demasiado. Hablando con ellos, y viendo lo que nos quedaba todavía, 10 días muy exigentes, les propuse subir al coche de apoyo para no retrasar al grupo. La respuesta fue un no rotundo. Su táctica ese día fue repetida durante cada jornada. Él la empujaría en las subidas o la llevaría enganchada con una cuerda, y se adelantarían al grupo. Esto provocó rapidamente una clara escisión en el equipo: por un lado 7 personas que se apoyaban mutuamente y que reconocían sus debilidades físicas o emocionales en algunas etapas, sirviéndose del coche de apoyo para recuperarse, y 2 personas que iban por libre.
Resulta curioso que la persona con peor preparación fuera la que menos disciplina mantuviera al rodar en grupo, haciendo caso omiso a las distancias de seguridad marcadas en las bajadas, rodando en paralelo en lugar de en fila y poniendo en grave riesgo la vida de algunas personas en la última bajada a Leh.
Durante cuatro días dormimos en campamentos que la organización iba montando en el camino. Las cenas y los desayunos eran de lujo, no solo por estar en mitad de la nada, sino por la calidad y el cariño que el personal local ponía en la preparación. Disponíamos de una tienda para cenar que incluía sillas para cada integrante de la expedición. Al llegar al campamento tenían lista agua caliente para que nos ducháramos, te y pastas o aros de cebolla o cualquier otra maravilla del cocinero. Luego la cena con varios platos a elegir, cuatro mínimo, y hasta postre. Nunca faltaba agua ni sonrisas por su parte. Nosotros éramos los que teníamos que buscar nuestra sonrisa en las alforjas cada día. Si no era la diarrea, era el cansancio de las subidas, la falta de apetito por la altitud o el reto de estar diez días sin bajarse de la bici.
En las ocasiones en la que llegábamos a un pueblo con algún servicio llenábamos la guest house o el hotel más lujoso. Pero lujoso en el Himalaya es a veces agua caliente y una habitación privada. En una ocasión no fue posible dar a cada integrante habitación privada y la agencia de India reembolsó el dinero de esa noche a los perjudicados. Siempre había por parte de los guías que nos acompañaron disposición plena para ayudarnos y el equipo lo recompensó con una propina final. Bueno casi todo el equipo del gran reto.
Al séptimo día nos encontramos con el desvío a Leh. Apenas 45 kms. Una oportunidad para quien quisiera dejar de subir más montañas. Quedaban de hecho las dos más duras. El Wari la y el Khardung la. Dos personas prefirieron irse a Leh a descansar, hacer visitas a monasterios y recuperar la salud física y la fuerza emocional El resto seguimos hacia Sakti, donde disfrutaríamos del mejor alojamiento de este tour: Fana resort. Pero otro miembro de la expedición, con dolores en el corazón, desistió de la aventura. Por teléfono llamé a un gran amigo neurocirujano y me previno de una posible angina de pecho. El seguro de Iati de nuevo se hizo cargo de todo y en un taxi llevó a nuestro amigo a Leh. Allí en el hospital público, el guía de la expedición se encargó de abrir todas las puertas que se cerraban, conseguir los medicamentos y dejar a nuestro valiente ciclista en un hotel, junto a los otros dos amigos. Curiosamente o no, ese trío forjó en este viaje una gran amistad. De eso se trataba este reto, de juntar vidas, de acompasar el paso, de pensar en los otros, de cuidarnos, de esperarnos… Lo que casi todo el grupo entendió.
La ascensión al Wari la nos consumió muchas fuerzas. Aún y todo, y a pesar de los ritmos diferentes del equipo, siempre intentamos Lorena y yo, adaptar nuestro pedaleo a la persona con más dificultades. Ellos lo entendieron y en ningún caso abusaron de estas facilidades. Cuando fue necesario se subieron al coche, demostrando humildad y sacrificio por el bien del grupo. Agradezco enormemente a estas personas su capacidad de comprensión y su renuncia a logros personales en aras del beneficio del grupo. El gran reto del himalaya ha sido desde el inicio un reto en común. Lo que casi todo el mundo aceptó.
