Laos

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Hacia el color marrón

Roberto, durante los días que me visitó en Laos, quería acampar un día conmigo, jugar al tenis y que lloviera mientras pedaleábamos. La lluvia no le esperó. Me cayó el día que abandonaba Oudomxay (Laos) por una carretera en destrucción (o en construcción dependiendo del punto de vista) rumbo a China. Para ser la única frontera abierta entre Laos y el gigante amarillo sorprende que esté en tan mal estado.

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Dos son compañía

El río Mekong está muy bajo. Las grandes presas que están construyendo en China están afectando a los países que viven cerca del río. Un mal que sólo la lluvia puede resolver. La temporada seca llega a su fin cuando el termómetro alcanza los 45ºC en las carreteras de Laos. Tras los primeros días en la capital de este tranquilo país, Roberto y servidor emprendimos rumbo al norte. Primero había que conseguir una bicicleta para él. Fue cuestión de horas y de unos cuantos euros. De Vientianne pretendíamos subir hacia Luang Prabang por una carretera que salvaba varios puertos de más de 20 kms. La primera etapa de 81 kms fue histórica.

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Aquí a Laos

Tardé un día más de lo previsto en salir de Vietnam. El mapa que tenía era tan malo que me perdí en una jungla de carreteras secundarias. Eso, aderezado con unas divertidas instrucciones de algún vietnamita cachondo, me tuvieron un día arriba y abajo moviéndome casi en círculos. Vietnam ha sido el país donde, en proporción al número de noches, he pernoctado más noches en la tienda. La hospitalidad de ese país es comparable a la luz que brindan los fuegos artificiales. Casi todos los vietnamitas dominan dos palabras en inglés que escuché con demasiada frecuencia: hello y no. Te dicen hello más como una broma que como un saludo. Y al ir a pedirles un lugar para dormir te sueltan el no. Ni en escuelas, ni en policías, ni en edificios del gobierno, ni en Iglesias católicas?; nada.

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Cronica desde la Cochinchina

Más o menos una pagoda para cada 1.000 habitantes. En la capital cultural de Hue, una ciudad atravesada por el río Perfume, esa es la estadística. Al norte del oloroso río se extiende el bullicioso mercado y la vida más vietnamita. Al sur del río los franceses construyeron bonitos edificios de estilo streamline moderne. Desde la estación de tren hasta el puente de Trang Tien (sólo circulable a pie en moto o en bici) la calle Le loi es la meca del turismo. Trasportados hasta aquí en jaulas de cristal, los turistas echan pie a tierra y comprenden que el mejor modo de conocer esta bella ciudad es a pie o en bici. Los que ya no tienen fuerzas para pedalear se suben a alguno de los enormes triciclos que, por unos dólares, les dan un par de vueltas a la manzana.

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