Desde una mesa movible y un espacio de menos de 10 metros cuadrados, escribo sobre el confinamiento del Coronavirus y cómo sobrellevarlo. Para ello es fundamental que las personas tengan claro la diferencia entre Deseos y Necesidades.
Es posible que desees salir a la calle, volver a ir al bar con tus amigos o pedalear con tus colegas. Pero no es una necesidad. Al menos no creo que lo sea hoy. Si ese deseo, llega a ser una necesidad, estás que te subes por las paredes, te levantas y acuestas con esa misma idea todos los días…, será hora de hacerla realidad. Hoy por hoy, no creo que lo sea.
Y es fundamental esta parte, porque si somos conscientes de que lo que queremos es un mero deseo, podemos apaciguarlo y contenerlo. Es así como verás que necesidades hay muy pocas en tu vida. Comer y beber, tener un lugar para dormir y poco más. Esa es la grandeza de esta vida y es la primera enseñanza de esta situación excepcional: nos obliga a ser más simples y a valorar cosas que teníamos olvidadas. Hemos trabajado, unos más que otros, para acumular riqueza y ahora no se nos permite disfrutarla. Tienes en tu garaje una bicicleta de carbono, eléctrica y costosísima, que no puedes más que acariciar pero no subirte a rodar kilómetros. Tu casa de la playa está vacía. De los dos coches que hay aparcados no usas ninguno. Pero tienes que seguir pagando el seguro.
Hemos construido un mundo material pero no se nos permite jugar con él. Añoramos dar una paseo, ver el sol acostarse en el horizonte, contemplar las olas del mar en un baile infinito…, como ves, todo es muy simple y está relacionado con la naturaleza y no con el comercio mundial. Extrañamos a los demás porque somos animales sociales.
Nos hemos visto encerrados en nuestra ciudad, en nuestro barrio y en nuestra casa con los nuestros. Y para muchos eso es insoportable. No se nos obliga a meternos en una trinchera. Tenemos todo el comfort que hemos sido capaces de comprar y, en la mayoría de los casos, la nevera a reventar. Y sin embargo salimos al balcón a jugar al Veo Veo con alguien a quien hace dos días, si lo veíamos por la calle, no le saludábamos, y si coincidíamos en el ascensor, el trayecto hasta nuestro piso se nos hacía insoportable.
En esta hermoso estado de alarma que está haciendo el mundo más global a la fuerza, porque el virus no entiende de fronteras, como tampoco la solidaridad ni el amor, ni el odio o la hipocresía, en este situación los seres humanos terminan mirándose a la cara y preguntándose, ¿Tanto trabajar para esto?
Hoy es más afortunado aquél que tiene un pequeño huerto, quien dispone de un jardín. Hoy es envidiado aquél cuya mirada no se atasca en el edificio de enfrente. He tenido la suerte (o me la he buscado) de pasar estos días en un terreno cuyas vistas son infinitas. No hay vecinos cerca, ni otro ruido que un silencio roto por mis dedos tecleando este texto.
Mi vida no ha cambiado antes de la situación de alarma, porque hacía lo mismo. Estaba bien conmigo y no me horrorizaba mi compañía.
Para quienes su presencia es insoportable les aconsejo que sigan un diario, en el que puedan anotar cómo se sienten y qué cambiarían de su vida. Nada es eterno y esta situación tan excepcionalmente hermosa terminará. Las calles volverán a llenarse de seres humanos corriendo de un lado a otro con asuntos de máxima urgencia, los atascos serán de nuevo noticia en hora punta y el aire volverá a estar contaminado. Pero esta pausa mundial es una oportunidad para que algunos relean su diario y cambien lo que no les gustaba. Quizás dejen de trabajar tanto para disfrutar más de lo importante: las puestas de sol y los abrazos.
Estos días pienso en las personas que conocí en Damasco o en Homs (Siria), en el Padre Paolo aún secuestrado, en quienes viven confinadas por el virus de la guerra. De ellos ya ni siquiera se habla porque otro virus, de primera categoría, amenaza nuestra estabilidad.
Nos creíamos libres y felices.
Paz y Bien, el biciclown.
Cuánta razón tiene usted. Menos es más y lo más simple y lo que no se puede pagar con dinero es lo que realmente te hace más feliz (al menos a mí). Gracias por todo y un gran saludo.
Me alegro te guste. Gracias por tu opinión.
Puestas de sol y abrazos y poco más Gracias Álvaro por textos tan frescos.????
