En España y en Europa en general, faltan vocaciones. Sorprende ver un seminario lleno de jovenes, como este de Benin donde hay mas de 185 futuros curas. Son nueve años de formacion, y lo que no se puede negar es que los chicos salen preparados. Celebran misa por la mañana, tras los rezos de las seis y media, y luego a desayunar. No entiendo como pueden rezar tanto con el estomago vacio. Luego clases y trabajos manuales, de jardineria sobre todo, y mas rezos y estudios. Es admirable su dedicacion, aunque yo no lo podria hacer.

No habia manera de explicarle al niño que el tipo no era carnicero, sino peluquero. Ni siquiera mi presencia sacando fotos le consolo un poco. Debia tener mucho aprecio a su cabellera, porque lloraba como un desconsolado.

En Benin abundan las ordenes religiosas y, por esta epoca, la lluvia. Pude esconderme de esta ultima refugiandome con las primeras, pero tambien puede conocer su trabajo. En Kilibo por ejemplo estas hermanas de Tomas de Villanueva, han creado una escuela para incorporar a niños de 3 a 6 años que de otro modo estarian por las calles pidiendo comida o dinero. Les enseñan frances y sobre todo un poco de educacion.

La risa de las hermanas Agustinas que encontre en Partago es brillante, y contagiosa, como su locura.

La bici se utiliza en Europa para hacer deporte. Incluso han inventado unas bicis para pedalear sin avanzar, que es algo asi como hablar para adentro o dormir con los ojos abiertos: antinatural.

La pequeña herida infectada que llevaba cuatro dias en mi pierna me obligo a visitar el Hospital. El guarda de la entrada casi no me deja pasar, pero al final pude hacerlo y ver al doctor. Un doctor especial. Fray Florencio es italiano y lleva 30 años en Tanguieta, curando y orando.

El Hospital es en realidad un pequeño pueblo al que se traslada toda la familia del enfermo. Dispone de una cocina exterior para que hagan sus comidas. Hasta los niños enfermos como el de la foto que tiene la pierna izquierda escayolada colabora a machacar el mijo.

Hace 30 años que se fundo por los frailes italianos. Ellos pidieron la colaboracion de las hermanas Teatinas para atender a los enfermos. Una de las primeras en acudir a Tanguieta, al norte de Benin, fue Sor Teresa.