Indonesia

estoy con un pedo

Estoy con un pedo de la leche

Una prostituta me invitó a dormir. No en su habitación, decorada en rosa, con ositos de peluche y ambientador con olor a fresa, sino en la habitación de al lado. Había llegado al punto en el que el único lugar para descansar era un restaurante de carretera. La jungla era muy cerrada y llevaba toda la tarde subiendo. El aroma del cacao, secando en los bordes de la carretera, y las piñas que colgaban de los pequeños e improvisados puestos de madera me había agotado. Un olor dulzón, pesado como un muerto de tres días, agobiante como un mosquito dentro de la tienda, mareante como el aroma que se respiraba en la habitación de la prostituta. Me había detenido en dos restaurantes más pero no me inspiraban confianza. O eran muy sucios o no había comida.

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noe

Que fue de Noe

Cuando te adentras en el centro de la isla de Sulawesi te das cuenta que los arquitectos han debido pasar largas temporadas en el mar. En Toraja las casas parecen barcos a punto de iniciar una larga travesía. Y sus habitantes parecen dispuestos a emprenderla pues siempre están sentados en el porche como si el capitán fuera a lanzar la orden de soltar amarras en cualquier momento. Las decoraciones del frontispicio me recuerdan, por sus coloridos detalles, a los muros de las casas de Bhutan. Sólo que aquí son algunas casas las que aparecen pintadas y allí eran la mayoría. Pero lo que más sorprende al entrar en Toraja es la afición de los políticos por poner su cara en un banner al borde de la carretera. Y digo yo si no podrían utilizar ese dinero en lanzar mensajes de protección del medio ambiente o de seguridad vial.

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pez clown

El pez clown

En las ópticas de todo el mundo deberían existir un tipo de gafas semejantes a las que usé el otro día. Con ellas no se mejora la vista pero se colorea el alma. Se abre una ventana a otro mundo. Ante la cancelación del barco que debía tomar rumbo a Sulawesi decidí emplear los días de regalo en quemarme un poco la espalda en una de tantas islas de Indonesia. Había oído hablar a Nathan de la isla de Alor por la miel. Él me había invitado a su casa en Bandung (Java) meses atrás y me había dado un bote de miel de Alor. Se la había traído de su última estancia cuando visitó a su hermano Julius. Nunca pensé que yo también le conocería. Pero el viaje sin planes tiene esos encantos. Dejé en casa de Julius en Alor a mi Karma y partí hacia una isla más pequeña aún

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no me llames turista

No me llames turista

Los sprinters morirían de hambre en la isla de Flores. Desde que comencé a recorrer sus serpenteantes carreteras no he visto más de dos kilómetros seguidos planos. En cambio los escaladores estarían todo el día dando gracias a Dios. Y digo bien a Dios y no a Alá porque en la isla de Flores las mezquitas escasean más que los restaurantes. Un razonamiento simple nos llevaría a colegir que si los musulmanes anduvieran en bici serían sprinters y no escaladores.

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no me llames turista

Paga y sube

No es fácil describir la ayuda brindada por Tri y su familia en Bali. Que alguien te acoja como un hermano desde el primer minuto no sucede a menudo. Él aún piensa que no ha hecho nada especial conmigo y yo aún no consigo entenderlo. Vinieron a verme al este de la isla, donde yo debía tomar el barco hacia Lombok, y me llenaron las alforjas de comida y fondos suficientes para que nada me falte en unos meses. Pero sobre todo me recordaron que, mientras esté en Indonesia, tengo familia en Bali que puede ayudarme si necesito lo más mínimo. Hasta me buscaron un terreno donde construirme una casa si deseaba retirarme en esta isla paradisíaca.

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me equivoque

Me equivoqué de día y de indonesio

Uno de los mayores errores que he cometido últimamente ha sido abandonar la capital de Indonesia en domingo. Al día siguiente, lunes, se celebraban los 64 años de Independencia de este archipiélago y también era día festivo. Pensé que siendo un largo fin de semana, la carretera estaría atestada el sábado pero no el domingo ni el lunes. Me equivoqué. La salida de Jakarta la hice acompañado de Tarra, la mujer de Arie, que conocía el Hilo de Ariadna del laberíntico caos de cemento, polución y ruido en el que me hallaba perdido. Ella subida en su ligera y plegable Dahon y yo en mi pesada y autónoma Karma.

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eh tu

Eh, tu, extranjero

La mente está casi lista. La bici lo estará y al corazón lo convenceré por el camino. Han sido unos días intensos en Jakarta. He conocido gentes de gran corazón y he podido ofrecer un nuevo espectáculo. Cada vez más estos espectáculos organizados de improviso me parecen más un milagro. Un eclipse de voluntades y alegría.
Con la nueva visa de Indonesia en mi pasaporte (el cuarto desde que empecé a viajar por el mundo) la cuenta atrás de DOS MESES ha empezado. Es el plazo que tengo para alcanzar East Timor.

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silencio

El día del silencio

Hay personas de gran corazón y las hay grandes con gran corazón. Tri es un de estas últimas. Vagamente le recordaba pues le había visto hace más de veinte años. Yo aún no había empezado ni siquiera a estudiar Derecho y él no era más que un guía turístico tratando de mejorar su español.

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cuanto cuesta

Cuánto cuesta mi espectáculo

Al borde de la ruta alguien ha estacionado un carrito cubierto con un plástico azul. Junto al carrito hay varias personas que rodean a ese hombre cuya cabello blanco resalta como un girasol en un campo de margaritas. No recuerdo haberle dado a mi cerebro la orden de parar. Creo que fue algo automático como cuando te rascas tras la picadura de un mosquito.
¡Jean!!!!!
¡Alvaro!!!!

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ramadam

Cuidado, es ramadám

Que alegria dejar atrás la isla de Java. Una isla con más de 100 millones de habitantes no puede traer más que exceso de vehículos, de suciedad, de ruido y de problemas. Afortunadamente he encontrado muy buena gente que me ha ayudado en el camino. Como los chicos de Solo o los periodistas de Jombang que me dieron hasta una pequeña fiesta con una danza tradicional la noche de mi llegada. El danzarín era uno de los periodistas que, tras ir a cambiarse y a maquillarse, más bien parecía un maniquí.

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