Comparto tus reflexiones. Yo soy trimami, autónoma, no somos dueños de nada más que de una casita de madera al fondo del Garden que dirijo y trabajo, y antes de esta cuarentena me sentía tremendamente afortunada y nadie entendía porqué. Una humilde casita en el trabajo, siempre descalzos, cultivando lo que comemos, y adictos a leer y crecer entre libros y atardeceres… y ahora, no me atrevo más que a dar gracias por vivir como vivíamos. Sin poderme permitir emplead@s, mis preocupaciones son menores ahora que estamos cerrados. Siendo autónoma el homeschooling es algo natural en nuestra crianza, y el huerto y el Garden son nuestro espacio para sentirnos libres. Hemos levantado este «campo base» con nuestras 10 manos, en noches de frío en que pintabamos una rayuela en el planchel de hormigón y sin techo aún, para que l@s niños al saltar no tuviesen tanto frío, mientras su papá instalaba tuberías y yo le pasaba piezas con un bebé a la teta…No me ahorraría ni una sola de aquellas veces, porque esos fríos te enseñan a valorar ahora estos calorcito. Adoro nuestro hogar. Cuando elijes una vida sin lujos, no echas de menos nada, y aunque tenemos que pagar recibos, lo haremos como siempre, lo mejor que podamos trabajando mucho, pero disfrutando hasta de eso también. El virus nos va a traer más que a quitar, siempre que no perdamos la vida.
.. claro. Estoy segura que este virus asintomático para l@s niños, les está regalando el tiempo con sus padres que la rutina con salud, les había ninguneado. Mis hij@s son tan sabios, que les he pedido que me enseñen a re aprender, a tejer una «nueva rutina PostVirus»que nos permita saborear más lo cotidiano, lo irrepetible cada día, para que no echemos de menos los encierros obligatorios víricos para dejar de correr como pollos sin cabeza… Eres un maestro para mi, gracias por teclear desde tus 10m2 y dejarnos ver tu licencia por la ventana. Paula
No se puede leer lo que escribes y la vida que describes sin querer estar allí ahora, ayudándote a cultivar el huerto. En momento de crisis hay modelos de vida que no se cuestionan. El vuestro por ejemplo. Felicidades.
Imposible no compartir! Mi familia y yo te seguimos desde la ciudad de las furias, buenos aires. Mucho de lo que escribiste me lo he planteado estos días con toda esta situación, estoy muy contaminado de ciudad, y me doy cuenta que necesito menos, mucho menos, tan poco que creo que la ciudad está de más, no sirve de nada el ajetreo sino puedo siquiera tomar sol en un parque. Gracias por haber tomado la decisión de ser libre, un hombre libre en un momento así puede ayudar mucho a los que se «creen» esclavos. Abrazo grande Álvaro, gracias por haberte animado.
Gracias Adonis y fuerza hasta esa gran ciudad llena de sonidos y olores a facturas y mate.
Lo más revelador, positivo, esperanzador y bonito que he leído desde que empezó esta «crisis». Gracias de corazón Álvaro por aportar tanta luz. Te abrazo desde Asturias.
Gracias Sol. Un gran saludo hasta Asturias
Gracias Álvaro por tu gran mensaje, soy juan gilabert, tengo 16 años y vivo en Argentina. Sos un ejemplo para mí y quiero decirte que desearía verte en alguna conferencia por acá, en Buenos Aires! Se que por ahora es imposible pero quien sabe más adelante… Vivo en una zona rural de La Plata, Buenos aires en donde tengo aire fresco! Si querés venir a visitarme con mi padre que es un viajero exiliado que se ha convertido en violinista igual que yo. Se llevarian muy bien y podríamos tocar algo! ????????
Hola Juan. Con 16 años tienes un mundo de oportunidades. Estudia y prepárate para una vida intensa. Y dile a tu viejo que a la que mejore el acordeón hacemos un duo. Abrazos
Me gusta mucho lo que has escrito. Me gusta tu forma de vida y de pensamiento. Muchas cosas tenemos, pocas usamos, pocas necesitamos y seguimos deseando tener más. Algunos somos gilipollas. Gracias por tus palabras que ayudan a situarnos un poquito en la realidad.
La vida se expresa a veces de forma incomprensible. Pero pocas veces se equivoca. Todo está bien pensado. Desde que naces hasta que mueres. Pero algunos no lo entenderán aunque vivan siete vidas. Gracias a ti.