Los últimos metros de ese gran paso los hicimos caminando las seis personas que teníamos ese acuerdo tácito de apoyo mutuo incondicional. Llorando les di las gracias por entender el sentido de este viaje: un reto compartido. Nos acordamos de las tres personas que se habían ido por diferentes motivos a Leh y no nos sorprendimos de que ya hubieran llegado a la cima las dos personas que tomaron este reto con una filosofía totalmente diferente.
Aún nos quedaba el Khardung la, dos días más tarde. Nuestra alegría fue casi completa al llegar a la cima y encontrar allí a nuestros tres amigos que habían ascendido desde la otra cara de la montaña, desde Leh.
Al preguntar en la última cena a los integrantes del grupo si habían entrenado lo suficiente para este reto, apenas 4 personas respondieron afirmativamente. A pesar de ello, la capacidad de sacrificio individual y el ambiente generado entre 7 de los 9 integrantes del grupo fueron suficientes para suplir algunas carencias personales. Lorena y yo mantuvimos conversaciones privadas y grupales durante meses antes del gran reto, asesorando a las personas con el mejor material para el himalaya, y dando apoyo emocional a quien lo necesitaba. Incluso 24h antes de volar a India estuvimos animando a algún inte grante del gran reto cuyas fuerzas anímicas escaseaban.
El apoyo de las agencias involucradas, aventura en india, con Dani a la cabeza, e Incredible voyages con Arvind al frente y Suma como mano derecha, fue fundamental para el éxito de este gran reto. Pero también la buena disposición de 7 personas que se involucraron hasta la médula, cada uno a su manera. Sin orden de prioridad, Sonia, Carmen, Enrique, Santi, Juan Carlos, Zenón y Carlos. Gracias infinitas por dejaros la piel en aras del equipo. Y por supuesto Lorena que aguantó lo indecible sin reaccionar a insultos y provocaciones de mal gusto por parte de, curiosamente, la persona con menos preparación del gran reto del himalaya.
Como dijo Nacho un día hay personas que no se doblegan ni una vez en la vida.
Será difícil que vuelva a organizar un gran reto del himalaya Leh-Manali. Desde el segundo día de la expedición me vi aquejado de fuerte tos que me impedía respirar con normalidad. Aún hoy, más de una semana desde terminar el viaje en Leh, sigo tosiendo (cada vez ya menos). El grupo llegó a aconsejarme abandonar la expedición pero mi compromiso con el grupo y mi responsabilidad con las agencias implicadas, superan cualquier enfermedad.
Ahora sigo con Lorena, ya sin coche de apoyo, y con las bicis bien cargadas, rumbo al Zanskar. Explorando nuevas rutas para, tal vez, traer un día a personas con espíritu de grupo.
El gran reto del himalaya ha sido uno de los retos más difíciles a los que me he enfrentado. Menos mal que no estaba solo. Gracias Lore.
Queridos Lorena y Álvaro, os esperamos en Alicante para esa famosa paella ????.
Tiene que haber casi siempre un peso para saber dónde está mas o menos el equilibrio.
Millones de gracias por vuestro compromiso y responsabilidad.
La Virgen gestionar todo eso, sí que es un reto.
Y yo pensaba que mi aventura en Nepal fue impresionante.
No os pude seguir mucho, por el ritmo y cansancio de mi expedición, pero os tenía en mente.
Siempre hay enseñanzas por el camino.
Espero que os recuperéis todos pronto.
Hola! Hoy es mi segundo día de contacto con biciclown. Acabo de leer vuestro reto y me parece muy interesante lo leído.
Espero más adelante conocerme y avanzar en mi propósito, a la vez que que…¡aprender a ser niño!
Un saludo para todos y hasta pronto.
Juan Manuel
Tenia interés por saber cómo había ido la aventura. La idea de organizarla y hacerla me parecía fantástica a pesar de que no soy ciclista y de saber que yo no aguantaría ni un día.
He disfrutado leyendo tus palabras. Me he transportado allí un poco. No tengo duda de que lo bueno ha superado a lo malo y el tiempo lo confirmará si no lo ha hecho ya.
Me alegro de volver a tener noticias del Biciclown después de un verano sin artículos, por otra parte dedicado a disfrutar y a vivir otras aventuras.
Saludos a Lorena y a ti y gracias por enseñarnos puntos de vista distintos y bonitos.
Love!
Gracias a ti. También puedes leer mis libros si te gustan ????❤️