Una isla congelada en el tiempo
Sigan leyendo para descubrir, tras la pátina dorada de ron, tabaco y mulatas en Varadero, la Cuba de Castro en pleno siglo XXI.
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Las memorias de los tres años de recorrido por África me asaltan en cada curva de esta bella isla, en cada charla – entretejida por al batir de las palmas de los cocoteros- con los cubanos. El día que retorné a Cuba (ya había estado en 1.997 durante el período especial) me levanté a las 4 de la madrugada. Claudia nos llevó a Karma y a mí al aeropuerto, a unas horas en las que la luz no había aún desvirgado las calles del DF. Las memorias de los tres años de recorrido por África me asaltan en cada curva de esta bella isla, en cada charla – entretejida por al batir de las palmas de los cocoteros- con los cubanos. El día que retorné a Cuba (ya había estado en 1.997 durante el período especial) me levanté a las 4 de la madrugada. Claudia nos llevó a Karma y a mí al aeropuerto, a unas horas en las que la luz no había aún desvirgado las calles del DF.
Lo que el cubano no invente no existe Leer más »
En el aire un aroma dulzón, pegajoso como mi camiseta sudada que es ya mi segunda piel, me soprende al doblar la carretera. Campos de caña de azúcar enmarcados por pequeñas colinas y entre los que sobresalen algunas palmeras, como si fueran los faros del agricultor. No estoy aún en Cuba sino en la Huasteca potosina. Un oasis en mitad del desierto de San Luis de Potosí.
He dado unas vueltas erráticas por México para llegar hasta aquí, desandando el camino que me aproximaba a la capital. Aun tenía unos días antes de volar a Cuba y queria aprovecharlos visitando una tierra que me prometían sin carros y llena de cascadas, lagos y cuevas mágicas: es la Huasteca Potosina.